Gustavo Cerati murió el 4 de setiembre de 2014, a los 55 años de edad. Antes del ACV, que lo mantuvo durante sus últimos cuatro años de vida en coma, el artista pasaba por uno de los momentos más brillantes de su creatividad artística y estaba en medio de la gira de su disco Fuerza natural. La suya, fue una vida artística vertiginosa y de mucho trabajo, que se construyó a partir de las cincuenta personas que vieron a Soda Stereo en el Café Eintein en el ’83 hasta llenar seis veces la cancha de River con Soda en 2007, y de ahí en más establecer un nuevo cannon cancionero como solista. Pero el reverso de toda esa historia musical, está atravesado por una trama más compleja y profunda, incluida la vida de todos los días, el Cerati fuera de los escenarios.

Algún tiempo atrás. La vida de Gustavo Cerati, libro de Sergio Marchi, editado por Sudamericana, trae más claridad sobre diferentes aspectos de una personalidad con muchas capas. El hombre que necesitaba del ruido y el silencio, que tenía que aislarse para componer o pedía la colaboración de otros, que podía pasar del estudio de la cábala y las preguntas existenciales a las noches de excesos, del hombre de familia que iba a comer los domingos con su madre y el enamorado sin fin de los juegos de seducción.

¿Quién era entonces Gustavo Cerati, más allá de la estrella de rock conocida por sus canciones? En la voluminosa biografía de 600 páginas el periodista Sergio Marchi aborda una nueva mirada sobre la persona y el artista: aparece el niño que jugaba a ser músico cantando temas del Club del Clan, el aprendiz de folklorista, el chico clase media de una escuela parroquial, el adolescente torpe que escuchaba Génesis, el músico de rock barrial, el melómano al tanto de las nuevas tendencias musicales, el creador de Soda Stereo, el estudiante esotérico, el padre presente, el que componía con máquinas, el que decía que no sabía hacer letras, el que formó parte de la realeza del cancionero de rock en castellano junto a Charly, Fito y Spinetta.

Cerati con Spinetta.

Durante tres años el biógrafo se sumergió en la vida de Gustavo Cerati y entrevistó a unas cien personas, que le permitieron trazar esa hoja de ruta en detalle sobre su vida y su visión artística. “A Gustavo lo entrevisté muchas veces, lo vi con Soda y como solista en tiempo real. Tenía la ventaja de ser contemporáneo, pero hay un dicho, la realidad es más extraña que la ficción”, dice Marchi.

El relato busca echar luz sobre ciertos mitos, -distintos aspectos de su vida familiar y personal-, o malos entendidos sobre ese músico fundamental del rock de América Latina.

“Se casó dos veces, tuvo dos hijos a los que quiso con locura, perdió propiedades inmobiliarias y estudios de grabación en divorcios; experimentó con el rock, el pop, la electrónica, con la tecnología, con la música y con sus pelos. (…) Lidió con adversidades externas e internas, aprovechando los ocasionales vientos de cola, esquivando las envidias, los nubarrones, y los mullidos sillones que ofrece el éxito a cambio de una obediencia a sus supuestas reglas, a las que violentó sin titubeos cuando le pareció necesario para su expresión. Supo rendirse a las ovaciones y también entendió cuál era el momento de escapar a la momificación de la repetición”, escribió Marchi en el prólogo del libro, a manera de introducción.

El escritor Mark Twain dijo que una biografía no es más que los meros ropajes y botones de un hombre. De hecho, una de las primeras citas de Algún tiempo atrás es un fragmento de “Verbo carne” de Cerati que dice: “Y cuento verdades como mentiras. La culpa es de nadie, solo mía”.

El ex Soda Stereo con Shakira.
Foto: Juan Mabromata / AFP

El libro, sin embargo, ayuda a entender mucho mejor los aspectos constitutivos de su vida y la construcción de ese artista a futuro. Hay un trabajo coral compuesto por distintas voces y miradas sobre Cerati, que aportan sus compañeros de clase, amigos de sus primeras bandas adolescentes, las primeras novias, los músicos y amigos que formaron parte de su banda -desde Leandro Fresco a Richard Coleman-, colaboradores fundamentales como Adrián Taverna, o el testimonio de su hermana Laura, que permite conocer en detalle ese origen familiar de Cerati.

Hijo de Lilian Clark, docente con inquietudes artísticas, y Juan José Cerati, un empleado de la petrolera Esso que le gustaba la radio, Gustavo Cerati, el mayor de tres hermanos, nació en un hogar de típica clase media en el barrio de Barracas. “Quise destruir ese mito de que Cerati era un cheto. Reconstruí la historia de su viejo que venía de Concordia, trabajaba en la radio y la locución, y de su madre que había estudiado la secundaria en Villa Lugano. No eran de Recoleta. Era gente de laburo”, explica Marchi.

Los primeros capítulos del libro se detienen en la micro historia familiar y el contexto de Cerati como producto de esa clase trabajadora con movilidad ascendente, que podía comprar una casa en el barrio de Colegiales, irse de vacaciones a Mar del Plata y podía mandar a los hijos a clases de inglés y música. “De esa familia salió esa molécula loca que es Cerati”, agrega el biógrafo.

Cerati en los premios Gardel.
Foto: TM

En la casa del barrio de Colegiales, donde todavía vive su madre Lilian, el músico transcurrió toda su infancia, adolescencia y juventud, estudiando en la escuela parroquial San Roque. “Me sorprendió ese Gustavo que no conocía. Lo sentí como un pibe igual a todos cuando hablé con los compañeros de colegio”, dice el periodista, que escribió otras biografías sobre Charly García, Pappo y Spinetta.

