Sofía Gala Castiglione, Tamara Pettinato y Julieta Cajg: «Lo políticamente correcto puede transformar al arte en un embole»

Por: Eugenia Tavano

El regreso de "Confesiones de mujeres de 30" confirma el peso específico de una obra que sabe desafiar estereotipos y actualizarse. Sus protagonistas reflexionan sobre los mandatos sociales y de género, su oficio y el poder del humor para exorcizar las imposiciones cotidianas.

Los temas universales tienen la gracia de ser reconocidos por su mera enunciación. Lugares comunes, no siempre reconfortantes, donde los símbolos y los arquetipos esperan ser vivificados por las voces y los cuerpos de pensadores y creadores. Pero el convite es también una trampa: basta un paso en falso para que el inconsciente colectivo se aburra o se exaspere con las nuevas lecturas o ejercicios propuestos. El paso del tiempo, el deseo, la maternidad, los miedos y las expectativas son algunos de los tópicos que Confesiones de mujeres de 30, una de las obras más emblemáticas de la cartelera porteña de las últimas décadas, filtra desde un registro teatral extrañado. Un híbrido en el que actrices, personajes y público borronean sus límites a uno y otro lado de la escena para que aparezca la risa, la burla y también la compasión. La obra escrita por Domingos de Oliveira y dirigida por Lía Jelín lleva casi 20 años ininterrupidos sobre las tablas y desde hace cinco tiene como protagonistas a Sofía Gala Castiglione, Tamara Pettinato y Julieta “Cayetina” Cajg.

Después del parate de la pandemia, el trío volvió para hacer Confesiones de mujeres de 30 y reencontrarse con el público en el último tramo del año . La obra, estrenada originalmente en 1994 con Alejandra Flechner, Andrea Politti y Virginia Innocenti, tuvo varios elencos (por los que también pasaron Florencia Peña, Jorgelina Aruzzi y Carolina Peleritti, entre otras) y recorrió el país. “Con las chicas nos conocíamos, pero de trabajar en el medio. La producción nos vio como un buen trío y Lía (Jelín) nos dijo que teníamos que hacernos amigas. Por suerte se dio y resultó ideal todo. Estrenamos en 2016 y desde entonces, con algunos parates, la estamos haciendo”, cuenta Tamara Pettinato. Para esta versión de la obra se sumaron Flora Alkorta y Verónica Lorca en la adaptación de los textos, que a veces son monólogos, y otras intercambios o charlas entre estas mujeres en escena. 

-Más allá de las idas y venidas, ¿cuál es la clave de este elenco para sostener Confesiones de mujeres de 30?

Tamara Pettinato: -La verdad es que la pasamos muy bien entre nosotras, nos divierte hacer esto. De hecho, empezamos sólo por tres meses y al final nos quedamos a vivir (risas).

Sofía Gala Castiglione: -Tenemos el mismo humor, y cuando improvisás, si no tenés el mismo código, es muy difícil hacer comedia. Compartimos la misma energía, nos encontramos ahí y creo todo se sostiene jugando.

Julieta Cajg: -Lía (Jelín) nos había dicho que para que la obra funcione nos teníamos que hacer amigas. Realmente fue así y eso terminó de angelar el trabajo. Hay una conexión en el escenario que nos permite estar disponibles para la otra, para hacerla brillar. Eso, en una puesta como esta, hace que crezca exponencialmente y pueda lucirse de otra manera.

-En estos más de 20 años desde que se estrenó la obra, cambiaron muchas cosas, sobre todo en temas de género. ¿Cómo dialogó esta versión con la original?

