Se crió en San Juan, Puerto Rico, y a los 21 años salió por primera vez de la isla para estudiar actuación durante un año en la escuela Elaine Heikens de Nueva York. Al regresar, Claribel Medina comenzó a trabajar en teatro, se metió en la televisión para hacer novelas y condujo sus primeros programas de entretenimiento. Se hizo famosa en Puerto Rico, pero el destino tenía otros horizontes preparados para ella: en los 90 se instaló en la Argentina, donde construyó una intensa carrera. Entre sus personajes de ficción más recordados están los que realizó en tiras como Zíngara, Como pan caliente y Naranja y media. Ya en los 2000, fue parte de 22, el loco, Son amores y Los Roldán, entre otros. Condujo diversos programas como Pasapalabra, 12 corazones, Cuestión de peso y actualmente está al frente de El show del problema, de lunes a viernes a las 15, por El Nueve. “Hice de todo, soy muy inquieta. Por suerte este país hermoso me aceptó como soy”, confiesa feliz.
–Tenés una carrera muy importante como actriz y conductora. ¿Qué otras cosas te atraen?
–Todo lo que sea expresivo, reflexivo y que busque la belleza, me llama la atención. Me gusta investigar constantemente alrededor de la música, además de tocar y cantar. Me gusta escribir, leer y el arte de la jardinería. Para mí es un arte, como lo es la cocina.
–¿En esa diversidad está el gusto?
–Me gusta lo que te dejan. El mundo de la observación, el saber escuchar, hacer silencio y la experimentación son elementos que en todas las artes vienen bien, me gusta ir por ahí. Me gusta la meditación también.
–¿Para bajar las tensiones?
–Sí, para destrabar lo que no deja que el asunto fluya, digamos.
–¿En la cocina, en que te destacas?
–Hago de todo, porque me gusta tomarme mi tiempo para cocinar. Trabajo bien las pastas caseras, hago siempre diferentes tipos de fideos y salsas, pero creo que me va bien la comida puertorriqueña tradicional, que obviamente es bien distinta a la Argentina.
–¿Te adaptaste bien a los sabores de acá?
–Sí, claro, es una locura la calidad de productos que hay aquí. Soy de las que se adaptan. Hasta dependiendo de la estación del año y los productos que estén en temporada. En verano hago ensaladas recontra re copadas con todo lo que hay interesante; en invierno, buenos guisos suculentos. También me gusta el mundo de los mariscos, los amo.
–¿Cuál es el plato emblemático que te hace acordar a tu infancia?
–El mofongo relleno, con mariscos. Se hace mucho con carne, pero el mofongo sale bien con todo. Hasta sólo, sin relleno. El plátano frito machacado y hecho una albondiguita de amor es una sinfonía.
–¿La música te acompaña cuando estás en modo chef?
–Siempre, soy muy musical. Es parte central en mi vida.
–¿Cómo te sentís en ese rol?
–No soy música o sólo cantante. Me defino como una amante de la música. Tuve mis agrupaciones. Siempre arme formaciones para cantar.
–¿Cómo se llamaba tu último grupo?
–La Gozabanda: con bajo, piano y percusión. Generalmente estos son los instrumentos con los que trabajo. Pero a través de los años tuve muchísimos espectáculos y formaciones musicales.
–¿En una época ponías tu casa para los shows?
–Sí, la gente pasaba y armábamos una fiesta con la banda en vivo. Siempre con canciones propias y algunos covers que me quedaran bien a mi color de voz. Produje varias cosas. Repito: la música tiene un lugar ineludible en mi vida.
–¿Tocás algún instrumento?
–Toco bongó y percusión menor. Es una cosa que hago constantemente, aunque no tenga show o esté participando en una banda. Por puro placer, porque me gusta seguir estudiando y no dejarlo de lado porque no me sirve ahora. Lo hago cuando me nace y ya.
–¿Cómo viste la evolución del país desde que llegaste en los ’90?
–Son más de 32 años y vi de todo. Es un país que me dio dos hijas y muchos hermosos momentos de inmensa felicidad. Estoy agradecida. Me conocen mucho gracias a este trabajo que me tocó. Es un país increíble, tiene todo. No es un lugar común, es así.
–¿Hay algo que le podemos envidiar a algún otro país?
–Nada. Hay montañas, nieve, mar, selva, campo, lo que se te ocurra. Paisajes increíbles y cada provincia tiene su magia. Es un país que más allá de los problemas, nunca está condenado a la destrucción. Es un país bendecido, que en cuanto encuentre el rumbo, va tener el bienestar que su gente merece. Tengo mucha fe.
–¿Sos creyente?
–Sí, creo en el poder de la fe. Pero más que desde un lado espiritual, desde un lado práctico.
–¿Cómo es eso?
–Tengo fe en otras personas, y en cómo ir mejorando las diferencias para que todo vaya bien para todos. No siempre se puede, pero a veces no queda otra que intentarlo. Me gusta la meditación, pero más confiar en otros.
–¿Sos de añorar el pasado, te preocupa la incertidumbre del futuro o encontraste cierto equilibrio?
–Equilibrio no tengo ninguno, siempre ando buscándolo porque se me pierde (risas). Voy para adelante o para atrás, depende, voy como puedo. Encontrar el equilibrio emocional entre esos dos aspectos, pasado y futuro, es el trabajo del ser humano. Es algo que las personas buscamos desde siempre. «