“De alguna manera hizo el típico camino del rockero de barrio. Comienza con Los Beatles, se engancha con Led Zeppelin, y con el rock sinfónico, pasa por el jazz rock, se saltea el punk rock pero lo agarra más tarde, y se copa con la new wave. Gustavo tenía todo eso y lo iba desmenuzando”, relata el biógrafo.

El libro cuenta en detalle como la vida fue conspirando para que Cerati se encontrara con personas que iban a definir su destino artístico, sus primeras bandas, los comienzos con Soda Stereo, el éxito, las crisis, su relación con los otros integrantes (ni Charly Alberti, ni Zeta Bossio, quisieron participar con su testimonio), sus épocas de experimentación musical con Daniel Melero (tampoco quiso dar su testimonio por un desacuerdo autoral con el autor de “Nada personal”), pero también la biografía retrata ese aspecto más intimista y personal del artista.

“Lo que reconocés en Gustavo es cierta tendencia a lo familiar, de ir los domingos al mediodía a comer con la mamá, estar con sus hijos aun estando separado de sus esposas, obviamente con las restricciones de ser una estrella de rock”, explica Marchi. El autor de “Cactus”, era un ser  gregario y de una naturaleza cálida, a pesar de esa imagen fría que proyectaba en los escenarios. “Rara vez tocó con músicos sesionistas. Podía llamar a los mejores, sin embargo, siempre se armó banda con personas que eran conocidas suyas”, puntualiza Marchi.

La biografía reposa sobre una figura de una capacidad, de trabajo y una lucidez para detectar lo que funciona o no funciona en una canción. “Seguía los preceptos spinettianos en eso de buscarse nuevos desafíos. Podría haber seguido con “’Cuando pase el temblor’ en serie y se empecinaba en componer con el ableton live, una especie de sampler sofisticado, porque decía: ‘ya sé para dónde van los dedos de la guitarra, van para lugares comunes’, cuenta Marchi.

Soda Stereo con Cristina Fernández.

La semilla del proyecto de libro empezó a germinar en medio de otra investigación. “Estaba haciendo la biografía de Spinetta y me imaginé hacer lo mismo con Gustavo. Me gusta todo el proceso de investigación y de conexión con el personaje”, dice el autor del libro.

Este nuevo material se suma a otras publicaciones de periodistas como Marcelo Fernández Bittar, que realizó el libro Soda Stéreo. La biografía total; y los trabajos Conversaciones íntimas de Gustavo Bove, Cerati en primera persona de Maitena Aiboitz, y Cerati. La biografía definitiva, de Juan Morris. Sin embargo, Marchi, que compartió época con el artista, dice que quería dar su propia visión. “Un amigo me dijo: “hay tanto de Gustavo escrito ¿qué vas a hacer?”. Recuerdo que le dije, “no hay una biografía mía”. No porque sea mejor, sino porque quería darme el gusto de escribir sobre eso”. Para Marchi, el trabajo dio sus frutos. “La respuesta al libro fue tan cálida y amorosa que di en la tecla”.  Algún tiempo atrás. La vida de Cerati, ya fue presentado en países como Chile, Paraguay, Colombia y México. “Gustavo es muy respetado y querido. Se puede ver todo lo que pasa en Latinoamerica con su música”.

Después de haber escrito sobre las vidas de figuras como Charly García, Spinetta, Pappo y Cerati, dice que esta será su última biografía. “Escribo sobre los artistas que amo y no me veo haciendo otra biografía de este tipo. Ya hice cuatro, tengo otras ideas de ficción surcando la cabeza, y además ya no sé si hay artistas que yo quiera tanto. Castaneda decía, no sigas un camino sin corazón, y en la historia de Gustavo, hay un corazón enorme».



Algún tiempo atrás. La vida de Gustavo Cerati

De Sergio Marchi. 608 páginas, Editorial Sudamericana.

Tapa del libro de Sergio Marchi.




Factores de riesgo y el final más temido

El libro no es una biografía oficial, como sucedió con su anterior trabajo Ruido de magia sobre Luis Alberto Spinetta. Sin embargo, este trabajo recorre toda la vida de Cerati, incluido los homenajes, discos y tributos a Gustavo que surgieron tras su partida. Pero uno de los capítulos más sensibles del libro es ese período de cuatro años entre que la vida de Cerati y de su familia se puso en suspenso por el ACV. “Recorrí con cuidado el accidente en sí, los cuatro años, la etapa previa y toda esa gira que para él fue una gira feliz en un punto”, dice Marchi. También ofrece nueva información sobre lo que le pasó a Cerati. “Había antecedentes familiares y antecedentes de riesgo y Gustavo tenía los dos. No era la vida que llevaba. Si bien Gustavo los últimos meses estaba un poquito acelerado, no fue nada determinante. Lo determinante fueron los factores de riesgo familiares y el consumo de tabaco. Gustavo con esos antecedentes debía llevar una vida de un monje y Gustavo no era un monje. Nadie lo es”. El músico que sufrió el ACV tras dar su último concierto el 10 de mayo de 2010 en Caracas, Venezuela, fue uno de los puntos altos de la gira de Fuerza natural. “Estaba en un momento inmejorable. Ya me lo había demostrado en su último show de la gira en el Club Ciudad. Fue uno de los mejores conciertos que vi del rock argentino. No hay muchos mejores que ese. Para comparar tenés que hablar de Clics modernos de Charly García en el Luna Park. Me acuerdo que pensaba que increíble este show y como seguía elevando el techo de lo que hacía, y de repente nos quedamos a la intemperie”.