JC: -Más allá de lo que cambiaron Flora (Alkorta) y Vero (Lorca), la obra te da la posibilidad de decir y modificar en escena lo que no te hace sentir cómoda o no te identifica. Aunque hay cosas que no reflejan lo que cada una diría, podemos subirnos a la crítica. Fue una construcción, para las tres, como actrices, porque no se trata de un texto en el que se representen todo el tiempo personajes, y al mismo tiempo, si bien tampoco los monólogos o lo que contamos es nuestra historia, estamos paradas en escena como referentes. Yo, particularmente, tengo dos textos que hablan de la belleza y del paso del tiempo, y renegué mucho con eso. Le lloraba a Lía cada año pidiéndole que lo saque, que no lo quería hacer, y hoy por hoy yo misma, Julieta, me cuido la piel. O, por ejemplo, en la obra nos la pasamos criticando a los varones, y la verdad es que las mujeres ya no estamos pendientes de los hombres, pero el juego es exasperar algunas características.

SGC: -Me parece que lo bueno que tiene Confesiones… es que no habla de temas trascendentales, sino de problemas cotidianos, qué pasa con los varones, qué pasa con la cara cuando tenés 30… Y creo que en este momento, en el que representar a una mina preocupada por el aspecto físico podría ser visto como poco actual, hace que la obra tenga una incorrección política que para mí le suma. El arte tiene que provocar, si es complaciente no sirve. Lo políticamente correcto puede transformar al arte en un verdadero embole. Eso y querer gustarle a los demás para mí es la muerte. Es un peligro que nadie te haga pensar nada porque están todos diciendo lo que vos querés que digan por miedo a que los canceles. Y la verdad es que podemos tener nuevas ideas, pero el ser humano es contradictorio y es dual. Por más que seas una mujer feminista, empoderada, el paso del tiempo, el aspecto, es algo que preocupa a la mayoría de las mujeres. Sentirse bien, aceptarse, son cosas que se mantienen a lo largo de los años.

TP: -Y también se agregaron cosas nuevas al guión, como por ejemplo la relación que tiene una mamá con la niñera, que es algo más de esta era. Ahí somos las tres en un solo monólogo.

-Y entre todas estas mujeres o voces en escena, que a veces son las de ustedes y a veces no, ¿cuáles les tocan?

TP: -Yo tengo el monólogo de la mujer recién separada que cree que la vida va a ser fantástica y se lleva a todo el mundo por delante, y no es tan así…

-¿A vos te pasó?

TP: -No podrías creer si te digo que todo lo que contamos en la obra nos fue pasando a lo largo de estos años (risas)… Por eso, esas cosas del texto que en algún momento decíamos “no van”, a medida que fuimos creciendo, nos dimos cuenta que sí van, recontra van.

SGC: -También está el tema de la maternidad, la chica que se la pasa yendo al psicoanalista y no se puede encontrar consigo misma, la heterosexual que tuvo una experiencia con una mujer porque está cansada de los varones… Estamos creando distintas mujeres todo el tiempo, llevándolas al extremo para que haya humor, más allá de que las problemáticas sean reconocibles. Una de las chicas que hago yo, que va al psicólogo, es una desequilibrada, ¡una loca!, no creo que te puedas identificar con ella más allá de que compartas cosas. Eso es lo que más me divierte de la obra, que aunque sea un clásico, nosotras lo hicimos nuestro y lo transformamos en algo nuevo. 

-En una época donde la híper exposición es moneda corriente, ¿qué sigue cautivando al público de escuchar a unas mujeres confesarse?

SGC: -Creo que la obra funciona, al menos la que estamos haciendo ahora, porque más allá de todo hay cosas naturales que nos identifican como personas, que ocurren más allá de los cambios de época. Y también porque funcionamos muy bien las tres como equipo en el escenario. Vas a ver la complicidad de tres amigas mujeres, y eso es algo fuerte para las chicas, las amigas que vienen. Yo siempre tuve amigos varones y recién de más grande tuve amigas mujeres. Me costó tenerlas, pero cuando las conocés, no hay nada como tener amigas mujeres, amigas de verdad, hermanas de la vida. En ese sentido, ver tres mujeres divirtiéndose arriba del escenario, diciéndose de todo pero sin mala leche, es genial. Por eso podemos jugar y trabajar, realmente hay una gran conexión entre nosotras y eso es fundamental para que la obra funcione.

