La campaña Mi parto mi decisión organizó la primera marcha federal para tratar la problemática de violencia obstétrica en instituciones privadas y públicas.
“Cuando empezamos a pensar en la convocatoria de la marcha lo pensamos como un desafío. Desde que presentamos la campaña hasta ahora pudimos trabajar en ampliar la convocatoria a organizaciones que históricamente no trabajaron con el tema de específicamente del parto respetado, pero sí trabajaban con otros temas vinculadas a la sexualidad y a la salud reproductiva”, explica a Tiempo Argentino, Luján Arcidiacono, coordinadora de la Campaña Mi parto, Mi decisión.
De acuerdo a un relevamiento realizado por el Observatorio de Violencia Obstétrica de Argentina (OVO) de 2015, aún con la Ley de Parto Respetado vigente el 90% de las mujeres y personas gestantes sufre violencia obstétrica en Argentina.
Desde la campaña Mi parto mi decisión fueron construyendo la alianza con organizaciones que trabajaron por el derecho al aborto o aquellas que se ocupaban de la libertad de mujeres presas por eventos obstétricos. Así se fue construyendo una agenda de trabajo que terminó con una convocatoria de casi 80 organizaciones a esta marcha que se realizará en 16 provincias del país, todas bajo la misma consigna: “basta de violencia ginecoobstétrica y neonatal”.
“Creo que logramos ampliar la agenda de trabajo, ampliamos el discurso y construimos un abordaje. La campaña nace para visibilizar especialmente lo que sucede en la esfera del nacimiento, pero después advertimos que también había que hablar de lo que sucede en todo el proceso de la atención ginecoobstétrica”, explica.
Julieta Saulo fundo Las Casildas y hoy coordina Alianza Perinatal, un equipo de doulas y puericultoras. Escribió el libro Bien que te gustó sobre la violencia obstétrica. “Un avance concreto por parte del Estado fue la reglamentación de la Ley 25929. Pero realmente cuesta ver ese producto final implementado a nivel territorial. Faltan infinidad de políticas públicas con incidencia y penetrancia en el territorio, entendiendo que nuestro país es mucho más amplio y vasto que la Capital Federal”, analiza. La mujer estuvo en Chaco donde vio cómo en un hospital hay 50 partos diarios, pero tienen 9 camas.
También se refirió a las pocas posibilidades que existen para denunciar estos casos. «La realidad es que hoy denunciar la violencia obstétrica es entrar en un circuito de revictimización absoluto y lo cierto es que tampoco uno entiende qué es lo que sucede con esa denuncia. Mientras no haya sanciones claras, mientras no se capacite el personal de salud, mientras no haya políticas públicas con incidencia territorial, nos van a seguir vulnerando de manera sistemática».
La violencia obstétrica, afirma Saulo, se da en el marco de las maternidades. “Me parece interesante ampliar un poco la mirada y hablar de violencia ginecoobstétrica porque esto generalmente se inicia mucho antes de una consulta cuando estamos transitando la gestación”.
En ese sentido, la primera marcha implica una nueva mirada ante una problemática que lleva años y que está enraizada culturalmente. “Dentro del movimiento del feminista, y lo digo como militante del feminismo pareciera muchas veces que los temas referidos a las maternidades son temas de segunda. Desde mi perspectiva es entender que es muy simbólica esta modalidad de violencia hacia nosotras. Para mí cristaliza el rol que esta sociedad pretende para nosotras las mujeres, que es el ‘no lugar’, estar absolutamente invisibilizada”.
“¿Qué es lo que sucede en la escena de los partos y de los nacimientos?», se pregunta Saulo. «Uno no tiene voz ni voto, pareciera que uno no está ahí. La gente habla, hace chistes, nos cortan, nos miden, nos anestesian, nos suministran medicamentos, nadie nos pregunta nada, nadie nos informa de nada».
A su vez, destaca las excepciones. «Hay infinidad de excepciones y hay infinidad de instituciones y de profesionales de la salud que trabajan bajo otro paradigma. Siempre traigo el caso de la Maternidad Estela de Carlotto, que para mí es una maternidad modelo a nivel mundial. Tuve la posibilidad de armar el servicio de puericultura ahí y realmente el trabajo que se hace garantizando derechos es impecable. Pero es la excepción, no la norma”, finaliza.
