La actriz se luce en el nuevo film de Moroco Colman. Interpreta a Reina, una chica que lucha por sobrevivir y de pronto abre los ojos a una realidad intolerable del especismo y la industrialización animal.
“Me cuesta mucho hablar de mis personajes. Los procesos de composición que hago son muy instintivos y muy poco analíticos”, agrega la actriz. “Siento que analizar demasiado un personaje te hace en un punto juzgarlo, para bien o para mal. Mi forma de atravesar los personajes es estando ahí de verdad. Yo soy autodidacta, no tengo una fórmula o una técnica particular de trabajo. Creo que eso es lo que hace que puedas atravesar el personaje y darle una vida y una naturalidad y es lo que me calienta de la actuación. Cada vez más vivimos en una época tecnológica y con tantos estímulos que nunca estamos viviendo el momento ni atravesando la vida”, reflexiona.
El guión escrito por Moroco Colman y Sofía Castells vuelve a un lugar fundante de las ficciones argentinas: el matadero. Pero, a diferencia del cuento homónimo de Esteban Echeverría, no se trata de narrar la historia de la eterna grieta argentina -unitarios versus federales o burgueses versus obreros-, sino de denunciar el especismo (la discriminación y el maltrato de los animales por considerarlos inferiores) y la industrialización animal.
A su vez, en Reina animal, la comercialización de la carne vacuna -y la de otros animales- se entrelaza con otras carnes que también se vuelven objetuales y que culmina, por ejemplo, en violencia hacia las mujeres. De esa manera, se traza un paralelo con otro film que también tiene como telón de fondo mataderos, frigoríficos y mujeres abusadas: Carne (1968), de Armando Bo.
En relación a Reina, Sofía refiere: “Yo creo que este y todos los papeles que acepto, lo que me lleva particularmente a querer hacerlos, tiene que ver con que me trasciendan. No quiero quedar complacida con lo que leo. No quiero que el guión sea lo que yo quiero leer o lo que quiero escuchar. Quiero que sea algo que realmente me modifique. Y, de esa manera, atravesar determinadas situaciones, incluso pensamientos o cosas que no tengan que ver con mi punto de vista. Un acto artístico funciona cuando te modifica. Que sea algo malo, algo bueno, cualquier cosa que no sea la nada. No me gusta lo complaciente, no me gusta lo conformista. Entonces siempre estoy buscando algo de riesgos y algo que a mí mismo me mueva el piso. Quiero entrar en una película siendo una persona y salir siendo otra”.
Fiel a su estilo -en La noche más larga retrataba de manera explícita las brutalidades de violaciones y la cámara se detenía en los genitales de un abusador serial-, en su nueva creación, Moroco Colman retrata con crudeza, sin metáforas ni fuera de campo, la violencia que se ejerce sobre animales vacunos y otros que, para nuestra cultura, son animales domésticos.
Gala señala que “Más allá del tema del especismo, lo que a mí me interesó es la dualidad humana permanente que existe en nosotros. En principio Reina trafica carne sin pensar en otra cosa más que en sustentarse. Y no se hace ninguna pregunta porque la carne llega aséptica a sus brazos. Recién cuando llega al matadero y ve todas las escenas de maltrato animal comienza a reflexionar. A veces hay que mostrar lo obvio, porque si no te lo muestran, no se ve nunca. La mayoría de la gente no somos conscientes de dónde viene no solamente la carne, sino absolutamente todo lo que consumimos, lo que vestimos. El humano siente que come un bife al horno y olvida que está comiendo un animal.”
La actriz agrega: “No me gusta calificar. Primero trato de quitarle las etiquetas a casi todo en la vida. Siento que eso te limita. No sé a qué género podría pertenecer la película y nunca me lo puse a pensar.”
La película tiene la particularidad de ser la primera producción de ficción nacional sustentable y de sostener una ética. “Me cuesta mucho hablar de lo ético, lo moral, lo correcto, lo incorrecto”, señala Gala. “Y principalmente porque creo que en el arte o en el cine todo lo políticamente correcto es la muerte del arte y del cine. Sobre todo, en esta súper moralina que impera ahora donde se busca no molestar ni incomodar a nadie. Todo se está volviendo un entretenimiento. Prefiero mil veces que el público salga agobiado o puteando del cine antes de que salga indiferente. El arte siempre fue así. El otro día veía un rodaje de Pierrot el loco. Y pensaba esto se podría contar ahora. Pero todas estas obras de arte maravillosas hoy estarían canceladas. Estoy harta de la cancelación y de lo políticamente correcto. Me gustaría que todo lo que tenga que ver con el arte sea transgresor, sea juzgado, sea donde la gente esté hablando realmente de su punto de vista y sin pensar que le va a pasar al otro, si no pensando en lo que te está pasando a vos y por qué vos querés contar esta historia. Todo se va modificando para que le guste a la vieja, al viejo, al rebelde, al joven, al bueno, al malo. Reprimir el arte a un determinado nivel social y moral y ético, es una gran trampa para que esto, que el arte que es algo que debiera abrir cabezas, te haga sentir nada.» «
Dirección: Moroco Colman. Guión: Moroco Colman, Sofía Castells. Elenco: Sofía Gala Castiglione, Chang Hung Cheng, Cristina Medina, Fernando Listello. En cines.
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Parece mentira pero las personas veganas tenemos que agradecer cuando se menciona el especismo y no es una escusa para pegarnos. En pagina12 E. Boetti aprovechó el estreno de esta película para apuntarnos porq según él no nos preocupamos lo sufiente por la pobreza o la realidad del país. En lo personal, yo soy operario y la mayoría de las personas veganas que conozco trabajan en la educación pública. Gracias Adrian Melo por ofrecer un enfoque distinto, aguante Tiempo Argentino y el cooperativismo ✌🏼.