Murió Fabián Matus, el hijo de Mercedes Sosa

Lo confirmó su primo, Claudio Sosa, a través de Facebook. Tenía sólo 60 años. La noticia provocó un gran pesar entre quienes lo conocieron. Será velado esta tarde en Thamees 1164, Ciudad de Buenos Aires.

Fabián Matus, el hijo de Mercedes Sosa y del músico Oscar Matus, murió este viernes a los 60 años. Su primo Claudio Sosa confirmó la noticia a través de su cuenta de Facebook.

«Una hoja del árbol se cayó… Duele en el alma… Buen viaje primo querido… Fabián Matus… Que en paz descanses», escribió Claudio Sosa en esa red social. «Un dolor infinito nos envuelve a la familia… el primo Fabián ya descansa al lado de su mamá, de mi madre, de la abuela Ema, de la tía Olga, de su papá Oscar, del abuelo Tucho… que la muerte sea parte de la vida no significa que uno la asume así de simple…hasta siempre Fabi…¡que tu alma descanse en paz!», publicó Coqui Sosa, otro de sus primos.

Además, la familia emitió el siguiente comunicado: «Nos toca hoy comunicar la partida de nuestro amado Fabián Matus, el Cabezón, para nosotros, esta familia que hoy siente la más grandes de las tristezas. Nos quedan muchas historias para sonreír, muchos recuerdos de mesas largas servidas con amor y acompañada por la música de nuestras risas. Lo vamos a extrañar mucho pero nos queda su incansable tenacidad con la que creó la Fundación Mercedes Sosa, su lucha aguerrida por la cultura popular y su espíritu de guardián amoroso del legado de su mamá».

Fabián Matus fue representante de muchos músicos, como Mercedes Sosa, Nito Mestre, Julia Zenko y Daniel Melero, entre otros. También se desempeñó como productor de eventos culturales, productor discográfico y de programas de radio y televisión.

Desde 2010 presidió la Fundación Mercedes Sosa para la Cultura (Humberto Primo 378). También escribió el libro «Mercedes Sosa, la mami» (Editorial Planeta), junto a su prima y periodista de Tiempo Maby Sosa.

Quienes deseen despedirse y acompañar a la familia y a sus seres queridos pueden hacerlo este viernes de 17 a 22 en la sala 1 de Zucotti, Thames 1164.

Último reportaje a Fabián Matus en Tiempo:

El costado íntimo y desconocido de la gran voz de América Latina, Mercedes Sosa

En «Mercedes Sosa. La Mami», su hijo, Fabián Matus en colaboración con Maby Sosa, trazó el perfil cotidiano de la cantora emblemática. Un libro coral con los testimonios de quienes formaron parte de su vida.

¿Cómo era Mercedes Sosa en la intimidad? Mercedes Sosa. La Mami (Planeta), escrito por su hijo, Fabián Matus en colaboración con Maby Sosa, sobrina de Mercedes y periodista de Tiempo Argentino, contesta esta y muchas otras preguntas. Leerlo es asomarse a la intimidad de esa mujer tucumana casi mítica que se transformó en la gran voz de América Latina, y en una embajadora musical de la Argentina.

La voz de Fabián va tejiendo la trama de su vida. El relato está escandido por diversas entrevistas a los integrantes de su “familia musical” que la acompañaron en su carrera y que completan la narración aportándole matices y diferentes miradas. En la redacción de Tiempo, Fabián y Maby hablaron del costado más íntimo y desconocido de esa artista monumental.

-¿Cuál es el parentesco entre ustedes?

Maby Sosa: -Fabián es mi primo hermano, el mayor de mi familia paterna. Mi papá es hermano de su mamá, mi tía Mercedes.

-¿Cómo surgió este libro y la idea de hacerlo juntos?

Fabián Matus: -Surgió por una propuesta de la editorial que tiene una colección dedicada a músicos. Por otro lado, nosotros como familia necesitábamos contar el perfil de la mamá. Había habido experiencias anteriores, como el libro sobre ella de Rodolfo Braceli y la película documental La voz de Latinoamérica. Sin embargo, siempre sentimos que faltaba contar cómo era la mamá más íntima, la mamá cotidiana.

-¿Cómo era esa Mercedes?

FM: -Tenía sus aspectos muy divertidos, muy ocurrentes y era cabrona.

-La estructura del libro contribuye a conocerla desde diversos ángulos a través de tu voz y de los entrevistados.

FM: -Me gustaría aclarar que las entrevistas fueron hechas a gente que nosotros consideramos “la otra familia”, que es la familia musical de la mamá: los músicos, los técnicos, todos los que estában en giras que a veces duraban 60 días. La mamá decía que era muy importante que el músico fuera bueno, pero más importante era que fuera buena gente porque si no, 60 días de gira podían ser muy difíciles.