Son muchas las violencias instaladas. Desde las mujeres que deciden abortar y se ven obstaculizadas, juzgadas o maltratadas en sus procesos a las chicas adolescentes que llegan a parir. “Lo mismo sucede en los casos de muerte perinatal, mujeres que pierden sus bebés y que no son acompañadas ni asistidas dentro del sistema de salud como deberían. O son incluso violentadas. Toda esta agenda de temas son parte del mismo problema. No son temas separados porque la raíz de todo esto es cómo el sistema de salud entiende a las mujeres o personas con capacidad de gestar, si las entiende como sujetos de derecho o no. Ahí es donde está el centro del problema”.
Para Arcidiacono, construir esta agenda fortaleció la campaña. Apenas surgida, también se planteó dar respuestas a aquellas personas que acudían a buscar respuestas o contención. De ese modo surgió el grupo de Guardianas, personas que se sumaron en forma voluntaria a la campaña. “Cuando empezamos a alzar la voz muchas personas se dieron cuenta que lo que vivieron tenía un nombre y que necesitaban respuestas e información. Cada día recibimos comunicaciones de personas que han sufrido situaciones terribles y que se contactan con nosotras porque no saben con quién ni a dónde”.
Cuando una persona sufre este tipo de violencia no tiene un protocolo a seguir para denunciar y tampoco encuentra canales de contención. “Eso habla de la poca importancia que el Estado le da a esta problemática, porque no hay ni procedimientos y no hay estadísticas”, comenta Arcidiacono. “La violencia ginecoobstétrica se recrudece en las mujeres jóvenes y en las adolescentes. El maltrato que reciben en la escena de los nacimientos las madres adolescentes es terrible. Lo mismo que en el abordaje de otros procesos ginecológicos. En el caso de la territorialidad, hay provincias en donde la situación es más alarmante que en otras, pero te diría que no hay ninguna parte del territorio de nuestro país en la que podamos decir que se está trabajando adecuadamente. La Ley 25.929 de parto humanizado no se respeta prácticamente en ninguna institución en el país ni pública ni privada. Lo que cambian son las formas de la violencia”.
Actualmente, la campaña impulsa el proyecto de ley para una capacitación obligatoria al personal de salud en violencia obstétrica que se presentó en 2022. Durante la manifestación también se reclama por el proyecto de casas de parto que impulsa la Red Argentina de Casas de Parto, el de actualización para parteras y parteros y la regulación para que las puericultoras sean reconocidas como personal de la salud.
Las Guardianas nacieron en el marco de la campaña Mi parto mi decisión para brindar acompañamiento a aquellas personas que sufrieron violencia obstétrica. “La situación actual es que quienes sufren esa violencia y buscan denunciar, se pierden en el laberinto burocrático. En primer lugar, intentamos ordenar este laberinto burocrático para ver con qué opciones contamos a la hora de querer hacer una denuncia”, explica Florencia Kot Hansen coordinadora de Las Guardianas.
Kot Hansen afirma que, en la actualidad, denunciar genera un espiral de revictimización que resulta complejo y eso está consignado en el último informe de del Observatorio de Violencia Obstétrica.
“Al poco de haber surgido también pensamos en la necesidad de empoderar a las mujeres y personas con capacidad de gestar, que no conocían cuáles eran sus derechos y, por lo tanto, no sabían que podían reclamarlos”, afirma. Trabajaron a través de rondas que son gratuitas o con una gorra sugerida y que por ahora se dictan online.
Hoy son 25 guardianas en todo el país. “Ponemos el corazón realmente en esto. La mayor parte de quienes estamos en esta campaña sufrimos violencia ginecoobstétrica en algún momento de nuestra vida, entonces sabemos lo que nos hubiese servido que alguien haga esta función que estamos haciendo ahora: de escucharnos, de mirarnos, de validar nuestro dolor. Porque lo que sucede es que está tan culturalmente aceptado esto de que todos dicen que somos exageradas, que tenemos que valorar que nuestro bebé está bien, entonces siempre nuestro dolor está ninguneado. Tener a alguien que te escuche, que te mire los ojos, que te abrace es muy valioso”.
El desafío, explica la guardiana, para esta marcha es visibilizar lo que sucede. “No queremos que quede en un diálogo entre quienes estamos en el activismo. Lo que necesitamos es romper ese límite y hablar con la sociedad. Éste es un problema que preocupa no solo a quienes parimos, no sólo a quienes vamos a los ginecólogos. También las paternidades se ven vulneradas porque que a un padre separen de su compañera a la hora de parir, que no le permitan abrazar a su hije cuando llega al mundo es también violencia obstétrica”.
La Campaña “Mi parto, Mi decisión” junto con más de 30 organizaciones convocaron a la Primera Marcha Nacional Contra la Violencia Ginecobstétrica y Neonatal este miércoles a las 17 horas en la plaza del Congreso. También se realizarán actividades en distintas provincias.
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