La "Tana" vuelve a los escenarios con un ciclo de tres shows en el Teatro Picadero, en el que repasará lo mejor de su carrera. Su compromiso con la música, el machismo en el 2x4, los prejuicios de los grandes medios, los estragos sociales que dejó el macrismo y los desafíos que debe enfrentar Alberto Fernández.
Susana Rinaldi está de vuelta y con eso toda una forma de ver, sentir e interpretar al tango. Y para que eso quede bien claro nada mejor que hacer lo suyo. “La voz de Buenos Aires”, tal como la gráfica de sus próximos tres conciertos la expone, subirá al escenario del Teatro Picadero (las citas serán el 15, 22 y 29 de febrero) después de haber ofrecido dos shows en noviembre último en el que quedó gente afuera y luego de un parate de año y medio en el que dedicó su entusiasmo al mundo de la lectura.
Sentada en su despacho de la Asociación Argentina de Interpretes, donde oficia de vicepresidenta de la entidad, Susana recibió a Tiempo para hablar del tango en el siglo XXI, el feminismo, la llegada de Alberto Fernández como nuevo presidente de los argentinos, sus hijos, su retiro y, claro, sus próximos conciertos. “Me alegra que me hayan llamado para hacer estos shows, sobre todo en estos tiempos donde todo es difícil. En algún momento los teatros en los que actuaba se llenaban con una velocidad impresionante, y yo como cualquier artista siempre me preguntaba si eso se repetiría todo el tiempo. Pero la gente viene con alegría a escucharte porque tienen la posibilidad de pagar una entrada, pero también tengo en cuenta que hay quienes quieren venir y no pueden hacerlo. Eso es algo que en otro momento no pasaba, pero más allá de eso, cantar en un teatro como El Picadero es hacerlo en un espacio creado por la resistencia y para la felicidad del intérprete. De todas formas, vaya o no vaya gente, eso no me hace cantar mejor”, aclara de manera sincera.
–Hiciste dos shows en noviembre en los que quedó gente afuera. ¿De qué depende a esta altura de tu carrera embarcarte en una seguidilla de presentaciones como las que vas a ofrecer este mes?
–Es verdad que hubo mucho público que no pudo verme a fin de año, así que por ellos es que acepté hacer estos shows. Hoy encarar conciertos depende de cómo me sienta.
–Antes de eso estuviste más de un año sin cantar en público.
–Yo no estuve bien de salud y fue por eso que estuve como un año y mitad sin hacer nada. Así que me dediqué a leer, sin intervenir en espectáculos para nada, sobre todo porque me gusta hacer las cosas con ganas. Eso se transformó en una prueba para mí, sobre todo para saber hasta dónde llegaba y hasta dónde no lo hacía. Tuve suerte porque los productores me esperaron, y luego de las presentaciones que hice a finales del año pasado, ellos mismos me ofrecieron ahora cantar en el mismo lugar cerrando una especie de círculo. ¿Por qué no? Eso me dije enseguida ya que hubo gente que no pudo ir a verme y ellos enseguida me lo hicieron saber.
–Con una discografía tan extensa, ¿cómo armás hoy tu lista de canciones?
–Me dedico a pensar en lo que tengo ganas de cantar y nada más (risas). Hago lo que me parece y avanzo con eso. Un rato antes, unos dos días antes elijo según mi intuición, así que ahí vamos. A mí me gustaría hacer una lista, pero sin tener ensayos ni preparación para salir al escenario. Solamente me encantaría que suene el primer acorde y segundos antes decirle a los músicos lo que voy a cantar. Me gusta la improvisación del jazz porque no te prepara para nada y a la vez para todo. Cuando canto, para mí es muy importante sentir que lo hago con la emoción y la frescura de la primera vez. De lo contrario sería como un aburrimiento notable y gigante. A esto lo digo de verdad porque amo lo que elijo para cantar.
–Eso te asegura ofrecer shows tan imprevisibles para vos como para el público
–Aunque parezca mentira, al show lo delimita el público. Hay un esqueleto, eso sí, pero ellos deciden con su actitud. En el último Cosquín de enero, donde actué con mi hija (Ligia Piro), me dijeron que tenía que cantar unos cuatro o cinco temas y nada más. Eso atenta contra las ganas que tiene la gente de escucharte, y si no les das lo que quieren se la agarran con una. Cuando ellos te esperan quieren escuchar algo específico, y si no lo hacés el artista lo paga. Yo no quiero eso y lo sé muy bien, así que es importante saber lo que le pasa al público después de que hace 40 años que te apoyan. Yo lo tomo en cuenta y no quiero que me manden a la mierda si no canto lo que ellos quieren. ¡Y tienen razón!
–¿Dónde ves hoy al tango?
