El guitarrista y compositor es un emblema del rock local. Tocó en Aquelarre, Tantor y desarrolló una larga carrera solista. Es un apasionado de las guitarras y los amplificadores, escuchó miles de discos, y no le gusta el trap.
Starc, a secas, como se lo conoce en el ambiente (aunque en los comienzos del movimiento le decían “Bola de Ruido”, por su sonido avasallante), fue parte más que esencial de grupos seminales como Aquelarre (donde compartió dichas, aventuras y escenarios con dos ex Almendra, Rodolfo García y Emilio del Guercio) y Tantor, dos bandas esenciales para entender al rock argentino de los ‘70 y el que vino más tarde. Por estos días organiza junto con Del Guercio una celebración por las cinco décadas del primer show que ofreció Aquelarre.
–¿Cómo está por estos días Héctor Starc?
–Muy bien, tocando, como siempre. Hace más de 15 años tengo un grupo con el que hacemos clásicos del blues como diversión, sin la responsabilidad de presentar un show de Starc. Más allá de eso, hace como diez años que de la mano izquierda no me andan dos dedos, entonces no estoy para hacerme el Steve Vai.
–¿Cómo ves el rock por estos días?
–Yo traté de combatir por todos los medios las diferencias generacionales, pero no tuve éxito. Para mí el rock es polenta, energía y hoy eso solo lo encontramos en La Renga. Lo que pasa es que desde el ’83, hasta Marilina Ross y Lerner eran rock. El rock es AC-DC, no Metallica, que es otra cosa. El heavy metal no es rock, es heavy metal.
–¿Estás al tanto de la masividad del trap?
–Sí, eso es cualquier cosa. Ahora un tipo agarra un celular, dice dos boludeces y es artista. Creo que la cultura del ser humano viene en caída libre hace años. En mi caso, mi nivel cultural me dio para escuchar a Yes, King Crimson y Emerson, Lake and Palmer: no me dio para escuchar a Stravinski, Bach y Beethoven. Creo que la gente escucha lo que su cultura le permite entender.
–Muchos dicen que el rock está muerto, ¿coincidís?
–No sé si está muerto, pero no hay gente creativa que aporte cosas nuevas. Ahora, con la información que tenemos, no hay gente que toque mal. Si hasta abrís el teléfono y tenés a un nene chiquito tocando la batería de manera tremenda.
–¿Hoy se toca mejor que antes por la tecnología?
–No, se toca mejor por la información. Nosotros, cuando éramos chicos, no conseguíamos ni una guitarra eléctrica. Pappo le robaba los discos a Litto Nebbia para afanarle un solo a Clapton. Sin embargo, creo que el exceso de información mató la creatividad. Spinetta, Pappo, Del Guercio, yo, tocábamos creyéndonos los Beatles, y éramos cualquier cosa (risas). Pero al final terminamos creando eso que llaman rock nacional.
–¿Cuál fue el último compositor del país?
–Fito Páez. Es el último groso, aunque luego vino Cerati, un compositor muy bueno, pero light. Y después llegó Calamaro, que es ultralight pero hace canciones lindas.
–Una vez dijiste que hay muchas bandas nuevas pero que suenan al pasado. ¿Seguís pensando de la misma manera?
–La verdad es que tampoco son muchas, pero es cierto que también hay bandas que están muy influenciadas por cosas de hace varias décadas atrás. Como decía Spinetta, “mañana es mejor”, pero me parece que le erró (risas).
–Hablando del Flaco, algunos comentarios tuyos con respecto a su muerte generaron bronca por parte de sus hijos. ¿Cómo observás todo aquello?
–Mirá, se murieron mis dos amigos. Lo de Luis fue muy jodido, pero lo que más bronca me dio fue lo de Pappo, que por tomarse dos tubos de vino perdió la vida. Eso me duele todos los días. Acá adelante mío tengo parada una Harley-Davidson que compré para salir con él, pero a los dos días que me la entregaron su murió. Mirá, yo tengo 27 años de recuperación, pero una de mis funciones como recuperado es tratar de abrirle los ojos a la gente para que se deje de joder con el alcohol, el porrito y la cocaína.
–¿Cómo quedó tu relación con los hijos del Flaco?
–Sé que Dante dijo de todo. Me encontré con él en una grabación que hizo Billy Bond y le pedí disculpas. Le dije que si le molestó lo que dije le pedía mil disculpas, pero que yo seguía pensando lo mismo. Eso que pensaba los lectores pueden googlearlo.
–Después de tanto agite de consumos, ¿te sentís un sobreviviente?
–Sí, lamentablemente (risas). Cuando tenía 50 años tuve cáncer en un riñón y me lo sacaron, así que soy duro de matar (más risas). A veces pienso que uno queda vivo por algo. Con esto no quiero ser el pastor Giménez, pero trato de difundir el hecho de lo bueno que es estar vivo y sano. «
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