-¿Qué significó para vos, como hijo, escribir, este libro?

FM: -Fue como ir desempolvando otros ibros. De pronto sacaba un libro equivocado y se me venía la estantería abajo. Como no soy escritor, lo primero que hice cuando la editorial me propuso el libro fue llamar a Maby, que ella sí es escritora, periodista y buena reportera. Lo que hicimos fue una especie de libro hablado, escrito en base a muchas entrevistas. Mis relatos, aunque no tienen ese formato, también son entrevistas. Por eso todo el mundo dice que es un libro de fácil lectura, porque es una voz hablada llevada al papel. Hay un aporte muy importante de Maby, que estuvo presente en la vida de la mamá, y aportó su conocimiento. Quien desgrababa las entrevistas era mi hija y ella también aportó algunos conocimientos más. Por eso es un libro tan familiar.

MS: -Fabián llegó un día con la inquietud de escribir el libro y me pareció muy generoso de su parte la decisión de que fuera la voz familiar la que estuviera detrás. De ahí la inclusión de los recuerdos, de la mirada de nosotros como familia desde diferentes lugares. En mi caso, como sobrina, en el caso de Araceli como nieta, en el de Agustín, como nieto. Mi inquietud también era cuidar la voz de Fabián. Hemos tenido charlas muy profundas a lo largo de estas entrevistas, que luego de desgrabadas y leídas eran reescritas, reeditadas por Fabián. Hemos vivido momentos de mucha emoción. En mi caso trataba que las emociones no me desbordaran a mí antes que a él. Era algo complicado, porque como periodista nunca había estado tan involucrada. Hablábamos de su infancia o de cosas que yo no conocía de él y conocerlas en tanta profundidad era completar mi historia y también entrar en un terreno que podía ser pantanoso en lo que se refiere a mí tía como madre. Todo lo hicimos con mucho cuidado y con mucho amor. Quisimos rescatar a la Mercedes Sosa que nosotros conocimos y que creemos que es la que termina de completar a la Mercedes Sosa artista.

-¿Fue complicado elegir qué contar y qué no?

MS: -Tomamos la decisión de no contar lo que tenía que ver con la vida sentimental de mi tía.

-¿Por qué?

MS: -Porque ella no lo contaba y nos parecía que hacerlo nosotros era pasar por encima de lo que ella había decidido.

FM: -Ella tuvo una vida sentimental muy fuerte y la disfrutó muchísimo. Ha tenido compañeros divinos. Bueno, algunos no. Es más, a algunos de los “no” se los presenté yo (risas). Si ella no mostraba ese costadito, tampoco lo hacemos nosotros. Eso sí, mi prima se enteró de todo porque yo se lo conté pero luego los dos decidimos no ponerlo. Cuando la mami decidió hablar del aborto en el libro de Rodolfo Braceli, fue una decisión de ella. Pero tampoco en ese libro habló de sus relaciones sentimentales, excepto la que tuvo con mi papá y con Pocho (Mazzitelli). Tampoco quienes tuvieron una relación sentimental con ella salieron a decir “yo fui novio de Mercedes”. Hay un pacto de respeto hacia ella.

-Contás que tu mamá decía que nunca iba a tener éxito porque era gorda, petisa y no se teñía de rubio. Me sorprendió lo de petisa, porque me parecía altísima.

FM: –Te entiendo. De chico estaba enamorado de Elis Regina y cuando la veía en el escenario pensaba que era muy alta. Una vez la mamá me llevó a verla al camarín. Cuando la tuve cerca no lo podía creer. Creo que no llegaba al metro sesenta. Eso tiene que ver con la relación que se da entre el artista y el espectador. El artista termina ganando terreno y el espectador deja de ser objetivo. Cuando la mamá se daba cuenta de que no se estaba produciendo eso, no tenía ningún problema en cambiar el repertorio. No es que quisiera que la recordaran alta, pero sí inmensa. Hay algo que hace que uno vea a ciertos artistas increíbles, a veces inalcanzables. Ella, por suerte era muy accesible. Le gustaba la fricción con el espectador.

-¿Tenía conciencia de quién había llegado a ser?

FM: –Sí. Ella misma dice en sus declaraciones y en la película que sabe que su voz es importante y le hace bien a muchas personas. Su repertorio siempre estuvo pensado para un determinado tipo de público al que ella no llegaba, pero sí llegaban otros artistas populares.

–¿Por ejemplo?

FM: -Por ejemplo, Horacio Guaraní. Sin embargo, si te querés acercar a él te saca corriendo porque tiene mal genio. Como la mamá le tenía mucho miedo al escenario, para ella hubiera sido genial hacer 10 conciertos con 60.000 personas por concierto y sacarse eso de encima en vez de hacer muchos teatros, porque el riesgo de subirse al escenario de un estadio o de un teatro era el mismo. Ella sentía que la querían, pero no con el mismo amor con que querían a otros artistas. Ese amor se manifestó en la gente cuando ella murió, pero ya no pudo verlo.

