La exdiputada dominicana, hija y sobrina de las hermanas Mirabal, analiza el contexto de los feminismos latinoamericanos, y la situación de la violencia de género contra las mujeres.
Minou Tavarez Mirabal es filóloga, política y docente dominicana. Pero, además, es hija de Minerva Mirabal y sobrina de Patricia y María Teresa, “las mariposas” que el dictador Rafael Trujillo asesinó el 25 de noviembre de 1960.
Minou está vinculada desde muy joven a la política y por supuesto, al feminismo. Fue diputada durante 14 años y lleva una activa vida política. Hoy es presidenta del Consejo del Fondo Fiduciario para las Víctimas de la Corte Penal Internacional. “A nosotras las mujeres nos toca ser cada vez más participativas y cada vez más comprometidas con la necesidad de gobernar mejor este mundo”, afirma Minou a Tiempo Argentino.
-La lucha feminista tiene muchos años y tuvo protagonismo a lo largo de la historia, sin embargo hay una efervescencia muy interesante, ¿qué ves de lo que sucede ahora en los feminismos?
-El movimiento feminista se ha visto enriquecido con la participación de muchas mujeres jóvenes. Durante algunos años hay como un lapsus ahí en que las feministas que ya tenemos más tiempo en esto, que empezamos todas estas movilizaciones hace décadas, que estamos trabajando desde antes de 1975 sentimos durante un tiempo, como si nos hubiéramos estado quedando un poco solas. Como si no tuviéramos un relevo. Y de pronto en los últimos años ahí está efervescencia, este florecimiento de la participación de las jóvenes en toda la lucha por construir sociedades más igualitarias y sin discriminación. Es precisamente el principal aspecto que me gustaría destacar.
-De la época del asesinato de tu mamá y de tus tías hubo muchos cambios, ¿en qué no se ha logrado avanzar?
-Ha habido cambios y ha habido avances. Pero evidentemente no son suficientes. Los números siguen dándonos en la cara en materia de la violencia hacia las mujeres. Gracias precisamente al aporte de las latinoamericanas hoy, a nivel mundial hay un día dedicado a combatir la violencia hacia las mujeres, que es el 25 de noviembre, en honor a mi madre Minerva y a mi tía Marcia y María Teresa. Creo que, en este momento, nosotras tenemos un grandísimo desafío y es entender que nuestras luchas tienen que ser vinculantes. Y que podemos, en la calle, poner los puntos en las agendas. Pero tenemos que dar el paso de la militancia, de la participación en la política, porque solo desde la política se toman las decisiones de políticas públicas, que son las que van a impactar y las que van a permitir que esos cambios que proponemos y que demandamos se conviertan en realidad tangible. Ese es el principal desafío.
-¿Es un momento favorable para la participación política de las mujeres?
-Las mujeres hemos protagonizado la más importante de las revoluciones que ha vivido la humanidad desde el siglo XIX para acá, que nuestra propia revolución. Y digo que es la más importante, porque ninguna otra revolución en la historia de la humanidad impactaba a la mitad de la humanidad. Tenía ese alcance, pero no basta. Tenemos que dedicarnos a participar en la política, a asumir las responsabilidades de llegar, de participar en las elecciones, de ganar los puestos de elección, de ocupar los puestos de dirección. Y el otro gran desafío es que cuando lleguemos a ocupar esos puestos, no vayamos ahí a repetir recetas viejas. Porque entonces no estaríamos de verdad cambiando y moviendo el mundo en la dirección correcta, como nos hemos propuesto. Ahora más que nunca, yo creo que en nuestra concurrencia se evidencia o evidencia lo necesaria que es.
-¿Qué pasó después de la pandemia?
-Esta crisis trajo de vuelta a la política al centro de la agenda. En todos nuestros países evidenció la necesidad de un Estado que responda o que pueda asumir la garantía del ejercicio de los derechos humanos fundamentales como son la salud y la educación. Ahora con esta guerra, esta que cambia el panorama del poder mundial que anuncia el nacimiento de una nueva configuración del poder en el mundo. En este momento, yo creo que nosotras tenemos que llegar a los puestos de poder, a aportar con esa condición que tenemos de solidaridad, de sororidad y sobre todo de creadoras de comunidades y no destructoras de comunidades. Ahora que el mundo tiene la amenaza tan varonil de una nueva conflagración mundial.
-Es necesario involucrarse en el ámbito de la política, pero ¿cuánta resistencia hay para que las mujeres puedan acceder a los cargos políticos?
