La cantante y compositora británica presenta su primer disco en siete años. Con letras que parten de su novela "Orlam", escrita en el dialecto de su pueblo natal, los sonidos van de la balada despojada a las exploraciones imprevisibles, pero de una profunda belleza.
Este nuevo disco implicó una intensa labor en el registro, que tomó un año de grabaciones, y fue producido junto a Flood y John Parish. Si en The Hope Six Demolition Project PJ nos relataba sus viajes por el mundo y la dualidad del ser, I Inside the Old Year Dying es un álbum mucho más introspectivo, personal y propone otra travesía, hacia adentro nuestro, aunque no lleguemos a ningún lugar. Por momentos Harvey está sola con su guitarra, hay sonidos en loop que se van desvaneciendo en otras derivas, pero más allá del contenido, el contorno del trabajo se tornará difuso constantemente.
“Prayer at the Gate” es el puntapié inicial del disco. Caprichoso, difícil de descifrar e inaccesible, marca la tónica de lo que será el recorrido final de I Inside the Old Year Dying, raro e insólito pero, en resumidas cuentas, extrañamente reconfortante. Casi 40 minutos de un periplo folk-psicodélico, que en la bruma de lo etéreo se consolida como un trabajo sólido. PJ Harvey escribió 12 canciones, con la esperanza o no de habitar 12 pieles distintas a lo largo del disco.
“A Child ‘s Question, August” fue el primer single, publicado en abril de este año. Quizás la faceta más oscura de Polly Jean que, como alquimista del sonido, logra por accidente una miscelánea de estilos y formas que se pueden escuchar en artistas como Björk, LP o Kate Bush. Pero claro, con su sello y talento característico. El principal error como oyentes de este muy bien logrado trabajo sería tratar de encasillar en un género el repertorio de sonidos, capas y texturas que la buena de PJ nos regala aquí. Acordes con modulaciones que amagan constantemente y el sonido, el socio perfecto de este disco, como un interrogante que tensiona pero no resuelve.
I Inside the Old Year Dying tiene a la palabra tomando formas raras, el aura medieval, un anzuelo en la arena y la certeza de una incomodidad constante con resoluciones inesperadas. Un conjunto de definiciones ambiguas que se transforman en algo hermoso, como en “Autumn Term” o “Lwonesome Tonight” o “August”. Lo aparentemente tosco y áspero del disco se manifiesta en otras canciones cómo “Seem An I”, “The Nether-Edge” y “All Souls”. Mientras que toda esa mística que se manifiesta en las anteriores canciones entra en estado catatonico con “A Noiseless Noise” donde cierra la idea, el concepto y también el disco. Un long play sólido pero cambiante, incómodo y estremecedor, seductor e indescifrable.
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