Celeste Adamoli es la directora de Educación para los Derechos Humanos, Género y ESI del Ministerio de Educación de la Nación. Junto con el coordinador del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, Marcelo Zelarallán hablaron con Tiempo Argentino acerca del estado de situación de la ley.
–¿Qué balance se puede hacer del avance de la ESI desde su aprobación a este año?
Celeste Adamoli: –En los 15 años que pasaron desde la sanción de la Ley N° 26.150 se dieron una serie de transformaciones sociales que han impactado en la vida cotidiana de las escuelas. En este sentido, si pensamos el cambio histórico que significó la sanción de esta ley, el balance es muy bueno. La creación de esta normativa permitió por un lado, reconocer el trabajo que muchas escuelas ya venían haciendo y, al mismo tiempo, abrir la puerta para la implementación en aquellas que tenían poco o nulo trabajo con ESI.
La sanción de la ley implicó la incorporación de una perspectiva que comprende que la sexualidad no se restringe a la esfera privada de la vida, sino que debía ser incorporada como un contenido educativo desde una mirada integral y transversal a todas las asignaturas. A lo largo de esta década y media, el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (PNESI) ha producido una gran cantidad de materiales destinados a los diferentes niveles educativos, docentes, directivos, supervisores, estudiantes y familias.
Muchos de estos espacios de formación, cuadernillos, audiovisuales y afiches fueron actualizados en los últimos años a partir de nuevas demandas, provenientes de las propias escuelas y de diversos debates sociales.
Los contenidos de la ESI, establecidos en los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP), se encuentran definidos desde los enfoques de género, Derechos Humanos y de respeto por la diversidad, como también de la valoración de la afectividad y del cuidado del cuerpo.
Así, los saberes de la ESI se han ampliado, complejizado y redefinido a lo largo de estos años, incluyendo nuevas discusiones y el reconocimiento de nuevos derechos, siempre nutridos por los debates que tienen lugar tanto dentro como por fuera de las paredes de las escuelas. La ESI es una herramienta que permite acompañar a las y los estudiantes desde un enfoque de género y derechos y eso significa un cambio cultural inmenso.
–La ESI dialoga con otras leyes que vinieron después como la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género o incluso la de interrupción voluntaria del embarazo, ¿Cómo se articulan?
Marcelo Zelarallan: –Desde la Dirección y desde el Programa concebimos que la ESI forma parte de un corpus normativo, de un entramado de leyes que representa una histórica ampliación de derechos en nuestro país. En tanto ley que se aplica en el ámbito educativo, la ESI aborda los derechos sexuales y reproductivos desde sus inicios, incorporando los derechos reconocidos por las normas de nuestro país y haciéndolos parte de su abordaje. En este sentido, la Ley de Educación Nacional N° 26.206 es el marco general desde donde considerar otras normas como la Ley Nº 25.673 que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable que es anterior a la Ley de ESI, como así también la vinculación con otras más actuales como la Ley Nº 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, la Ley N° 27.234 Educar en Igualdad. Además, la Ley Nº 26.061 de Protección Integral de las niñas, niños y adolescentes, consolida y apuntala el sentido de la Ley de ESI.
Las leyes “que vinieron después” dialogan entre sí, y son un posicionamiento del Estado en clave de derechos sobre distintas temáticas de relevancia social.
Particularmente, las normativas mencionadas sirvieron de punto de apoyo y de valoración de los ejes que se propone el PNESI, en especial los que refieren al reconocimiento de la perspectiva de género, al respeto por la diversidad y al ejercicio de nuestros derechos. En este sentido, la ESI colabora en la promoción y garantía de los derechos en las escuelas, además de incorporarlos como contenidos educativos.
– Es una herramienta cuyo aporte es más claro, sin embargo, sigue generando resistencia, ¿qué trabajo se plantea el ministerio para alentar a su implementación en esos lugares?
MZ: –La implementación de la ESI es una tarea prioritaria. Las resistencias que se encuentran en ese camino responden a distintas motivaciones, buena parte de ellas se debe a la vigencia que aún tienen en algunos contextos, ciertas miradas tradicionales de la sexualidad en general y de la educación sexual en particular. En este sentido, es importante seguir trabajando desde distintas áreas en la perspectiva de derechos con enfoque de género que propone la ESI. Para esto resultan centrales las capacitaciones y los espacios de formación en los que se trabaja con las inquietudes de la comunidad educativa, tanto de docentes, directivos, estudiantes y familias. Detrás de esas aparentes resistencias, pueden encontrarse miedos, a no contar con la preparación necesaria; incomodidades frente a las preguntas y las respuestas de estudiantes; o dudas sobre cómo articular los contenidos con la asignatura que se está impartiendo. Es fundamental comprender y trabajar con las representaciones que tienen las y los docentes sobre la ESI, y para esto las capacitaciones son una herramienta muy valiosa.
