En la casa de Carlos Perciavalle en la laguna del Sauce, Punta del Este, hay un constante recuerdo de la amistad del actor con China Zorrilla. Fotos, libros, hasta adornos que recuerdan sus andanzas. Eramos una misma persona dice y admite que tiene todo tipo de historias en sus 62 años de relación. Los fines de semana el actor comparte esas anécdotas con el público en un teatro porteño en la obra Mi vida con China.
-¿Cómo fue la decisión de hacer una obra del anecdotario de una amistad? -La soñé. Me vi arriba del escenario recordando a mi amiga. Tengo muchas conversaciones y material grabado. Así que lo armamos y ahí está. No es algo triste. Quería que sea un espectáculo cómico, no que dijeran pobre China, sino que cuente cosas graciosas que hemos vivido, en los lugares más increíbles a lo largo de una relación eterna, que continúa todavía.
-¿El mensaje del espectáculo sería que mientras uno vive lleva en el corazon a todos los que quiere?– Totalmente. Detrás de todo lo que hice en mi vida estuvo China. Por eso escribí La mujer de mi vida. Fui haciendo el espectáculo y lo fui redondeando. Es gracioso y los espectadores se divierten. Ella nos dijo a Solita (Silveyra) y a mí en sus últimos momentos: les prohíbo que me lloren, ni lágrimas, ni penas, ni tristezas, fui muy feliz y estoy muy agradecida. Esa es la base del espectáculo.
-¿Cómo es tu filosofía de trabajo?– Con los años uno va armándose su estructura. He tenido compañeros notables, hice cosas muy lindas, tuve algunos fracasos y no hay nada que fortifique más el trabajo que a veces tu gusto no coincida con el gusto del público. Aprendí que eso hay que tomarlo como lo que es: un resultado posible. Tenés que tratar que la amargura no te llege al corazón, así como cuando te va bien tenés que tratar que el éxito no se te suba a la cabeza. Siempre viví la vida con alegría y con energía. Eso es lo que intento seguir haciendo.
-¿Te sentís un referente?-Referente me parece una palabra muy grande, pienso que soy un actor que tuve muchísima suerte. Empecé a trabajar profesionalmente en Estados Unidos junto con China y en Buenos Aires ya en los `60. Y acá todavía estoy. La gente me aplaude y es muy receptiva conmigo soy un tipo muy sano, que tiene mucha salud. Más que referente soy un viejito bien cuidado, nada más.
-¿Sos de añorar la juventud?-El pasado está muerto. Importa el hoy. El futuro depende de lo que hacés ahora. Yo no creo que todo tiempo pasado fue mejor, solo fue. Por suerte. Me gusta el presente. Me gusta Martin Bossi, Diego Reinhold, el Puma Goity. Hay muchos actores fabulosos. Fede Bal tiene mucho futuro. Me gusta la actualidad y creo que hay gente con muchas condiciones. Elena Roger es increíble, nunca vi alguien como ella. O el otro día ví Manzi, la vida en Orsai y me levanté y aplaudí como loco. Maravilloso, nunca ví una obra así acá, o en Nueva York o Londres, ni en ningún lado, con escenas que rescatan lo nuestro, con aspectos tan de Buenos Aires. Llega al alma.
-¿El espectáculo es mejor ahora que antes?– Hay más egresados del Conservatorio. El artista está más preparado antes de salir al escenario. Antes había más talento natural. Ahora ves gente con formación, con voces estupendas prolijas y trabajadas, y eso está bueno.
-¿El humor no ha cambiado?-Sí, las cosas cambian, la vida cambia. El humor es parte de la existencia y depende de lo que te pase.
-¿La bohemia de antes no es posible en este contexto?– Había otra vida. Ser artista tenía eso de ser romántico. Había persecuciones horribles que hoy no hay. Cuando hacíamos show en el Gallo cojo, donde había que trabajado Niní Marshall o actuábamos en los Café concert que tenia Lino Patalano lo hacíamos porque teníamos ganas. Hoy tendríamos que ofrecer algo diferenciador, como en ese momento.
-¿La situación actual de la economía puede afectar al teatro?-Espectáculos va a haber siempre. Por más que la situación económica haga disminuir la cantidad de público. El artista siempre se adapta. Hay mucho teatro que busca la manera de sobrevivir, muchos cómicos se dedican a hacer parodia de todo lo que pasaba políticamente; siempre hubo parodias a la actualidad política y económica en nuestros países. Hay todo tipo de público y por más que esté difícil siempre va querer entretenerse. «
El pánico escénico que sigue intacto
Los jueves Perciavalle interpreta la obra Mi vida con China en Montevideo; los miércoles en Sarandí del Yi, a 300 km. de la capital uruguaya y los sábados en Buenos Aires. Igual, dice, se pone nervioso cada vez que está por salir a escena. Tengo un minuto de pánico escénico, miedo a no gustar, a que no me aplaudan. Yo le decía a China que quería tratar de sacarme de encima la sensación fea alguna vez. Ella me decía que el día que perdiera eso, no hiciera más teatro. La gente cree que somos muy seguros, pero todo lo contrario.