Frances McDormand obtuvo anoche el tercer premio Oscar a mejor actriz de su carrera por su papel protagónico en Nomadland, donde encarna a una mujer que, tras perder a su esposo y al pueblo en que vivía, se lanza a la ruta para vivir de manera nómade en busca de trabajos esporádicos que le permitan sobrevivir.
La Academia de Hollywood privilegió en esta ocasión la interpretación natural y llana que la ya ganadora en esa categoría por las películas Fargo (1996, de los hermanos Coen) y Tres anuncios por un crimen (2017, de Martin McDonagh) brindó en esta cinta de la cineasta Chloé Zhao, la cual le valió el galardón de esa misma terna en la última edición de los premios Bafta.
Justamente, el personaje de McDormand en esta historia, Fern, es una presencia constante y central a lo largo del filme que aún así sabe cuándo correrse lo suficiente del foco para dar a conocer el fenómeno de los nómades estadounidenses, aparecidos a raíz de la profunda crisis económica mundial que estalló en 2008, y que implicó que miles de adultos adoptaran esa forma de vida en busca de oportunidades estacionales de trabajo.
El viaje de la protagonista, que comienza cuando su esposo fallece y el pueblo industrial de Nevada en el que viven sufre un colapso económico, avanza sin un fuerte anclaje en el tiempo sino haciendo énfasis en las experiencias e historias con las que se encuentra durante su inmersión en esas comunidades.
De esa manera, y en una demostración de lo mejor de su destreza, McDormand logra transmitir con un dejo de nostalgia y dulzura, y sin exageraciones innecesarias, las inquietudes y dificultades personales y materiales que surgen frente a un cambio radical e impuesto sobre las personas que son expulsadas del sistema en el marco de una crisis.
El galés Anthony Hopkins, por su parte, ganó anoche el premio Oscar de la Academia de Cine de Hollywood por su rol en El padre, película en la que encarna a un anciano que lidia con la progresiva pérdida de la memoria producto de la demencia senil.
Es el segundo premio Oscar para Sir Philip Anthony Hopkins, luego del galardón obtenido por su Hannibal Lecter de El silencio de los inocentes (1991), lo que lo convierte a sus 83 años en el hombre de mayor edad en obtener la estatuilla en la historia de esta categoría.
No era el principal candidato, ya que el fallecido Chadwick Boseman había ganado de forma póstuma la mayoría de los premios que preceden a la gala más importante de la temporada, pero el calibre de su interpretación tampoco permite tildar su triunfo de “sorpresa”.
En el filme del francés Florian Zeller, Hopkins interpreta a Anthony, un hombre que reclama su independencia mientras sus recuerdos y la cara de quienes lo rodean se vuelven borrosas y hasta las más mundanas actividades cotidianas se transforman en odiseas.
La película, que también se llevó el premio a mejor guion adaptado para Zeller (de su propio libreto teatral), fue elogiada por la crítica por el retrato de la demencia senil, y en particular por las interpretaciones de Olivia Colman y del propio Hopkins.
El veterano actor pasea con maestría por todos los estados que hacen al abanico de emociones de su personaje. De la irritabilidad a la confusión, de la vulnerabilidad a la euforia, o del miedo a la alegría, Hopkins confirma en los 97 minutos de El padre que es uno de los mejores actores vivos de la suya y de cualquier otra generación.