-Las reglas del juego siguen siendo desiguales para la participación de las mujeres en la política. Y todavía hay países en donde está pendiente incluso la aprobación de leyes que garanticen ni siquiera la paridad, que garanticen un poco más de equilibrio en la representación, en los puestos de elección. Son todavía pocos los países adonde se ha avanzado en materia de leyes. Y en otros países adonde ya hemos logrado las leyes entonces seguimos encontrándonos con trabas para su aplicación. Sin contar con las dificultades de una participación de las mujeres en un ambiente en el que trabajamos el doble, tenemos el doble de responsabilidades y a veces hasta el triple. Es decir, nosotras estamos accediendo y participando en el ámbito de lo público y no tenemos ningún acompañamiento o muy poco acompañamiento en la responsabilidad, en el ámbito de lo privado, que sigue siendo un espacio prácticamente exclusivo para las mujeres. Por eso quizás otro de los desafíos que tenemos es convencer a los hombres de que tienen que asumir, así como nosotras hemos demostrado que podíamos llegar al ámbito de lo público y hacerlo bien, como lo hemos hecho, ellos tendrían que asumir más responsabilidad en el ámbito privado y demostrar que podrían también hacerlo. Es un gran reto.
-¿Hay conciencia de todo esto en los hombres?
-Los hombres también están circunscritos a mecanismos que son a veces difíciles de superar porque forman parte de la cultura patriarcal en la que estamos dando estas peleas. Es difícil, te sigues encontrando con manifestaciones de esa cultura, de ese machismo en todos los espacios adonde tienes que trabajar y a veces de maneras que resultan demasiado difíciles hasta de identificar porque son sutiles, o se hacen con sutileza y te afectan. Te afectan el laborantismo político de muchas maneras y sobre todo de manera muy abusiva. Y ahí lo tenemos en todos los ámbitos, no solo en la política. Pero bueno, cada vez hay más conciencia de ello, cada vez ha habido más denuncias.
-Denunciar tiene hoy otro valor para las mujeres, ¿qué opinás de cómo se empiezan a deconstruir las situaciones de acoso o abuso sexual?
-Estos temas, que antes era un tema que solo hablábamos las feministas como el acoso, como el abuso, como la violencia hacia las mujeres y que solo aparecía en las revistas especializadas, en los blogs especializados de pronto saltaron a la opinión pública con una fuerza extraordinaria. Y para mí eso es uno de los grandes méritos que tiene, por ejemplo, el movimiento del “me too”. Porque saltó a las primeras planas de los periódicos y de las revistas tradicionalmente femeninas, las se leen en los salones de belleza. El tema se impuso en todas partes. Y eso evidentemente trae una toma de conciencia con respecto al problema, que no habríamos alcanzado o nos habría tomado muchísimo más tiempo alcanzar a esos sectores que no están tan ligados a los temas que nos que nos afectan a las mujeres”
-¿Qué ha significado para vos llevar el apellido Mirabal?
-Para mí es un es un orgullo, es un honor, pero es sobre todo un compromiso y una responsabilidad. Creo que soy lo que soy, precisamente porque vengo de dónde vengo. A mí me ha permitido la enorme riqueza de acercarme a tantas mujeres extraordinarias en el mundo. Y también la satisfacción que me da encontrarme con que, en cualquier lugar de este planeta, el sacrificio de mi madre y de mis tías es reconocido. Se ha visibilizado y sirve sobre todo para visibilizar un problema que hay que erradicar. Me consuela saber que, si sus nombres pueden impedir, aunque sea una sola muerte en el mundo, ellas estarían satisfechas. Y también saber y comprobar cuánta razón tenía mi mamá cuando dijo ante las amenazas de que el dictador la iba matar, y ella decía ‘bueno, si me mata yo sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte’. Y aquí estamos siendo fuertes y tomando de ese ejemplo las energías necesarias para cada vez ser más y más fuertes todas.
El paso por Argentina
En marzo, Minu Mirabal participó de la tercera edición de Nosotras Movemos el Mundo dentro del conversatorio junto a Dilma Roussef, Irene Montero, Antonia Orellana y la ministra de las Mujeres de la Nación, Elizabeth Gómez Alcorta.
“Para mí ha sido una experiencia extraordinaria poder participar en esta tercera edición de Nosotras movemos el mundo. Todas estas fechas sirven en primer lugar para hacer visibles realidades que han estado invisibilizadas y también para impulsar las luchas. Las fechas sirven para traer a la discusión el hecho de que durante demasiados miles de años la humanidad se permitió el lujo inconcebible de creer que podía prescindir de la mitad de su composición de la que somos las mujeres. En los últimos años se ha ampliado esa significación de las fechas con las importantísimas marchas, y aquí en Argentina fue el detonante fundamental. Aquí es donde hubo las marchas más grandes de todas las grandes marchas y movilizaciones que se han dado en el mundo entero. Fue contundente lo que ocurrió en Argentina. Entonces se ha ampliado ese significado común con una visión hacia la diversidad, hacia el reconocimiento de los derechos de identidades y luchas e identitarias que han sido tradicionalmente muy, muy discriminadas”.
Acá podés conocer la historia de las Hermanas Mirabal:
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