-En el libro aparece como una persona de una mentalidad abierta que acepta las propuestas de modificar la puesta en escena, de hacer un despliegue como el de un concierto de rock.

MS: –Que en determinado momento haya aceptado lo que le decía Fabián sobre cómo plantear un escenario o incorporar cosas del rock tiene que ver con una concepción ideológica de la música, del arte, de la cultura. Ella sabía que abriendo ese camino abría un gran panorama para la cultura. Su grandeza radicaba en saber que cada paso que daba abría una puerta. Por eso quería el mejor show, las mejores luces, el mejor sonido. Sabía que de ella dependían muchas cosas. Cantora es el ejemplo más claro de cómo ha concebido su carrera. Había en ella una audacia artística que tenía que ver con lo ideológico, que no era algo porque sí.

FM: -Además, desde lo personal tenía ganas de estar al día con la tecnología. Fue realmente muy intensa hasta que aprendió a enviar y a recibir su correo electrónico. Le costaba mucho el procedimiento pero hasta que no lo supo, nos gastó la cabeza a todos.

-No debe haber sido fácil ser el hijo de Mercedes Sosa, te acostabas tarde, viajabas, no podías hacer lo que hacían otros chicos. Luego, cuando eso se reelabora con el tiempo, posiblemente se ve como una riqueza.

FM: –Por suerte he tenido los dos registros. He tenido unos «tíos» maravillosos que eran los que me cuidaban cuando mamá estaba trabajando y que me compraban de todo para que no molestara porque yo era muy molesto. Otro registro es que todo era muy pesado, muy plomo, muy insoportable. Claramente, no era una vida para un chico. Hoy creo que terminé trabajando en producción por todo lo que aprendí siguiendo a mi madre. Entonces soy un agradecido de esa vida «miserable» que viví de chiquito. Sin embargo, si en una producción veo a algún niño, aunque esté con su mamá, sé que la está pasando para la mierda.

-Maby, ¿cómo recordás a tu tía?

MS: -Cuando mi tía iba a Tucumán era una fiesta. Tengo el recuerdo de que había mucha gente y de que yo la miraba a ella con mucha admiración. Siempre ha sido muy cálida y creo que se daba cuenta de esas miradas. Mi tía me abrazaba como nunca más me han abrazado. También recuerdo otros momentos de muchas charlas. Yo venía a Buenos Aires y ella me invitaba a su cumpleaños y se daban charlas muy profundas. Hablábamos de novios de ella y de novios míos, de situaciones familiares, de uno de sus abortos, del papá de Fabián. Hemos hablado mucho de hombres, pero desde un lugar muy lindo. Vivíamos lejos una de la otra, entonces los encuentros eran muy intensos. Por parte de mi padre éramos pocas las mujeres por lo que como sobrina era importante ese encuentro de mujer a mujer. Ella era una persona muy divertida, muy graciosa, muy personaje. Recuerdo un viaje que hicimos con Araceli. Las tres íbamos en el auto de Calamuchita a Cosquín y Mercedes iba cantando a los gritos como Valeria Lynch. Mi registro de ella es el de tía. Por supuesto, también está la parte artística. Para mí fue un referente de mujer dentro de la familia porque tenía una fuerza femenina muy grande. Era muy fuerte, lo que me producía mucha admiración, y también muy humilde.

-¿Creés que en tu decisión de ser periodista y escritora está la presencia de tu tía?

MS: -Sí. Ella estuvo presente en mi formación. Una de las primeras canciones que le escuché cantar fue la de Alfonsina, lo que despertó en mí mucha curiosidad por la poeta. Una hermana de mi mamá, mi tía Eva, me regaló su obra completa cuando yo tenía seis años y apenas estaba aprendiendo a leer. Esa inquietud por Alfonsina viene de mi tía Mercedes como mi inquietud por la escritura. Soy plenamente consciente de eso.

-Vos, Fabián, contribuiste a la proyección de Mercedes como figura nacional e internacional. ¿Creés que todo ese esfuerzo rindió los frutos que tenía que rendir?

FM: -No. Creo que nos faltó tiempo, tres años más de trabajo. Una cosa es estar presente en diversos países y otra cosa es el arraigo. Cuando salió Cantora II ella ya había fallecido. Nuestro plan era arrancar con una gira. Teníamos planeado un año en Argentina, otro en el resto de Latinoamérica y un tercero en Europa, pero no pudo ser.

-Pero Mercedes ya está en la Historia.

FM: -Sin duda, está en la Historia y en el presente a pesar de su partida. Pero todavía tenemos que seguir luchando por esa presencia. 

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