Fue una pelea por la despatologización y la dejudicialización de nuestras identidades. Esta ley es el resultado de la lucha de hermanas como Lohana Berkins, Diana Sacayán, Claudia Pía Baudracco, Alba Rueda, Marlen Wayar, que son fuegos que encendieron otras llamas para cambiar la historia. Otro capítulo se escribe en la democracia y en la historia del país, y es la de las travestis.
Pero a nivel colectivo, abrió nuevos horizontes de vida posibles para las personas trans: la posibilidad de salir de donde nos habían depositado, que fue a los márgenes de cualquier tipo de acceso a derecho frente a la explotación de nuestros cuerpos o la destrucción de nuestras vidas. Por eso, es necesaria y urgente la reparación y la indemnización a nuestras compañeras trans adultas. Hoy esa es la bandera de lucha y lo será hasta que sea ley.
Nosotras en Argentina veníamos de la Ley del Matrimonio Igualitario en el 2010. Esa ley fue la que nos permitió encontrarnos en las calles apoyando a nuestras hermanas y hermanos gays y lesbianas. Pero también hablando de una agenda que ya se venía discutiendo y que era el reconocimiento por nuestra identidad de género y por nuestro nombre propio, un reconocimiento frente a las tremendas situaciones que estábamos viviendo.
El movimiento LGBT+ fue parte del reclamo de la Ley de Identidad de Género. Nos acompañamos en la calle gritando las condiciones estructurales de violencia que atravesamos, las travestis producto de la falta de acceso a los derechos básicos y políticas públicas e integrales que nos permita superar esa expectativa de vida de nuestra comunidad que era de 35, 38 y 40 años.
Entonces encontramos a un movimiento LGBTIQ+ en su momento acompañando en la calle, dando debate y poniéndose a la par para que seamos nosotras quienes podamos hablar en primera persona.
Los avances normativos deben acompañarse con políticas integrales y presupuestos acordes que permiten y que permitan una federalización. Esas leyes que hemos alcanzado se deben cumplir y se deben efectivizar. Hoy existen obstáculos y barreras para el cumplimiento efectivo de la Ley de Identidad de Género, como la Ley de Cupo Laboral Trans, como la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Es decir, nos encontramos con otras barreras que son más estructurales, que tienen que ver con la cultura, con cómo están organizados esos espacios institucionales. ¿Por qué no se da la federalización ni el cumplimiento en todos los territorios? ¿Por qué cuesta tanto respetar el nombre propio a los agentes en un espacio de salud?
Todavía hay incomodidad. Esta ley de identidad de género representa para muchos sectores, instituciones y lugares en nuestro territorio, una ley que incomoda a la norma, que incomoda sus valores, que les incomoda. Entonces, para nosotras tanto esta ley, como la ley de cupo laboral trans es urgente que se cumplan, que se efectivicen, pero también es necesario avanzar con aquellos derechos que nos fueron negados históricamente.
Por eso vuelvo a mencionar que es importante la ley de reparación e indemnización a nuestras adultas y adultes mayores. Porque, así como es importante esa ley, también es importante la derogación de los artículos contravencionales en más de 16 provincias en Argentina que criminalizan nuestra identidad de género.
Con la Ley de Identidad de género, nosotras pudimos poner sobre la mesa la agenda política de los reclamos de aquellos derechos que aún siguen siendo postergados aún en la actualidad, como es el reclamo a una vivienda digna o esta reparación a nuestras compañeras sobrevivientes.
Los discursos de odio son hacia nuestra identidad de género. Hay que pensar primero de dónde está la raíz, se nos quiere castigar por haber salido de la heteronorma. Es nuestra existencia lo que les molesta y también lo que sostiene esos discursos de odio.
Estos grupos de transfobia antes no presentes en nuestra sociedad toman distintas acciones que dañan y provocan amenazas a nuestras vidas. Y es allí donde exigimos que el Estado debe regular esos discursos de odio que cruzan la televisión, que amenazan nuestras vidas, a nuestros niñes, a nuestros adolescentes que generan bullying, discriminación y violencia. Y que va en aumento cuando se amplifican esos discursos a través de los medios de comunicación hegemónicos.
Creo que es sumamente importante que se trate con seriedad lo que sucede con los discursos de odio y los efectos que provoca en nuestras vidas y en nuestra comunidad.
Pía Ceballos integró además el Observatorio de Violencia contra las Mujeres.
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