– ¿Cómo fue en su momento y cómo es ahora la relación de los docentes con la ley?
MZ: –Una de las particularidades que trae aparejada la ESI es la puesta en valor del saber y de la tarea docente. La ESI propone a las y los docentes como las voces autorizadas para llevar adelante su implementación, tomando distancia de los abordajes tradicionales en los cuales se convocaba a “especialistas” externos a la escuela para que brindaran una charla o un taller. Además de tratarse de agentes externos que no conocían a las y los estudiantes, no realizaban un seguimiento del proceso de enseñanza-aprendizaje, y el enfoque estaba muy centrado en la prevención con un claro marco biologicista.
La ley significó un gran respaldo y alivio para quienes ya venían trabajando en estas temáticas. Fortaleció, enriqueció abordajes y también llevó tranquilidad porque ayudó a responder preguntas cómo qué enseñar y cómo abordar los temas en cada nivel educativo. A su vez, permitió que la ESI se instalara no solo como un abordaje áulico sino también como un abordaje institucional. En este sentido, la normativa fortaleció, respaldó, alivió. Hoy la Ley es punto de partida para el abordaje, muchas y muchos docentes siguen conociéndola y mientras que otra parte comienza a formular aportes para fortalecerla.
La implementación de la ESI inicialmente representó un reconocimiento a la centralidad del rol docente, a la vez que implicó una redefinición de los vínculos entre docentes y estudiantes, y también con las familias y la comunidad.
– ¿Qué aportó en la mirada a las infancias trans?
CA: –Desde su perspectiva integral y de derechos, la ESI propone un abordaje de la sexualidad, de las niñeces y de la identidad que se aleja de las aproximaciones patologizantes, bregando por un enfoque de derechos.
Nuestra democracia tiene una deuda histórica con la población travesti trans, que comenzamos a reparar. En particular, desde el Ministerio de Educación, junto al Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y con la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) estamos elaborando un material específico sobre infancias y otro sobre las adolescencias travestis, trans, con el objetivo de brindar herramientas a las escuelas y a los equipos directivos y docentes que favorezcan la convivencia escolar, desde el reconocimiento del derecho a la identidad y de los derechos de las niñeces y las adolescencias.
– ¿Cuánto tuvo que ver la formación de ESI en las luchas del movimiento feminista por el aborto?
CA: –Me parece que hay que pensarlo como una relación en constante movimiento, y no como algo unidireccional. Las demandas de los movimientos sociales por la ampliación de derechos -sobre todo en el campo de los derechos sexuales y reproductivos y los feminismos- han logrado grandes avances en el terreno legislativo, a partir de lo cual el Estado ha ampliado su responsabilidad en el cumplimiento el diseño de políticas públicas en pos del cumplimiento de nuevos derechos.
En su momento, esto sucedió con la sanción de la Ley de salud sexual y procreación responsable, y posteriormente, con la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral.
El progresivo avance en términos de formación docente e implementación de la ESI en las escuelas, sin dudas, fortaleció las subjetividades de docentes y estudiantes y la comunidad educativa, a la vez que permitió que los colectivos y movimientos sociales, resignifiquen sus demandas, enriqueciendo los aportes a través de sus luchas.
El movimiento Ni una menos representa en el campo de la lucha feminista muchas de estas demandas. Sin embargo, la lucha por la legalización del aborto lleva ya muchos años en la Argentina. Podemos decir que las demandas del movimiento feminista y de la Campaña por el derecho al aborto en particular, hicieron un gran aporte para sostener la ESI en agenda y como política pública, y en particular, en lo que refiere a la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.
Las nuevas generaciones de docentes y estudiantes se formaron al calor de estas luchas, de estas discusiones, de una ESI que avanzaba en su implementación y que hoy cumple 15 años. Estos avances, dan cuenta de un gran trabajo realizado por el Estado, por las y los docentes y las escuelas, y a la vez potencia la puesta en agenda de nuevas demandas.
El reclamo por la legalización de la IVE fue creciendo en el seno del movimiento feminista y se fortaleció en este entramado que, como resultado, fortalece los Derechos Humanos en nuestro país.