Algunas historias generan grandes éxitos o el suficiente interés que permite que sean contadas de forma diferente y en distintos lugares del planeta. A continuación, una selección de las más atractivas.
De naturaleza compleja y atractiva como un imán: el detective de policía sueco Kurt Wallander, surgido de la pluma del maestro de novela negra escandinava Henning Mankell, es de esos personajes que lo tienen todo. Es un huraño y solitario hombre de la ley que tiene problemas vinculares y de sociabilización, pero su gran capacidad de observación y la meticulosidad con la que afronta sus investigaciones lo convierten en un detective muy eficaz y comprometido contra las desigualdades que observa en la sociedad sueca a través de ese pequeño microcosmos que es la ciudad de Ystad. La popularidad de Wallander en sus libros generó, inevitablemente, diferentes adaptaciones que respetaron los textos originales de Mankell en el caso de las obras adaptadas y de su espíritu en el caso de las historias creadas específicamente para el medio televisivo. En rigor de verdad la primera aproximación fue una sucesión de películas para televisión sueca (encarnadas con un actor Rolf Lassgård, que marcó ciertos rasgos para los que luego lo interpretaron en series), pero el formato episódico llegó luego recién en 2005 cuando el actor teatral más prestigioso de su país, Krister Henriksson, aceptó el reto que le suponía ponerse en la piel de este personaje tras la profunda huella dejada por su predecesor. Fueron 32 episodios de 90 minutos. En 2008 la BBC se hizo de los derechos y contrató al célebre actor Kenneth Branagh, cinco veces nominado a los premios Oscar, para meterse en la piel del sagaz investigador. En los doce episodios de 90 minutos que hicieron los británicos, también se luce Tom Hiddleston (el actor de Loki). Esta nueva tanda de historias pudo ganar el Emmy Internacional a la mejor serie dramática en 2010, y duró hasta 2016.
House of Cards
Pocos saben que el drama político creada por Beau Willimonm, que debutó en Netflix el 1 de febrero de 2013 y terminó en 2018, siguiendo la carrera política de Francis «Frank» Underwood (interpretado por Kevin Spacey, durante 5 temporadas, hasta una avalancha de denuncias de acoso sexual lo sacó de la serie) y luego su esposa Claire, es una adaptación de la miniserie del mismo nombre realizada por la BBC en 1990, basada en una novela de Michael Dobbs.
Ambas series son una alegoría de la ambición, representada en un único personaje, que convierte a las personas de su entorno en instrumentos y se comunica con el público mediante recursos muy teatrales, como el de hablar directamente a las cámaras para buscar complicidad. Pero difieren bastante entre sí.
Primero el “juego de naipes” de la BBC es una miniserie de cuatro episodios, ambientada en el núcleo de poder del partido conservador. Se emitió justo cuando el partido elegía nuevo líder, después de la renuncia de Margaret Thatcher, en una época delicada para la política británica.
Aunque el protagonista Francis Urquhart, jefe del grupo parlamentario conservador, es un cínico encantador igual que Underwood, no tenía satélites que lo eclipsaran a la hora de emanar una aureola de omnipotencia diabólica. La estadounidense es una serie más convencional, pensada para una fácil digestión, es más coral, más explícita, y está desprovista de la atmósfera de fatalidad shakesperiana del original británico.
A nivel estructura, la serie inglesa era mucho más sencilla que la estadounidense. No tiene subtramas que se entrecruzan. Un ejemplo: en la original británica, la esposa de Francis Urquhart era una figura casi decorativa, que cumplía con el papel de perfecta esposa de político, discreta y sin afán de protagonismo. En cambio, Claire nos muestra una mujer que persigue sus propios deseos. Esto es más políticamente correcto, más adecuado a los tiempos que corren. Pequeñas diferencias pero que nos muestran el estilo de cada uno en las fauces del poder.
La chica que limpia
Creada en Córdoba por Paola Suárez, Lucas Combina, Greta Molas e Irene Guissara, estrenada en 2017, La chica que limpia, serie policial de 13 episodios (de 30 minutos cada uno), tiene dos versiones que son interesantes y explican porque que obtuvo el Martín Fierro de Oro Federal en 2018. Pasó por la Televisión Pública, pero aún está disponible en Cine.ar. Cuenta con actuaciones de Antonella Acosta, Beatriz Spelzini, Pablo Tolosa, Jorge Monteagudo y Hernán Sevilla.
