La vida profesional de Sofía Gala Castiglione se alimenta de desafíos. De buscar y construir personajes que se corran de los lugares tradicionales que la industria del entretenimiento les dio a las mujeres. En esta oportunidad le pone el cuerpo a Silvia Monteferrante, quien encontrará un antes y un después en su vida luego de ir a un homenaje post mortem de su exmarido policía, muerto en un procedimiento. El rechazo que siempre le produjo el ambiente policial y algunas sospechas sobre los hechos que rodearon el deceso empujarán a Silvia a indagar y entender mucho más de lo que estaba dispuesta a aceptar. Vivirá una transformación notoria e impactante que marcará un antes y un después en su vida. Natalia Natalia, la nueva película de Juan Bautista Stagnaro protagonizada por Sofía Gala Castiglione, llegará a los cines este jueves.
Este relato policial intenso y atrapante también cuenta con la participación de Diego Velázquez (el Griego, quien intentará proteger a Silvia de las sombras que la acechan), Valentina Bassi (Lola, su abogada) y Tony Lestingi (Molinari, un insidioso comisario mayor de Asuntos Internos). «Es una película que habla de la corrupción, la violencia, los secretos y de aquello que a veces no podemos evitar. Me gusta que la heroína sea una mujer y que recorra un arco emocional importante. La historia la va tomando y termina completamente distinta. Eso es lo que me pasa a mí en mis procesos creativos, con cada uno de los papeles que encaro termino distinta. Mis personajes me enseñan y me transforman», afirma la actriz.
«Interpreto a una persona que está muy sola, que vive tratando de no meterse en líos o cuestiones turbias, algo que al ser hija de un policía y exesposa de otro le resulta difícil. Pero por determinadas circunstancias se va metiendo en este universo lleno de varones violentos y se hace fuerte para buscar la verdad», señala.
La corrupción y el poder son temas centrales en la trama: «En todo el mundo y en todo tipo de sociedades, siempre el mal manejo del poder termina en corrupción. Esta historia muestra eso, pero pasa en muchos ámbitos, desde los más chicos a los más grandes. En todos los lugares de poder, los humanos se corrompen, y eso es porque no sabemos manejarlo bien, creo: en vez de usarlo para ayudar, cuidar a otros o para construir, que es lo que se debería hacer, se termina utilizando de manera egomaníaca, para controlar y decidir sobre la vida de otros. Pero no pasa solo en la policía, sino en todo: la política, en los trabajos… Las posiciones de poder traen esas dinámicas dañinas. No entiendo cómo hay gente que quiere asumir esa responsabilidad».
Gala Castiglione debió aprender a manejar armas para Natalia Natalia, algo que no la atraía para nada. «Odio los fierros –subraya–. Es algo que mata, no entiendo cómo hay gente que se excita con eso, pero bueno. Hay roles que lo ameritan y yo no juzgo a los personajes, siempre lo digo. Me cuesta manipularlas, no me gusta lo que representan ni lo que hacen: me parece que las armas resumen todo lo malo del mundo, pero entiendo que son un elemento que explican la violencia en la que vivimos».
La actriz construyó un vínculo muy cercano con Bassi: «No fue buscado. Creo que se dio porque cuando se conocen nuestros personajes, el mío necesita confiar en alguien, y este film tiene mucho de que no se sabe de dónde puede venir la puñalada. Eso es el buen cine, cuando el espectador se pone a pensar ¿qué haría yo en ese lugar? ¿Por qué confía en este o el otro? Esta es una película que juega con eso».
Gala Castiglione admite que el ritmo del relato es diferente a lo que está acostumbrada, y fue otra de las cuestiones que la fueron atrapando. «Me gustaba la idea de trabajar con este director, porque de su experiencia podía aprender. Es muy permeable y para nada soberbio, como a veces pasa. Me escuchó y eso es destacable. Reafirmó lo que creía: el cine es algo colectivo. Desde que tengo memoria, no creo que haya existido un peor momento para la cultura y el arte, tan desastroso como ahora. No solo por lo económico. Vivimos y padecemos la cultura del like. Hay que gustarles a todos y entretener de cualquier forma. Muchos tienen miedo de incomodar y dirigen su trabajo a lo que funciona. Eso condiciona a los artistas y no está bueno», observa.
«No me interesa gustarle a todos, ni lo que piensen de mí –agrega–. Tampoco que me quieran. Yo quiero a poca gente, no busco el reconocimiento mundial ni caerle bien a todo el mundo. Hay quienes quieren ser famosos y gustarle a todos: ok, yo no. A mí no me interesa gustarles a todos. A mí no me gusta todo, ¿por qué yo debería gustarle a todos? No me interesa lo que piensen de mí. No me interesa no molestar. No quiero ser un artista complaciente. Si te molesta lo que hago, mejor. Por lo menos te provoca algo. Si te modifica o trasciende la película o la obra, mejor. Eso es el arte. Que una producción artística no te mueva un pelo es la muerte. Nada que te deje conforme sirve. Si solo lo que te deja buen sabor es lo que hay que ofrecer, no cuenten conmigo».