–En el público que lo conserva porque tiene ganas de tenerlo. Lamentablemente ese público se vio perjudicado por los medios de comunicación y su maniqueísmo horrible que decidieron que como género el tango no iba más. A eso no hay que olvidarlo. Con la única persona con la que los medios no se animaron porque saben que saldrían atontados es conmigo. A ellos no se les ocurre preguntarse por qué yo sigo insistiendo con el tango. Y tal vez se responden sabiendo que si no canto como canto, ¿quién lo va a cantar? El tango es una música única en el mundo que persiste en Europa, Asia y donde te imagines. Hay como una especie de odio retroactivo sobre el tango pero que no alcanza para acabarlo porque la gente tiene placer con esa música. La gente común que habla de tango y tiene conocimiento siempre te dice cosas inteligentes sobre la música, las canciones, el sentimiento que despierta en muchos un género como el que nos ocupa. Por eso y a futuro, me interesa formar alumnos que de aquí en más puedan regocijarse y emocionar a los demás cantando tangos.
–¿Qué haya chicas cantando tangos que te toman como ejemplo qué te genera?
–Es algo que me gusta mucho y me cae muy bien. Sí, hay muchas chicas y es muy bueno que las haya, me gusta escucharlas y hablar con ellas después. Partamos de la base de que a mí me toman un poco como si fuese una mamá, y eso es algo que me honra profundamente. Es muy positivo que haya gente nueva porque hay nuevos tangos que nadie se anima a llevar adelante, pero que al mismo tiempo son composiciones que piden a gritos ser interpretados. Así como aparecí yo un día cantando a Horacio Ferrer y a Piazzolla, también deben aparecer otras y otros. A los autores y compositores hay que sostenerlos, y tal vez esa sea la veta más importante que yo quiero llevar adelante.
–Amelita Baltar una vez dijo que el machismo fue el gran problema del tango. ¿Hay espacio para eso en el tango de hoy?
-No, hoy ya no. Amelita tiene razón, y ella sufrió mucho ese problema, inclusive lo hablamos muchas veces. Ella puede hablar con propiedad de todo eso porque a la mujer siempre se la ninguneó en el tango. Siempre fue así, pero eso hoy ya es tiempo pasado.
–Si al tango lo ves así hoy. ¿Cómo ves al país por estos días?
–Veo al pueblo y al tango despertando de cuatro años nefastos. Yo padecí muchísimo al macrismo. El presidente que teníamos fue alguien impulsado por un grupo de tremendos irresponsables.
–¿Hoy observás esperanza?
–No se puede comparar lo otro con lo que pasa en este momento. Sí, hay esperanza, nada más y nada menos. Mirá, yo quiero profundamente a Cristina Kirchner, y ella entendió que si no tenía que estar, no tenía que estar y lo asumió antes que nadie. Lo que le toca a Alberto es demostrar lo genial que es en un aspecto, me refiero en el darle esperanza a la gente. Eso es lo que se sabe de él desde que entró en nuestra historia política y social. Cuando él asumió como presidente, además de respirar un poco, lo primero que me salió fue “te vamos a ayudar”, no me salió la expresión “este nos va a salvar”. Yo soy de los que piensan que la política está bien y es necesaria, pero sobre todo debemos tener presente a las burbujas malditas que dejamos atrás. Si eso no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie. El pueblo argentino, y yo me incluyo, en un momento se acostumbró a que todo te lo den, que todo te lo hagan. Todo tiene que salir de vos, de lo que sufriste, te sacaste de encima, de lo que dejaste de lado. Hoy hay que acompañar a una realidad porque nos hace falta acompañarla. Ojalá que las cosas en las que nos fue para la mierda nos sirvan de experiencia. No estoy apoyando a un señor que está al frente de la responsabilidad actual sino a una persona que actuó de la misma manera cuando yo lo conocí hace ya un tiempo atrás.
¿Cuándo?
Susana Rinaldi en vivo. Sábados 15, 22 y 29 de febrero a las 22 en el Teatro Picadero. Pasaje Santos Dumont 1857.
Dos hijos, la misma pasión
La pasión de Susana Rinaldi por su música es sólo un poco menor a la que profesa a sus dos hijos, Alfredo y Ligia Piro. Pero no casualmente ambos construyeron una carrera musical extensa. Sobre ellos dos, la Tana detalla: «Alfredo es un estudioso permanente. Por esa sola razón creo que merecería una recompensa más trascendente e importante, sobre todo porque labura como un loco en aquello que no solamente es para sí mismo. A mí me encanta hablar con él, y ahora que se fue con su familia de viaje me hace falta. Me encantan nuestras charlas, y de la familia nuestra tiene el carácter más interesante, así que en eso se parece bastante a su papá. Con él me pasa que nos reímos de nosotros, algo que no suele pasar con el hijo varón, pero no creas que soy la ‘mamarula’, porque si no me gusta algo enseguida se lo digo», aclara Rinaldi. Con respecto a Ligia, lo primero que sostiene es que se trata de una mujer que piensa. Así lo expresa: «Ella es muy importante, y al mismo tiempo no sé cómo hace, pero reparte su tiempo como madraza y artista. Ella es una gran cantante, hasta te diría que del carajo (risas). Lo que tengo que decir de ellos en general es que han sido compañeros porque fueron grandes compinches de su madre. Ellos me aguantaron los meses en los que me iba de la Argentina para girar por el mundo. La trastienda que tienen y la vida en el exterior que experimentamos juntos nos hizo lo que finalmente somos. Nuestra familia es chica, pero compacta en los sentimientos. Fundamentalmente, a ellos dos les deseo lo que son hoy. Nada más que eso», concluye.
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