La versión estadounidense, producida por Fox, se transformó recientemente en The Cleaning Lady, siendo protagonizada por Elodie Yung (actriz francesa que aparece en la serie Daredevil) junto a Adam Canto, Martha Millan y los gemelos Sebastien y Valentino LaSalle, entre otros actores. En cuanto a la temática, es algo distinta: en este caso se muestra el viaje de la protagonista desde Camboya hacia los Estados Unidos para conseguirle a su hijo un tratamiento médico que le salve la vida. Sin embargo, las cosas salen mal y termina tomando un puesto de limpieza para la mafia local. No se aleja demasiado de la original, pero en la versión estadounidense se pondrá el acento en cuestiones relacionadas con el drama de la inmigración a Estados Unidos, por sobre otras temáticas que se podrían explorar.
La otra versión es la serie de HBO para el público latino que se llama La muchacha que limpia. Es más similar a la que se hizo en nuestro país, pero con ese toque más novelero que siempre deja la televisión azteca: cuenta la historia de Rosa, una madre soltera que se convierte en la empleada de limpieza de un grupo mafioso, con el que pronto establece una relación de confianza gracias a su impecable habilidad para eliminar rastros de cualquier escena del crimen.
En la versión mexicana, Rosa está interpretada por Damayanti Quintanar (quien ya había trabajado en una adaptación de una creación argentina en 2009, cuando actuó en Hermanos y detectives), junto a otros reconocidos actores mexicanos como Ana Layevska y Gustavo Sánchez Parra.
Betty la fea
No se debe menospreciar ninguna de las expresiones que nacen desde lo popular, sobre todo aquellas que el gran público consagra. Y mucho menos una historia como Betty la fea, una producción que sacudió el esquema argumental clásico con un significativo cambio de paradigmas: en lugar de ricos y pobres o príncipes y plebeyos, este trabajo (que rompió los índices de rating en todas sus versiones) proponía un enfrentamiento entre lindos y feos, categorías que nunca antes habían sido explorados en el género. Además colocó a Colombia en un sitio capaz de competir con Brasil, líder indiscutido de la industria y también con México, otro gran productor de telenovelas.
Pero por el uso del humor y los enredos en dosis bien administradas, sumado al abordaje de distintas arquetipos vetustos e hirientes que quizás pusieron su granito de arena para cuestionar la hegemonía de ciertos parámetros. La versión realizada en EE.UU. se transformó en Ugly Betty: era la vida de Betty Suárez (encarnada por America Ferrera), una joven muy simpática e inteligente, aunque supuestamente no muy atractiva, que consigue trabajo como asistente de un editor en una reconocida revista de moda. De Ugly Betty destacan principalmente los “malos de la película”, la genial Wilhelmina Slater (Vanessa Williams, Desperate Housewives) y su asistente Marc (Michael Urie), que siempre se roban el show.
Betty la fea tuvo más de 24 versiones en todo el mundo, incluidas China, India, Rusia, Alemania y Filipinas, entre otros.
The Office
Una genialidad para reírse sin parar, no importa la versión. Tanto la original británica –que nació a principio de los 2000, creada, escrita y dirigida por Ricky Gervais y Stephen Merchant–, como su exitoso remake estadounidense (que estuvo al aire de 2005 a 2013), están filmadas de manera similar, como un falso documental, siguiendo a un grupo de personajes que trabajaban, como su nombre lo indica, en una oficina, mostrando “especímenes” únicos de ese ecosistema que el capitalismo impuso. La ironía era parte esencial del show y pudo saltar el charco y llegar al mercado principal de series, sin perder efectividad.
Pese al éxito de la original, la remake supo reinventarse con nuevas historias y excelentes actores, entre los que destaca Steve Carrell. La inglesa, solo duró 14 episodios, dos temporadas. Mientras que la versión realizada en Estados Unidos (disponible entera en Amazon Prime Video) son nueve temporadas, con episodios de entre 20 y 25 minutos, de pura genialidad hilarante.
La historia de The Office se desarrolla en una oficina dedicada a la venta de papel. Entrecruza situaciones cotidianas, comedia, drama, amor y absurdo. Steve Carrell y Ricky Gervais, ambos grandes maestros de la risa, provocan carcajadas con tan solo un gesto.
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