Es probable que Alejandra Darín y su hija Antonia Bengoechea más de una vez hayan fantaseado con trabajar juntas: incluso que hasta se les haya presentado alguna oportunidad. Pero fue recién hace unos años, cuando al practicar en la intimidad su papel de Olga en Moscú –para el que Darín tomó a Bengoechea como Irina–, que se cruzaron las miradas y dijeron: «¿por qué no?». Es que los tiempos que corren las tienen a las dos impregnadas de una lucha que, antes que exceder su amor filial, permite que descubran nuevas dimensiones de esa relación y de ellas mismas.
Dice Darín que al director Daniel Marcove y al autor Mario Diament –cuya pieza está inspirada en Las tres hermanas, de Antón Chéjov– «la idea les gustó». «Les dio curiosidad», aporta Antonia. Pero los habituales problemas de agenda de las partes involucradas llevó a que el proyecto sufriera algunas postergaciones, hasta que en la última parte de 2017 con un algo de voluntad, mucho de deseo y el encuentro de Maia Francia («una actriz tremenda», señala Darín), la iniciativa tuvo una fecha bastante precisa: mayo de 2018.
Darín asegura tener una «base fraternal importante», no sólo con sus hermanos, «sino con mucha gente en general». Así que por ese lado no hubo novedades al momento de actuar con su hija. «No me cuesta imaginar un vínculo así. Lo que para mí es distinto en el caso de Moscú es que dentro de toda la humanidad ella es mi única hija mujer, y en eso se destaca de los sentimientos que me puede unir a los seres humanos; es donde tuve la posibilidad de poner mi amor por la humanidad de una manera más concreta.» Esa diferencia cree que la llevó a la mayor dificultad a superar en Moscú: «Al principio me dije: es una compañera más. Pero enseguida me di cuenta de que no es una compañera más: me era casi imposible anular el sentimiento de protección, porque nuestro vínculo se basa también en eso.» Hasta que con el andar de los ensayos, vio que lo importante era relajarse y decir: «Es lo que pasa con los hijos, hay que soltar, tener confianza en lo que una ya hizo, y a la vez de disfrutar de lo que tienen para dar, también como compañera».
Para Antonia, en cambio, todo resultó más natural: «La admiro mucho como actriz y como persona, a ella y a los que me rodearon todo este tiempo. Son gente que se dedica a esto hace mucho tiempo y desde un lugar que admiro mucho: una pasión, una entrega, unas ganas; cuando la gente le dedica su tiempo a hacer algo para compartir con otro, para mí es lo más valioso del mundo».
Hijas que, en la obra de Diament como en otras de la actualidad, vienen a releer lo que sobre las mujeres de otras épocas se dijo y pensó. «Moscú resignifica estos tiempos, y por eso necesariamente las protagonistas son ellas», dice Alejandra sobre la pieza en la que Diament sacó de escena a todos los hombres, que igual están presentes, aunque esta vez a través de ellas. «Lo que fuimos tratando explorar en los ensayos y ahora con la obra es lo que nos pasa nosotras como mujeres y lo que sentimos que pasa en el mundo. A mí me conmueve mucho pensar en las mujeres de otras épocas, que muy limitadas con respecto a los derechos de las personas, sojuzgadas, reprimidas, encontraron una fortaleza para juntarse y luchar. Poder poner eso en una obra a través de este rescate que hace Diament para mí es genial.»
«Apostamos a las personas como Irina –casi la interrumpe Antonia–, con ideales, curiosidad, ganas, con esa idea de que sí, algo se puede cambiar. Por eso también tiene un final distinto, con más esperanza.» Un final que tiene más que ver con un presente de inicio. «Uno puede tomarse el tiempo –que para mí es lo más valioso– y sentarse y reflexionar sobre las cosas que pasan. Cómo es que todavía se esté discutiendo si se puede abortar o no, si puedo decidir tener o no un hijo (ríe con sorpresa e indignación). Cómo puede ser que aparezca una mina exponiendo a una nena de 12 años. Cómo un montón de hombres hablan de situaciones de mujeres embarazadas incluso cuando es por una violación. Todo es un disparate. Uno a veces dice: ¿qué puedo hacer yo desde mi casa, con mis ideas? Podés hacer un montón de cosas, sólo tenés que ser un poquito creativo y creer que sí, y no subestimarnos. Vale que hables, que preguntes, que escuches, que expreses como puedas lo que creas. Estamos hablando de personas, no de muebles. Entonces hay que ser muy cuidadoso, y por respeto, ser curioso.» «