María Laura Cali estrena su documental sobre el cronista asesinado en Bolivia por denunciar a quienes socavaron la voluntad popular. Una historia trágica que exige justicia y reflexión.
“Yo lo conocí en el 2019, unos días antes de las elecciones del 20 de octubre en Bolivia -rememora María Laura Cali, la directora del muy buen documental Sebastían Moro, el caminante, que este domingo se exhibe en la 12° edición del Festival Internacional de Cine Político FICIP-. Estaba en La Paz presentando mi documental Los ñoquis (sobre los despidos masivos en el empleo público durante el gobierno de Mauricio Macri), y él me entrevistó para su programa de radio en Comunidad sur.” Luego Cali volvió a la Argentina y se enteró de la suerte de Moro por los medios de comunicación. Mientras, muchos de los que se oponían al levantamiento con Evo Morales empezaban a caer en la cuenta de que no sólo habría golpe de Estado, sino que sería de una violencia inesperada. “Hasta diciembre que asume el gobierno Jeanine Áñez, socorrimos a personas afines al movimiento de Evo Morales, que salían exiliados de Bolivia. Teníamos que dar hospedaje, buscar alguna residencia temporaria, juntar dinero, ropa, me acuerdo que tuvimos que reunir ropa porque la gente salía con lo puesto. Se hizo toda una campaña solidaria que funcionó como una especie de red de salvoconducto de un montón de gente. La muerte de Sebastián hizo conscientes a todos de que también podían terminar muertos.”
Entre los varios episodios que hilvana con inteligencia el relato está el del jefe de Sebastián en la radio, que el viernes a la noche anterior a la última caminata de Sebastián fue atado a un árbol y torturado durante tres horas y se salvó de milagro. “Sebastián mostró mucha lucidez para percibir y transmitir lo que estaba pasando. A mí me invita Reforma, una organización no gubernamental para presentar Los ñoquis porque narraba todas la políticas neoliberales: necesitaban un testimonio que mostrara cuáles eran esas acciones que las políticas neoliberales implementan sobre la ciudadanía. En las entrevistas que me hicieron me contaban que en la población había cierto cansancio de Evo Morales después de 14 años de gobierno, había mucho desgaste en las propias bases. Y decían que por eso mi documental tenía que ir a las universidades, porque los chicos nuevos, los jóvenes que crecieron con el movimiento de Evo Morales, no percibían lo que les podía suceder, no tenían noción de lo que les podía suceder si había un cambio ideológico. Cómo podían llegar a perder todos los derechos que habían adquirido. A mí me hizo acordar mucho a cuando asumió Mauricio Macri acá.”
La construcción de la figura de Moro que hace Cali, sobre todo la que se mueve por Bolivia, es también una reivindicación de la profesión: es un verdadero héroe periodístico que remite a otros tiempos, cuando muchos chicos y chicas querían ser periodistas para cambiar el mundo. “Yo no quería hacer una recreación teatral o cinematográfica. Cuando me aparecen sus audios quise que el relato fuera narrado por el propio Sebastián y que ese fuera el hilo conductor del documental. Quería un cuerpo fragmentado, iba a contar partes de su cuerpo y que esa imagen que lograra me llevara al Sebastián original. Que esas imágenes que acompañaran, no solamente su cuerpo sino las otras, las más abstractas, las más poéticas, fueran diciendo cómo estaba transitando esos días.”
“Leí un montón de Sebastián –agrega la directora–. Más allá de charlar con su grupo íntimo, la familia además de esos audios me dio a conocer toda la obra de Sebastián. Tenía muchísimo material en Mendoza que es imposible relatarlo. Y la obra enorme que tiene con los juicios de lesa humanidad y las crónicas que enviaba desde Bolivia a La quinta pata, un medio digital de Mendoza, que eran maravillosas, casi como un diario personal. Esas crónicas lo revelan en toda su dimensión.”
En referencia a qué cambió en su percepción del periodismo después del documental, la realizadora reflexiona: “Lo que descubrí es lo que sintetiza la frase de Rodolfo Walsh: el violento oficio de escribir. Cómo a través del compromiso y los ideales, un periodista que se compromete con lo que quiere narrar desde la pluma y desde el cuerpo, el compromiso que tiene con su profesión, lo puede llevar a la muerte. Eso sí me conmovió, me transformó. Uno puede leer Operación masacre y decir: ¡Guau!, qué laburo que hizo Walsh, qué compromiso. Pero fue Sebastián quien me generó esa revelación, una verdadera transformación personal.” «
Argentina / Bolivia, 95 minutos, documental. Dirección: María Laura Cali. Guión: María Laura Cali y Marcelo Schapces. Estreno: jueves 1 de junio en el Cine Gaumont.
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