Responde con una risa de aprobación a la pregunta de si hizo su flamante Roberto “Polaco” Goyeneche, las formas de la noche para que no le pregunten más si tenía algo que ver con el extraordinario cantante de tango. “Desde muy chico a cualquier lado que voy siempre alguien me dice: ‘¿qué sos del Polaco?’” El parentesco era más bien cercano: “Mi abuelo era el primo hermano del Polaco”.
Lo que califica como “una deuda pendiente con la familia” finalmente se saldó por un par de cuestiones básicas. La primera, la dice el Polaco. “Él siempre decía: ‘¿no te gusta el tango, pibe? Crecé, el tango te espera.’” La segunda es del propio director: “Me parece que también el cine me esperó para que crezca y pueda abordar este personaje y hacer la película.” Así que cuando varias voces coincidieron que era el momento, el Goyeneche director tuvo que “abordar un montón de material de archivo de la familia que lo recopilamos y remasterizamos”. Así en el film se pueden ver filmaciones caseras en Super 8 “de cosas que son inéditas y que las van a ver ahora por primera vez: muchas fotos, muchas entrevistas, recuerdos”. Y fue para el 25 aniversario de su muerte, en 2019, cuando las partes involucradas decidieron que era el momento indicado para poner en marcha el proyecto. “Todo ese recorrido de casi cuatro años fue de laburo intenso, con la familia muy involucrada, porque están sus hijos, Luisa -la pareja del Polaco-, su nieta: todos apoyaron este proyecto y ahora llegó el momento de estrenarlo.”
“No había ninguna biografía sobre el Polaco”, dice sin buscar justificación alguna. “Y yo quería que fuera en primera persona. Este es mi séptimo largometraje documental y el Polaco era un tema complicado, quería hacerlo lo mejor posible por todo lo que se ponía en juego con una figura de su trascendencia. Y fue muy interesante ver cómo fue apareciendo material de archivo a partir de que tomamos la decisión de hacer la película, y cómo nos fuimos reencontrando con esa figura que nunca terminó de irse; en la casa de Melián el Polaco está presente.” Entre las maravillas que se pueden ver en la película están: “Las fotos, los discos, los premios, el mismo sillón donde se sentaba el Polaco con Troilo a escuchar la última grabación. Fue muy lindo: la memoria empieza a surgir de nuevo, en los recuerdos de la familia, y bueno, ahí cada foto tenía una anécdota. Yo traté de darle ese sentido a la película, que detrás de cada material hay una historia linda, una historia de vida y también tuvo momentos complicados. La esencia era esa: traerlo al presente con todo lo que él transitó a lo largo de su vida.” Por eso están su insólito inicio con Horacio Salgán (“¿empezar esta noche? Ahora mismo empiezo si quiere”, le dice Goyeneche al gran maestro del tango ante el ofrecimiento de sumarse a su orquesta), el consumo de cocaína, su vida como chofer de colectivos.
“El otro día veíamos la película con el Bocha, uno de sus hijos, y no podía parar de comentarla, le abría una puerta a un recuerdo. Y yo lo que hice fue eso, que el Polaco contara su historia en primera persona, por eso trabajé mucho el material de archivo, restauré entrevistas también inéditas, donde el Polaco está muy relajado, contando muchísimos temas que para mí también fueron un hallazgo, no sólo con la figura pública sino adentrarse con el tipo común: sencillo, de barrio, pero con un montón de cosas que a mí me sorprendieron. Por ejemplo, no cantaba cualquier tango: el que denigraba a la mujer él no lo cantaba, en eso era tajante. Y era un tipo que tendía puentes, tenía muy pocos prejuicios con la música en un momento donde era complicado. En octubre, noviembre del año ’69, Piazzolla presenta junto a Amelita Baltar en el Luna Park, en un concurso, «Balada para un loco». Y en ese momento Piazzolla era para la mitad del público algo distinto, innovador y para los tangueros ortodoxos era el asesino del tango, una mala palabra. Y sin embargo, el Polaco no se para en ese debate, lee ese poema maravilloso de Ferrer y dice: ‘Acá hay un clásico’. Dos meses después lo grababa. Cero prejuicio. Lo mismo con los rockeros.”
Al detenerse también en esa cara del cantor, Roberto “Polaco” Goyeneche, las formas de la noche produce un efecto claro que va más allá de lo buscado: el Polaco como el símbolo de una comunidad que pese a la intolerancia de algunos daba oído a la novedad, estaba atenta al decir del otro, se ocupaba de pispear -como se decía- por ahí para descubrir qué hay de nuevo, viejo. Cuando hoy tantos y tantas se quejan de no ser escuchados, una figura como la del Polaco despierta acaso más nostalgia que «Naranjo en flor» cantada por el Polaco.
“Yo también aprendo del otro, decía el Polaco. Y eso es importantísimo, si te cerrás te estás perdiendo un montón de cosas. A mí me deja la enorme satisfacción haber hecho una película que siempre fue pensada para la gente. Traté de sacarme los prejuicios y el egoísmo de contar una historia más personal.»
Roberto «polaco» Goyeneche, Las formas de la noche
Dirección: Marcelo Goyeneche. Con: Roberto Goyeneche, Luisa Mirenda, Roberto Goyeneche (h), Adriana Varela y José Colángelo, entre otros. En cines.