Un tema médico lo llevó a parar por un mes. Pero Sebastián Suñé acostumbra a nadar con regularidad a fin «de evitar los dolores de espalda o cervicales» que le produce estar mucho tiempo frente a la computadora «dándole a las teclas». Lo de darle a las teclas es casi literal: «Escribo con los índices nada más, y muchos se ríen, pero me quedó la costumbre de la fuerza que tenía que hacer a los ocho años para poder escribir en la Olivetti de mi abuelo».

Sobre el reciente reestreno de Caníbal en el Picadero, dice que desde hace un par de años se dio cuenta de que escribir no «es sentarse y golpear las teclas. Escribir también es pensar en escribir. Así que creo que soy muy constante. A veces me doy medio con el látigo porque no es que estoy sentado dándole a las teclas. Pero quizás estoy en el súper y pienso en un personaje. Según la terapeuta, tengo un superyó muy grande que me tira muchos palazos. Estoy leyendo un libro, en pequeñas dosis, porque es demasiado: La sociedad del cansancio. Y creo que es un poco como se plantea ahí: de pasar de la idea del poder foucaultiano que todo lo vigilaba a una libertad absoluta, en el camino, terminamos autoexplotándonos».

La profunda crítica al capitalismo del filósofo coreano alemán Byung-Chul Han es parte de Caníbal, aunque a la manera de Suñé. «La obra surge de una idea de Sebastián Holz (uno de los actores), que hace mucho quería escribir sobre el canibalismo. Se había basado más que nada en un texto terrible de Jonathan Swift, que dice que ante una hambruna en Irlanda el Estado debería comprarles a los pobres sus hijos por unos peniques para después comerlos. ¡Es una cosa atroz! Dentro de esa atrocidad del texto, algo se despertó. Yo ya había leído El banquete humano (Luis Pancorbo), pero Holz me pasó mucho más y junto a Corina Fiorillo –con quien completamos la Santísima Trinidad del canibalismo (ríe)– decidimos darle forma de music hall, contraponiendo la cosa más banal que tiene el género. Usamos esa estructura dentro de una oscuridad cada vez más tremenda y tomamos el canibalismo como una metáfora: nos aterra comer carne humana pero en la sociedad occidental constantemente nos estamos comiendo unos a otros».

Una metáfora profundizada por el neoliberalismo («cuando estrenamos, hace más de un año, parecía una radiografía de lo que estaba ocurriendo con el gobierno de Macri»), pero también algo mucho más atávico sintetizado en la espontánea expresión humana al ver una cría de una especie ajena o de la propia: «Ay, me lo morfo todo. ¡Cómo te lo vas a comer todo!», ríe Suñé, quien pese a darle duro a las teclas de la Olivetti de su abuelo, recién hace una década que se dedica a escribir (y vive de eso).

«Empecé escribiendo teatro por necesidad. Fui actor y trabajé mucho en teatro independiente y mucho en el Teatro San Martín. Estábamos haciendo Mujeres sabias, de Molière, y nos estaba yendo muy bien. Pero Macri dispuso que Hacienda tome el control de la boletería del San Martín, empezaron unos vaivenes bárbaros con los sueldos y nos quedamos todos sin trabajo a pesar de hacer la obra más exitosa de la temporada. Una compañera de elenco, Gimena Riestra, a quien le debo mucho, me dijo: ‘escribí, si vos lo hacés bien’. Y empecé a escribir Delia (2012, que desde el 10 de enero está en el Metropolitan con otras obras del off) y funcionó muy bien, y con los derechos de autor podía pagar el alquiler. Con el tiempo me di cuenta de que pude hacerlo porque había una política estatal de apoyo a la cultura que lo permitía».


Caníbal

Dirección: Corina Fiorillo. Con Sebastián Holz, Dolores Ocampo y Belén Pasqualini. Lunes 13 y 20 de enero; 3 y 10 de febrero, 20:30. El Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857.