El cofundador de la banda de rock inglesa Pink Floyd, Roger Waters, es investigado por la Policía alemana por incitación al odio, luego de que el pasado 17 de mayo se presentara en un show en Berlín vistiendo el famoso traje militar de estilo neonazi inmortalizado en los conciertos en vivo de la mítica ópera rock de 1979 «The Wall» y en su versión fílmica de 1982.
«La ropa lucida en escena es susceptible de exaltar o justificar al régimen nacionalsocialista y alterar el orden público. El atuendo se parece al de un oficial de las SS», explicó Martin Halweg, portavoz de la fuerza de seguridad berlinesa, a la agencia de noticias AFP, en referencia al abrigo negro y brazalete rojo que usó el artista y a la organización paramilitar que funcionaba durante el nazismo. Se trata de parte de la iconografía creada por Waters y el ilustrador Gerald Scarfe para el lanzamiento de «The Wall«, uno de los álbumes conceptuales más reconocidos de la historia que sigue la historia de Pink, una estrella de rock ficcional que se encierra cada vez más entre «muros» imaginarios a raíz de sus traumas y de la falta de humanidad del sistema y la sociedad, un personaje basado en las propias experiencias del músico y de Syd Barrett, el fallecido primer líder del grupo.
La estética inspirada en el nazismo, desde los atuendos militares hasta las hordas animadas de martillos rojos y negros marchando, nacen cuando el protagonista, al borde de la autodestrucción y drogado para poder salir al escenario, es víctima de una alucinación en la que se transforma en un dictador fascista que atenta contra minorías étnicas como símbolo del paso hacia la locura.
El disco y sus imágenes alusivas a distintas formas de opresión fueron llevados tres años después a la pantalla grande por Alan Parker y con el irlandés Bob Geldof -conocido más tarde por ser el organizador de conciertos benéficos como el Live Aid- en el rol de Pink, y definieron desde entonces las presentaciones en vivo que Waters hizo del álbum, quizás la más importante de ellas realizada también en Berlín en 1990, en ocasión de la caída del muro que la dividía en el marco de la Guerra Fría.
Ahora, el músico está bajo el ojo de la Policía luego del show que realizó en la Mercedes-Benz Arena de esa capital, donde según informaron medios alemanes e israelíes en base a los contenidos de las redes sociales, proyectó inscripciones en letras rojas sobre una pantalla con los nombres de Anna Frank y de Shireen Abu Akleh, la periodista palestino-estadounidense del canal Al Jazeera asesinada durante una operación de las fuerzas del Estado de Israel en mayo del año pasado.
«Estamos investigando y una vez termine el procedimiento, lo transmitiremos al Ministerio Público para una última evaluación jurídica», precisó Halweg, quien puntualizó que será la fiscalía la que decida si se le abre un proceso judicial al compositor y bajista.
A raíz de lo ocurrido, las autoridades de la ciudad de Fráncfort cancelaron un concierto que el artista tenía previsto para este 28 de mayo, aunque la presentación finalmente se hará porque la decisión fue anulada por un tribunal administrativo que interpretó que la prohibición vulnera la libertad de expresión.