La secretaria de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidades analiza el tratamiento que se dio en los medios la aparición del cuerpo de Elizabeth de Legge, víctima de violencia de género.
El despliegue policial, el traslado del cuerpo de la mujer y la “reconstrucción” de qué podría haber pasado con Elizabeth, se realizó en vivo ante las cámaras de la televisión abierta y de algunos canales de cable. Las preguntas se sucedían y todas apuntaban a la intimidad de la mujer, víctima de violencia de género.
Testimonios amontonados, opiniones sobre la vida personal, vecinas que habían visto una sola vez en su vida a Elizabeth y sabían exactamente todo lo que pasó fue algo de lo que se vio ante las cámaras. Al lado de eso, la mención de un informe facilitado por la Secretaría de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza, que se “filtró” desde la fiscalía.
Hasta ahora no hay precisiones sobre qué pasó con Elizabeth. Sí se sabe que sufría violencia de género crónica, y que había pedido ayuda en su trabajo. Desde allí se articuló con el programa “Si las buscamos no desaparecen” (programa creado por la secretaría municipal creado a inicios de 2021. Sin embargo, las hipótesis se escuchaban en diferentes programas y canales de televisión casi como cadena nacional.
La filtración del informe por el organismo generó preocupación y provocó el repudio por parte del organismo de La Matanza.
“El repudio lo emitimos por la exhibición amarilla y perversa que se hizo de las imágenes del cuerpo de Elizabeth y también por la filtración de una información privada que desde la secretaría se le ofreció a la fiscalía”, explica Liliana Hendel, titular de la Secretaría de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidades de La Matanza y periodista.
El repudio, dice Hendel, surge por entender que una mujer asesinada, que murió, aun estando en proceso la investigación en relación al motivo de la muerte tiene el derecho a que se preserve su intimidad. “También tienen ese derecho los deudos y sobre todo sus hijos e hijos, y en este caso, estamos hablando de un niño de 11 años”.
“La exhibición del cuerpo de la madre, la exhibición oral de relatos acerca de lo que encontraron en el teléfono, de lo que podía haber sido, de lo que sucedió. Todas hipótesis cuando los peritos aún estaban trabajando. El periodismo hace un show de un feminicidio. Pasamos de una situación en que los feminicidios no se contaban, no se relataban, no ocupaban lugar porque se consideraban un tema privado a que pasara a ser un show público sin consideración ni respeto ante una situación desgarrante”, aporta la funcionaria.
El tratamiento de casos de violencia de género tiene un sinfín de manuales y de recomendaciones emitidos desde las Defensorías hasta las redes de periodistas que, sobre todo en la televisión, parecen olvidados. “Ya no hay justificación diciendo ‘no sabía’. Quienes hacemos periodismo tenemos una enorme responsabilidad en la construcción de los sentidos comunes. Hoy se atraviesa una línea donde el show o el morbo es mucho más importante que el derecho de una persona o una familia”.
¿Morbo o patriarcado?
Para Hendel, esta espectacularización de las noticas vinculadas a femicidios tiene que ver en primer lugar con el morbo. “Pero también con el patriarcado. Con el lugar que ocupamos las mujeres y las disidencias sexuales en una sociedad patriarcal, tiene que ver con la exposición de la intimidad. Las redes han generado una modificación estructural en cómo se concibe lo íntimo, lo público y lo privado”, afirma.
Si bien los cambios llegaron a los medios de comunicación, sobre todo el tratamiento de diversos temas. “Ahora se habla de la violencia contra las mujeres y disidencias o de los derechos de las diferentes comunidades LGBT de lo que antes no se hablaba y ahora sí. Me parece que perdemos una enorme oportunidad para señalar qué pasa en una sociedad. No se trata de Elizabeth, se trata de una sociedad patriarcal donde un individuo se siente con derecho a quitarle la vida a una mujer o a inducirla a que suicide. Si entramos con los detalles íntimos perdemos la oportunidad de señalar la dimensión política y social que esto tiene”, dice Hendel.
“El enemigo no es sólo el varón que mata o viola. Si no también el sistema judicial que es profundamente misógino que garantiza la impunidad de los violentos. Cuando una mira cómo son las y los profesionales que hacen las pericias en las situaciones de infancia o juicios es gente que no tiene ni menor idea de los cuerpos teóricos de los feminismos”
Los temas que no están en la agenda de los medios
Liliana Hendel destaca los “claros” que se ven en los medios de comunicación de diversas características, pero señala que hay temas ausentes en las agendas.
“Hay claros, oscuros y precipicios. ‘Claros’ porque se habla de temas que antes no se hablaba, ‘oscuros’ cómo se hablan esos temas y el ‘precipicio’ es qué temas no se hablan”.
Uno de esos temas, destaca son las madres protectoras. “Madres protectoras involucra una situación en la que una mujer madre es separada legalmente de sus hijas o hijos después de haber denunciado a un varón violento. La justicia considera que esta mujer miente y que no tiene pruebas contra ese varón, entonces hay que quitarle a la mamá los niños por el daño psicológico que les puede causar. En el 80% de los casos son entregados a la familia del padre denunciado por violento o incluso por abuso sexual”.
“Es interesante preguntarnos por qué en los medios no se habla de esto. Por qué sí hablamos de feminicidios, pero no logramos que no se muestren las fotos, no logramos no entrar en los detalles, no logramos que las madres protectoras ocupen un lugar”.
La irresponsable responsabilidad
Hablar de la responsabilidad de los medios es algo más que habitual entre periodistas. Incluso hay programas donde se tratan específicamente esas temáticas. Sin embargo, estos debates no se traducen en prácticas.
“A veces hacen tutoriales acerca de cómo matar. En una de las notas, en un canal de televisión, sobre Elizabeth (donde se les dio más espacio a los dichos de las vecinas que a la profesional responsable que institucionalmente daba una respuesta), qué elementos se utilizaban para que parezca un suicidio, cómo eran los procedimientos. Es de una gran irresponsabilidad. Lo vivimos quienes recordamos el femicidio de Wanda Taddei y lo que sucedió después, lo cuenta siempre Jorge Taddei el padre: las amenazas de los varones que le decían a sus excompañeras ‘te va a pasar lo mismo que Wanda’. Entonces por un lado está el detalle escabroso, hay una enorme cantidad de situaciones donde muestran los cuerpos, los datos de la intimidad y los tutoriales”
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