El líder de la banda chilena El Bloque Depresivo cuenta por qué le gusta tanto tocar en Argentina y cómo fue creciendo su público año a año. El grupo se presenta por primera vez en el Gran Rex.
El Bloque Depresivo nace en 2010, con el Macha acompañado de José Osses, Daniel Pezoa, Tocori Berrú, Ian Moya, Raúl Céspedes, Mauricio Barrueto, Cristián Duarte y Claudio Pájaro Araya. Desde allí no pararon, en simultáneo con los otros proyectos que también los tienen como protagonistas. “Nacimos de un juego, de algo que nos divertía y no nos esperábamos tantos años y tantas giras, por toda América y toda Europa. Es un privilegio poder seguir armando fiestas como éstas”, admite el cantante y escritor de muchas de las canciones que el grupo tiene.
-¿Qué sienten al tocar una vez más en Argentina?
-Nos encanta. Según me contaron, es un teatro muy hermoso que recibió a los principales músicos de aquí y grandes figuras, estamos super contentos. Es una sorpresa muy bonita que nos sigan recibiendo con tanto cariño y tantas ganas. Estos valses y canciones que hacemos en distintas versiones están emparentados con el tango, y ese espíritu de contar las penas de arrabal, como le dicen ustedes. Nosotros somos de Valparaíso, también un lugar de puerto, con una impronta donde la música de los márgenes termina teniendo la fuerza de pintar la identidad del lugar. Nos gusta que los argentinos son muy relajados, muy cálidos, participativos y eso te motiva. Hemos tocado acá, en Rosario, Mendoza y otras ciudades y en todos lados se enganchan con nuestra propuesta. Eso nos encanta.
-¿Cómo encontraron este lenguaje?
-Nos gusta la música de puerto, como le decimos nosotros. Canciones que uno puede ver a alguien en Valparaíso con una guitarra cantándolas en una noche de pisco y vino. Pero no son solo eso. De alguna manera representan a toda una región y nos gusta mantener esa frescura de lo que representa para todos nosotros. Son ese tipo de canción que no sabes que te acordabas, pero, si hay que ponerse a cantar, alguien te va a acompañar porque la escuchaba una madre o una abuela. Con un par de guitarras y un bongó ya debiera sonar bien. Y tratamos de ir mezclándolas con algunos arreglitos como para hacer una propuesta diferente. Es un juego para nosotros. Somos músicos y nos gusta eso de darle un lado lúdico y esto tratando de mantener esa frescura que nos da explorar un género tan popular y atractivo estéticamente y poéticamente.
-Llevan ya un tiempo juntos, en este y en otros proyectos. ¿Cómo se logra?
-Es sencillo de pensar: nos gusta tocar juntos y la pasamos bien. Yo pensé que íbamos a hacer un par de recitales y nada más, pero nos mantuvimos. O quizá solo hacíamos esto y no lo otro, pero se dio que vamos armando la agenda dependiendo de las ganas y las oportunidades que nos vamos generando como grupo. Siempre salen cosas nuevas que vamos haciendo o van apareciendo y sabemos cómo comunicárselo a otro para que cada uno pueda aportar lo suyo, desde su lado. Confiamos entre nosotros y eso nos trajo hasta acá. El camino se fue dando y seguimos eligiendo ir juntos. Eso nos da confianza y tratamos de disfrutar lo que se nos dé. Ahora estamos contentos de estar acá en Argentina disfrutando de traerle nuestra propuesta, en un lugar que nos dio tanto, musicalmente hablando.
-¿Te gusta la música argentina?
-Cuando uno escucha a Gardel o a Mercedes Sosa, sabe que es algo que no tiene fronteras, que la belleza y calidad de su interpretación es algo que hay que aplaudir. Son héroes y guías como nosotros tenemos a Víctor Jara o Violeta Parra. De hecho, lo vemos en los viajes, que los temas son especiales. Pero nos gusta mucho de acá, hay de todo y para todos los gustos: Atahualpa o Sandro, o bandas legendarias como Los Twist, Sumo, los Dos Minutos o montones de artistas que te marcan por su calidad. Ahora la que más me gusta es Julieta Laso, que tuve el honor de producir su último disco Pata de Perra, que es una locura
-Con una carrera y un nombre en la industria, ¿cómo hacés para mantenerte activo como compositor y músico?
-Me gusta trabajar, probar, jugar, indagar, compartir. Cada día me pongo metas de resolver algo que me está dando vueltas en la cabeza. Yo funciono por obsesiones. Cuando estoy con un tema, doy vuelta hasta que puedo encontrar un camino cómodo o diferente sobre eso. En alguno de los proyectos que tenga, que caiga donde caiga. Tengo Chico Trujillo, dedicado a la cumbia, y Bloque Depresivo, más melódica y de baladas, y dependiendo qué se vaya dando o apareciendo.
-¿La música es vital para sobrellevar la locura del mundo actual?
-Es una de las alternativas más puras ante el ataque de individualidad en el cual estamos metidos. Uno se tiene que autoexplotar porque todos debemos ser emprendedores. Todo está bien bonito, porque conectamos y todo es rápido, pero la individualidad es un lado oscuro que nos afecta como personas. La música es un sentir colectivo, algo para compartir. No vale de nada reírse si no es con un amigo al lado. Imagínate. Reír solo es bien triste. Pero, bueno, hay que moverse, hacer y hacer. Para afrontar las locuras del mundo, las innumerables injusticias manteniéndose juntos y cantando lo que pensás y sentís. Debemos mostrar realidades y experiencias. Es como leer un libro: tiene que producirte algo.
-¿Cómo ves desde tu lado las dificultades de nuestro país?
-No me atrevo a dar un diagnóstico, por respeto no podría opinar de algo que no vivo y no conozco en detalle. Pero tengo amigos que me cuentan y puedo decir lo que me parece con respecto al aspecto laboral de mi tarea. Si se restringe lo cultural y se desprecia lo que generan las diferentes actividades creativas, significa que algo está mal. Es difícil que quieran sacarle la magia a la actividad cultural. La música es para entretenerse pero también es para abrir ojos y mostrar caminos. Es una luz que te da tranquilidad o te acompaña para sobrellevar la realidad. Somos buscadores, exploradores para jugar con los instrumentos y sus sonidos. Es feo que no te apoyen, pero nada puede detener la energía que nos mueve. Eso ya lo sabemos. Vamos a tocar, tratar de ver los regalos que nos da la vida y dejarnos llevar a pesar de que nos quieran tirar abajo.
Los chilenos que hacen un repertorio de boleros y valses peruanos, entre otros ritmos latinoamericanos, llegan a Buenos Aires para despedir el año. Este miércoles 11, a las 20.30 en el Teatro Gran Rex, Av. Corrientes 857, CABA.
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