JC: -Este trío que formamos llama mucho la atención. Muchas veces nos mandan mensajes por las redes sociales, nos dicen “qué ganas de salir con ustedes, tomarme una cerveza”…

TP: -Yo creo que pegan los conflictos que tienen las mujeres de entre 30 y 40. Y que hablamos de chongos, de chongas, porque hay una parte lésbica, un poco de todo… Y si bien no es exactamente nuestra historia, le metemos mucho el chiste nuestro, nos gusta reírnos de que Sofía es hija de Moria y yo de Pettinato, que no es algo normal (risas) y a la gente le gusta entrever también algo de nuestra vida.

-Y en eso de romper la cuarta pared ¿qué cosas pasan?

TP: -¡Ah, es súper divertido! Me toca a mí bajar con el micrófono y hablar con el público, totalmente sin guión… Por ejemplo: siempre que les pregunto por la infidelidad, o si alguna vez fueron infieles, nadie dice nada. ¡Es increíble! (risas).


¿Cuándo?

Confesiones de mujeres de 30. Autor: Domingos de Oliveira. Adaptación de Flora Alkorta y Verónica Lorca. Dirección: Lía Jelín. Con Sofía Gala Castiglione, Tamara Pettinato y Julieta Cajg. Jueves y viernes a las 20, Teatro Multiescena: Av. Corrientes 1764.


Vidas y proyectos que se cruzan

En los cinco años de esta puesta de Confesiones de mujeres de 30, las actrices coinciden en que experimentaron un crecimiento que se refleja en la obra. “En mis 30 empiezo a entenderme. Aunque se habla de una crisis de la edad, siento que ahora tengo tiempo para decidir y para priorizar”, dice Sofía Gala sobre su vida y su carrera, particularmente prolífica en cine y últimamente, también en el streaming (El reino).
Tamara Pettinato, además del teatro, está más volcada a la radio (comparte con su padre el aire de ¿Genio o idiota? en Pop Radio, y con Julieta Cajg, en la misma emisora, el programa Pussy Pop), cuenta su experiencia: “Tengo mi independencia, vivo sola con mi hijo. Me separé, algunas cosas no son como ilusionaba a los 20, pero estoy bien. Vivo mis 30 bastante relajada”. Por su parte, Julieta Cajg recalca que está muy feliz “de haber crecido en lo profesional, de estar pisando el escenario como actriz y en otros proyectos”, dice y adelanta que, además de la radio (es parte del equipo de conducción de Un día perfecto, en La Metro), en 2022 participará del estreno de la obra Los chicos de Varsovia en el Centro Cultural San Martín.



La experiencia y la disciplina de Lía Jelín

Aunque con distintas trayectorias y caminos recorridos, las tres actrices coinciden en cuánto las marcó ponerse a las órdenes de una directora de la trayectoria de Lía Jelín. “Trabajar con ella, que es muy estricta y disciplinada, me enseñó un montón. Desde métodos para memorizar la letra, hasta formas de interpretar. También es muy movilizante verla montar una obra. Lía es una ‘mostra’ y te enseña todo el tiempo”, cuenta Sofía Gala. “¡Amamos a Lía! Nos hizo llorar, reír, crecer como actrices. La puteamos, pero cada vez que terminamos la abrazamos y le agradecemos por todo lo que nos hace aprender”, agrega Julieta Cajg.
“Lía es lo más… ¡Y es lo más mala que yo vi también!”, ilustra con acidez Tamara Pettinato. Pero luego desarrolla: “Te dice de todo, y en la cara. ‘Así no, esto es un desastre’. Yo no estaba acostumbrada a esas formas y me parecía muy terrible que me grite así. Pero la verdad es que te enseña tanto… ¡Tiene 86 años! Su conocimiento es insuperable”.

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