Hace 32 años, un grupo de doscientas cincuenta travas, locas y tortas decidimos “volver” a las calles. Y digo “volver” porque siempre estuvimos: desde la creación de Nuestro Mundo -«primer intento de organización homosexual en Argentina» según Néstor Perlongher- en el año 1967 hasta las marchas contra el indulto de Carlos Menem.
Nuestras banderas siempre estuvieron junto a movimientos revolucionarios, sectores progresistas, movimientos de derechos humanos. En todos estos años -suman cincuenta y cinco- nunca estuvimos con la derecha fascista que hoy tiene candidatxs en carrera. Por eso la consigna es clara: “Ni un ajuste más. Ni un derecho menos”.
Memorias de la primera marcha del Orgullo
En 1992, en el loft de la calle Paraná -donde vivían Carlos Jauregui, César Cigliutti y Marcelo Ferreryra militantes de Gays y Lesbianas por los Derechos Civiles- nos convocaron a distintos grupos (ISIS, Lesbianas a la Vista, Travestis Unidas, Cuadernos de Existencia Lesbiana y otres) a planificar y trabajar para ocupar las calles. Eran épocas donde todavía la policía nos metía en cana y hacía razzias (detenciones masivas) en discotecas. Porque, como bien argumentábamos en ese momento: “Los edictos policiales son la continuidad de la dictadura”.
Si bien durante los años 80 y 90 estuvimos junto con la CONADEP (Comisión sobre la Desaparición de Personas), con las Marchas de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo, agitando banderas contra el intento de Golpe de Estado de los carapintadas y apoyando las huelgas de trabajadorxs, ese año decidimos volver “solxs” a pedir libertad, igualdad y diversidad.
Aquella nochecita helada éramos como 250. Detrás de nosotrxs, la Plaza de Mayo explotaba de docentes que marchaban contra el ajuste brutal de Menem contra el sistema educativo. Nos saludamos, nos sacamos fotos (no había celulares) y mientras miles de maestros y profes iban hacia la Casa Rosada, nosotrxs, a cara descubierta o con caretas (muchxs podían perder su trabajo por darse a conocer) enfilamos para el Congreso. En dos direcciones, pero en un mismo sentido: pedir justicia.
Aquella marcha del 3 de julio de 1992, la primera del Orgullo en Argentina, hay que leerla en el momento histórico que se gestó. Nuestro movimiento tiene una larga historia que comenzó en 1967, continuó en los 70 durante la democracia, hasta que la dictadura nos mató compañerxs o tuvieron que exiliarse.
Otrxs quedaron desperdigadxs, controladxs por la bota facha de la policía milica de un gobierno de asesinos que hoy la candidata Villarruel reivindica. Por esto esta marcha de noviembre de 2023, es tan importante. Y por primera vez las llamadas “históricas” fuimos convocadxs por la Comisión Organizadora a formar parte de las voces que se escuchan cada noviembre en Buenos Aires.
No es que el pasado fue mejor, sólo venimos a recordar – en especial a quienes nacieron con los derechos conseguidos- que esos derechos se ganaron en las calles. Y que en esa lucha compañerxs dedicaron o dejaron su vida. Cómo no recordar a Angel Bruno, a Gustavo Tarasco, a Marcelo Benítez y tantos otrxs que no entrarían en esta nota.
Marcha y Orgullo, ayer y hoy
Belén Correa (ATTTA) la histórica militante trans que formó parte de las primeras organizaciones de trans, travestis y transexuales, y una de las fundadoras del Archivo de la Memoria Trans, recuerda: “Para nosotras no había posibilidad de usar caretas. Yo estaba con Claudia Pía Baudracco. Nos enteramos y nos sumamos a ese momento que hoy es histórico. En todos estos años nuestro movimiento se organizó, creció. Aprendimos a construir junto a lesbianas, gays, feministas, bisexuales los derechos que hoy nos quiere arrebatar la derecha. No lxs vamos a dejar”.
Cambiando el tono de voz, recuerda, como todxs nosotrxs, a “las históricas”. Ya no están pero vamos a recordarlas en el abrazo de quienes todavía estamos de pie, con los miles y miles de nuevas generaciones que deberán saber que los derechos se consiguen y se defienden.
Otrx “histórica”, Pablo Vasco, dirigente de Libre Diversidad y del MST en el Frente de Izquierda Unidad, recuerda su participación en aquella primera marcha con alegría y orgullo. Su partido político fue el único que acompañó esa movida. «En este tiempo hay sectores de la derecha y la ultraderecha que vienen por nuestros derechos. Tenemos que defenderlos como los logramos: unidad y movilización”, dice.
Diego Tedeschi Loisa se sumó en la III Marcha del Orgullo en 1994. Recuerda: “Eramos 500 personas y yo militaba en el Grupo Nexo. Fuimos con las tapas de la revista que editábamos, “Nexo”. Era una época en la que por ser gay o lesbiana te podían echar del laburo, la policía nos levantaba en razzias. Comencé aquella marcha con pasamontañas, pero a los cien metros me lo saqué.”
Ni un derecho menos
En gestos como los de Diego, en compromisos políticos como los del Vasco, en la valentía de Belén que -aclaramos- todavía militan día y noche, se construyeron las libertades que hoy vivimos, la igualdad que seguimos construyendo y que hoy más que nunca. Con nuestrxs compañerxs muertxs en cuerpo, pero vivos en las victorias y el deseo. El nuestro, que aún late, y el de les pibes, porque no daremos ni un paso atrás ante la derecha autoritaria que defiende a los milicos que torturaron y mataron a nuestros militantes, a políticos cachivaches que gritan libertad, pero votan en contra de la Ley de jubilaciones para personas con vih. Frente a les violentes que se creen leones y solo son una pantomima patética de quienes hundieron a nuestro país en el dolor, la muerte y el hambre.
Este sábado “las históricas” estaremos allí, como siempre, con miles de voces más que se suman a esta bella historia de amor e igualdad volviendo a gritar lo como hicimos esa nochecita fría de 1992: Libertad, igualdad y diversidad.
Flavio Rapisardi, autor de esta nota, es militante LGBT y de derechos humanos, doctor en Comunicación y coautor del libro Fiestas, baños y exilios. Las fotos que ilustran esta nota fueron aportadas desde el archivo personal del autor. De conocer su autoría, pedimos nos escriban a [email protected] para poder consignarla.