A pesar de que la desigualdad de género se profundiza en las vejeces, faltan los debates y las miradas feministas sobre el tema. El impulso de los derechos adquiridos durante el peronismo.
Argentina fue pionero en el tema y se ocupó de presentarlo en las Naciones Unidas. Luego de la reforma constitucional de 1994 el país incorporó nuevos derechos y garantías basados en los tratados internacionales relacionados al tema.
Ese día de 1948, Evita leyó el “Decálogo de los Derechos de la Ancianidad” en la sede del Ministerio de Trabajo, uno de los tantos Ministerios que forman parte del show del desguace que propone el candidato de la Libertad Avanza, Javier Milei.
Las personas mayores cargan con el estigma de la improductividad, la infantilización y desatención. Sus derechos recorrieron el camino sinuoso de la política pública, porque pese a la máxima de Evita, en Argentina no siempre que existió una necesidad nació un derecho, sino que estos existen o no de acuerdo a la decisión política de quienes gobiernan.
En Argentina la población mayor a 60 años creció 1,4% en nueve años y subió a 7 millones de argentinxs. Según el Reporte de Envejecimiento Poblacional publicado en 2021 por el Ministerio del Interior, el proceso de feminización del envejecimiento es claro: cada 135 mujeres hay 100 varones de 60 años y más. A la situación particular del envejecimiento, entonces, le cabe otra particularidad: no es lo mismo ser mujer o varón en esa etapa de la vida como tampoco lo es en otras.
Graciela Gómez es psicóloga social y trabaja en torno a mitos y prejuicios que existen sobre las personas mayores. En diálogo con Tiempo dice que las mujeres de su generación (mayores de 60 años) tienen muchos más miedos y barreras por superar que las mujeres más jóvenes.
“Se está perdiendo eso que Evita llamaba la ‘salud moral’ que hoy la podemos repensar como salud mental. En las crisis económicas las mujeres mayores volvemos a estar en el lugar de cuidadoras, porque lxs hijxs necesitan ayuda con sus familias y eso implica otra vez no tener espacio para nuestro esparcimiento y recreación”.
Para Gómez, las mujeres mayores no cuentan con espacios abiertos para expresar sus problemáticas particulares, incluso en el movimiento feminista. Por eso plantea, “si en este contexto actual no problematizamos de manera transversal lo que nos pasa a las mujeres en todas las etapas de nuestra vida, vamos a dejar más puertas abiertas a quienes vienen a arrebatar nuestros derechos. Las mujeres mayores volvemos a tomar las riendas de los cuidados, pero ya no tenemos 20 años y eso implica un deterioro de toda nuestra salud.”
En ciencias, economía o incluso en la política pública, la mirada feminista devela aspectos invisibilizados. Sucede también en los estudios del envejecimiento y en la gerontología. Camila Gramajo Graña es maestra en comunicación por la Universidad Nacional de México. Allí analizó la representación de la vejez de lesbianas, gays y trans en series de plataformas de streaming y actualmente realiza su doctorado en el CONICET, con un estudio sobre la salida del closet de personas mayores.
En diálogo con Tiempo, dice que “fue la propia gerontología la que puso el debate sobre la mesa sobre la relación que existe entre el género y el envejecimiento”. Para ella, desde los feminismos aún cuesta ver a las mujeres y la población LGBT mayor.
“Las investigadoras Arber y Ginn decían que la sociología del envejecimiento y los feminismos comen en platos separados y es momento de que se junten. En ese sentido, creo que quienes han logrado integrar eso fueron las gerontólogas con perspectiva de género. Ellas han pensado las vejeces de las mujeres”.
Gramajo plantea que, si las mujeres cis heterosexuales mayores han estado corridas del centro de la escena, la realidad de lesbianas, travestis y trans es aún peor. “Las vejeces de mujeres trans y travestis no son iguales a la de mujeres cis. Para esta población la vejez debe pensarse desde otra perspectiva etaria, porque son muy pocas las que cruzan la franja de los 60 y porque además dentro de sus trayectorias vitales la vejez ya está pensada para quienes tienen 40 años”.
La representación de las personas mayores que existe socialmente es la de quienes requieren cuidados, pero las experiencias muestran que también son quienes los realizan.
Según Gramajo, “Las tareas de cuidado deben estar pensadas también desde la situación de las mujeres mayores que cuidan. No son solo sujetas de cuidado, también cuidan y por eso el cruce de las variables de género, clase y edad es tan importante, porque siempre van a condicionar su envejecimiento”.
Dionicia Mamani tiene 68 años. Es trabajadora, mamá y abuela de 9 nietxs. Está completando sus estudios secundarios en el Centro de Jubilad@s de las Amas de Casa Argentinas en Sarandí y el año pasado cursó la Diplomatura en Economía del Cuidado realizada por la Municipalidad de Avellaneda a través del Consejo de Economía Social y Popular. Allí participó de clases y talleres, pero hubo uno al que nunca faltó: el de Arteterapia.
Junto a otras mujeres indagó en ese aspecto tan postergado del autocuidado. “Es importante tener espacios terapéuticos para disfrutar la adultez. Quienes cuidamos también necesitamos ser cuidadxs y las personas mayores no solo son cuidadas, sino que cuidan y no siempre de forma remunerada”.
Para ella, es importante que el Estado otorgue derechos a las personas mayores, pero también que genere espacios de formación en los que sus voces sean escuchadas y tenidas en cuenta. Dionicia este año termina la secundaria y planea transitar los 69 como estudiante de periodismo en la Universidad Pública.
Mujeres que No Fueron Tapa es un proyecto artivista y feminista que muestra la forma en la que la cultura masiva reproduce y construye estereotipos de género y mandatos.
Desde sus redes impulsan campañas para desnaturalizarlo y hackearlo y así aportar a construir otras narrativas tomando las voces e historias de las mujeres que se construyen por fuera de esos modelos e imposiciones.
El proyecto fundado por Lala Pasquinelli hace 8 años impulsa digital y territorialmente iniciativas que interpelan a miles de mujeres.
Mediante el uso de hashtags colocan temas de debate para repensar roles y mandatos y uno de ellos fue #HermanaSoltaElReloj. El perfil de Instagram de MQNF se llenó de comentarios y reflexiones de mujeres y todas llegan a una conclusión: para la sociedad, a los 30 ya sos vieja y cuanto más avanza la edad menos cosas son posibles de hacer.
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