La célebre fórmula devenida en comienzo clásico de ficción cinematográfica “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…” cobra más emoción y expectativas que nunca. Y es que con ella esta vez regresan los personajes que elevaron a Star Wars al estatus de ícono de la cultura pop y a partir de las cuales se edificó una saga de ramificaciones interminables en el cine, el streaming y el cómic.
En efecto, en Obi-Wan Kenobi –interpretado por Ewan McGregor, que vuelve a su rol– uno de los caracteres más queridos de la franquicia logra la justicia poética de tener una ficción que lo tiene como protagonista, cuestión para la que le sobran méritos y réditos. Pero inevitablemente con él llega su némesis: el popular malvado Darth Vader (Hayden Christensen) y los épicos miembros de la dinastía Skywalker: Luke y la princesa Leia en versión infanto-adolescente.
Situada entre los episodios III y IV, la miniserie de seis capítulos es el nexo entre las “películas viejas” de las décadas del setenta y del ochenta y la saga que comienza a fines del siglo XX y se desarrolla durante la primera década del siglo XXI. Es una etapa en la vida del antaño maestro Jedi ahora desterrado en Tatooine sobre la cual inexplicablemente no se sabe mucho y no se profundizó siquiera en los cómics.
Han pasado diez años de los hechos narrados en el Episodio III, que daban cuenta de la caída de la República, de la consolidación del tenebroso imperio galáctico y de la derrota de los Jedis, cuyos últimos sobrevivientes son aún víctimas de persecución en el marco de la gran purga de la Orden 66, una especie de solución final para los seres más luminosos de la galaxia. El más buscado es, por puesto, el propio Obi-Wan que, oculto en el desértico planeta Tatooine bajo la identidad del granjero Ben, derrotado y desesperanzado tras el sueño truncado que había depositado en Anakin, contempla desde lejos y espera el momento de acercarse a Luke para adiestrarlo en las artes sabias del uso de la Fuerza. De entre los perseguidores, destaca por su crueldad la Tercera Hermana/Reva –interpretada por Moses Ingram–, cuya religiosa cruzada por encontrar a Obi-Wan y ponerlo frente a Darth Vader solo es comparable al celo de Javert buscando a Jean Valjean en Los miserables.
Solo que no hay en Reva –el más notable carácter de las nuevas incorporaciones– nada de la incorruptibilidad de Javert: es malvada sin ambages fruto de motivaciones y de un profundo resentimiento sobre el que de seguro se ahondará probablemente con el correr de los capítulos. La saña inquisitorial de Reva sumada a su inteligente astucia la lleva a cometer el más terrible de los crímenes: secuestrar a la princesa Leia Organa para hacer aparecer a Obi-Wan.
Es así que, siguiendo un formato clásico en las narraciones de aventuras, el héroe desesperanzado y oculto que es Obi-Wan sale de entre las sombras y vuelve a la arena de las luchas galácticas para redimir sus culpas del pasado y salvar al menos la descendencia de Anakin.
Ewan Mc Gregor construye de manera sólida a esta nueva versión de Obi-Wan atormentado por los recuerdos –con pesadillas recurrentes de su enfrentamiento con su antiguo protegido– que debe recorrer el camino del esperanzado aventurero de las precuelas hasta el más contemplativo, pacífico y sabio ermitaño interpretado por Alec Guinness en la película original de Star Wars.
Con un largo prólogo que incluye secuencias de la llamada primera trilogía para introducirnos en la trama y constantes reminiscencias a los momentos más conmovedores de la épica galáctica, la miniserie apela frecuentemente a la nostalgia y juega con la esperanza de un climático encuentro entre Obi-Wan y Darth Vader, antiguos protegido y protector y entrañables amigos, que luego se convertirán en enemigos y en los prototipos de la necesaria lucha entre el Bien y el Mal para equilibrar las fuerzas de la galaxia. Así triunfa la siempre efectiva fórmula de la tragedia de la amistad truncada.
Las nuevas y potentes aventuras de los primeros capítulos están centradas en las artimañas de Reva por hallar a Obi-Wan y en el rescate de la traviesa princesa Leia Organa. La relación entre la niña –que ya revela el encanto y la rebeldía que caracterizara su personaje– y el desengañado y hastiado Obi-Wan tiene su correlato en la relación entre Baby Joda y el Mandalorian de la serie homónima.
Con la dirección de Deborah Chow, muy cuidadosa en sus aspectos técnicos y visuales, que no tienen nada que envidiarle al cine, pero con cierta morosidad en el guión de Joby Harold, Hossein Amini y Stuart Beattie, que apela a los sentimentalismos obvios de los fanáticos de la saga, seguramente la miniserie progresará en los capítulos por venir y se convertirá en el preciado eslabón de la saga galáctica que todos están esperando. «
Obi-Wan Kenobi
Dirección: Deborah Chow. Guión de Joby Harold, Hossein Amini y Stuart Beattie.
Elenco: Ewan McGregor, Hayden Christensen, Moses Ingram, Rupert Friend y Sung Kang, entre otros. Disponible en Disney+.