«Hacemos arte porque no nos gusta el mundo. Entonces, ¿por qué vas a querer que todo el mundo te quiera, si es todo lo que odiás? Entiendo que hay una dualidad ahí, ser reconocido o amado, admirado, genera algo, pero a mí no: no me interesa ser reconocida o admirada. De hecho, me resulta rarísimo que cualquiera decida hablar de vos más allá de tu trabajo. Yo me apoyo en mi familia, mis amigos, que no son tantos. ¿A quién le importa quién soy yo fuera de lo que hago? Ahora la gente es famosa por mostrar quién es, qué hace… No está bueno, no me gusta. ¿Qué me importa quiénes son los demás?, nadie tiene derecho a opinar y emitir juicio de valor sobre otros. Así que no me meto en esa», puntualiza.
A Sofía Gala Castiglione le gusta tomar riesgos. Intenta en cada trabajo no ser superficial y se planta ante ciertas nociones de lo correcto: «Hay que dejar atrás el miedo de ser cancelado, animarse a decir o interpretar algo incorrecto. Y hacer lo que se quiere, sin ver si cae bien. Podés decir todes, todos o lo que te parezca bien. No dejarse intimidar porque no se puede decir puta, no se puede decir puto, o lo que sea. Si no podés decir nada, porque alguien se ofende, estamos matando el arte. Obvio que las agresiones, la violencia y las situaciones injustas tienen que cambiar y dejarlas atrás exige un sacrificio discursivo, pero en arte se puede decir todo y te puede gustar algo de alguien que se mandó una cagada. Así lo entiendo y lo vivo yo. Eso es lo que pienso».
A modo de reflexión final, destaca: «En el fondo sé que soy una privilegiada, que puedo permitirme pensar cosas que muchos no pueden porque tienen que sobrevivir. Me gusta trabajar, pero también me gusta mi casa. Me encanta ser ama de casa. Cuidar a mis hijos, limpiar mi casa. Me gusta ser mamá». «
NATALIA NATALIA
Dirección: Juan Bautista Stagnaro. Elenco: Sofía Gala Castiglione, Diego Velázquez, Valentina Bassi, Demian Salomón, Tony Lestingi. Estreno: 24 de noviembre. En cines.
Prioridades y decisiones en presente
Sofía Gala Castiglione tiene incorporada en su actitud algo de esa mirada «No future», a lo Sex Pistols, y siempre subraya que prefiere ir a buscar a sus hijos al colegio que estar en un set de filmación.
Sin embargo, su agenda de trabajo siempre es atractiva. En estos días trabaja en un película en Uruguay, junto con Carmen Maura. Ya había compartido set con la española: fue en el 2010, en un film dirigido por el gran Francis Ford Coppola, donde también participaron Vincent Gallo, Rodrigo de la Serna y Alden Ehrenreich. La película se llamó Tetro.
«No pienso mucho en el futuro, ni tampoco en el pasado. Por suerte puedo elegir qué hacer y qué no, y a medida que pasa el tiempo voy haciendo solo lo que me interesa. Trato de no trabajar por trabajar. No hay después, entonces hay que pasarla lo mejor posible, tener prioridades y ser consecuente. La mía es ser mamá, es mi realidad y no me canso de decirla. No pienso mucho en el futuro, ni tampoco en el pasado. Trato de vivir de la mejor manera posible el presente y disfrutar de lo que me gusta disfrutar», confiesa.
El experto en óperas primas
Natalia Natalia marca el regreso al cine de Juan Bautista Stagnaro después de once años. “Parezco experto en ópera primas”, bromea el experimentado cineasta, quien supo disfrutar de éxitos como Casas de fuego (1993), La furia (1997) y El amateur (1998), entre otros. Además, nadie le quita el privilegio y galardón de haber sido coguionista de Camila (de María Luisa Bemberg) y Las manos (de Alejandro Doria), entre otros films.
“En Natalia Natalia pude lograr plasmar una idea con la cual conviví durante mucho tiempo. Tomé el desafío de hacer algo cercano al film noir, con una unidad en el punto de vista para desarrollar el relato: el espectador sabe lo que sabe el protagonista e ignora lo que el protagonista ignora. Y convertí a una mujer en el centro de un relato donde el personaje clave es un policía. Me aleje de la clásica femme fatal, de la tonta y la esposa abnegada. Busqué a alguien que pudiera ser un personaje activo, con secretos y la sensibilidad necesaria para ser una atractiva protagonista”, asegura Stagnaro, que tardo seis años para desarrollar este mecanismo narrativo.