Sergio Calvo e Ignacio De Santis, directores de Marea, hablan sobre la creación colectiva de esta pieza que se presenta en La Carpintería.
-¿Cómo se trabajó la construcción del texto dramático a partir de un texto literario preexitente?
SC: -Nos atrapó mucho la densidad atmosférica del universo de «Adiós, hermano mío». Por un lado, tomamos como disparador la historia de esa familia, y sobre todo, el punto en el cual los vínculos hacen un esfuerzo enorme por no romperse. Trabajamos en conjunto con los actores para darle cuerpo a ese material. Y después nos fuimos alejando del texto para construir una nueva ficción a partir de nuestro propio lenguaje poético. En cada ensayo aparecieron capas del relato, los recorridos emocionales de cada uno de los personajes, y también mucho material quedó descartado. El proceso creativo de la obra implicó una construcción simultánea del texto dramático y de su montaje. La puesta en escena se nutrió de la dramaturgia y la alimentó a la vez; es decir que la escenografía, la música, la iluminación, el vestuario, funcionaron también como núcleos narrativos.
-¿Cuál fue el sentido que buscaron mantener y trascender en la representación?
IDS: -Nos interesa preguntarnos acerca del lugar que la palabra escrita puede ocupar en el espacio escénico. ¿Cómo volver corpórea una atmósfera poética?, ¿dónde reside la teatralidad de un texto?, ¿cuál es el campo semántico de un movimiento?, ¿cómo llevar a escena un recurso literario?, ¿cuáles son los lazos presentes entre la obra de un escritor y los cuerpos de quienes lo releen?
En Marea, buscamos que esa tensión entre la imagen y la palabra corra al público de una interpretación intelectual y lo lleve, en cambio, a una comprensión sensorial del material.
-Como directores, ¿dónde estuvo puesto el foco principal en este trabajo?, ¿cuál fue el mayor desafío a trabajar?
SC: -En principio construir una obra de cero es un gran desafío, y más siendo una creación colectiva entre dos directores y seis actores. Aunar un discurso, investigar entre todos sobre el tema de lo familiar. Cada uno de los personajes tiene su álbum de fotos, sus recuerdos, sus reglas, sus momentos de felicidad y sensaciones de deslealtad. Abordamos esos universos, los personales y los que propone la obra de Cheever para transformarlos en una maquinaria escénica, donde las imágenes, ritmo, música, movimientos, atmósfera, coincidieran en ese lugar único y de pertenencia imposible de abandonar por más que se lo intente. Ese espacio distorsionado en el que los hechos pasados terminan reordenando los vínculos. Aquello que pasaba y ya no pasa. Aquello que se trata de olvidar pero no se perdona. El mayor desafío fue la construcción de esta maquinaria, que trabaja entre el pasado y el presente, y que nos deja más confusiones que respuestas.
-¿En qué consiste el trabajo como grupo (Sambuseck)? ¿Cuáles son las dificultades y puntos a favor de trabajar como compañía?
IDS: -Trabajamos juntos desde 2007, muchos de nosotros compartimos maestros, espacios de formación, y de ahí una mirada estética común. A la vez, somos un grupo de amigos haciendo lo que nos gusta hacer. Eso genera que el terreno esté muy disponible y fértil para un proceso colectivo. Nos da la chance de investigar a fondo y confiar en el recorrido más allá de los resultados, tomar riesgos.
-¿Cómo describirían el tema de la obra, sin develar puntos claves de la trama?
SC: -En Marea, tres hermanos se reencuentran después de muchos años en su antigua casa de la costa para poner al día sus bienes. La obra habla del intento, siempre fallido, que solemos hacer en ciertos casos por recuperar una música del pasado, para poder sostener el presente que se impone. Se ubica en ese territorio frágil en el que las relaciones pueden destruirse o, por el contrario, reponerse de las tragedias con elegancia.
-¿A qué atribuirían lo simbólico y lo tangible de la marea, como disparador del relato?
IDS: – La marea, en su devenir, genera sus propias reglas y contradicciones. En la obra, los personajes también vuelven una y otra vez sobre sí mismos, entre el sueño y la vigilia. El relato, fragmentado, va hacia el pasado y regresa, se repliega y expande, se resignifica constantemente.
Marea se presenta los sábados a las 22:30 en La Carpintería Teatro (Jean Jaurès 858) con las actuaciones de Elisa Bressán, Pablo Chao, Mariana Eramo, Pedro Pena, Eugenio Schcolnicov y Malena Schnitzer.
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