El cine clásico –que podríamos decir que duró hasta la caída del Muro de Berlín, en 1989– acuñó la frase: segundas partes nunca fueron buenas. Cierto que en el medio habían aparecido genialidades como “El Padrino II”, que se llevó un Oscar y todo, o las tres primeras entregas de “Star Wars”. Sin embargo no fue hasta fin de siglo que modificaron su opinión. En cambio las series, hasta hace muy poco, no eran amigas de intentar regresos triunfales
Pero las necesidades mandan. Así que comandadas por el streaming (que necesitan mucha más programación que las canales tradicionales, entre otras cosas, porque la heterogeneidad de sus audiencias le exige mayor variedad), al ver que su crecimiento era mayor que el esperado –o sucedía antes de lo que calculaban– comenzaron primero con los spin off, y luego, con las mentados regresos.
El primer caso que se recuerda, al menos a nivel internacional, por su alcance mundial pero en la misma medida por cómo ayudó a cambiar conceptualmente las series, fue “Los Expedientes X” (The X-files, que aún no se sabe si tendrá una temporada 12). Lo hizo en 2016, luego de 15 años de ausencia. El asunto no pasó a mayores: fue un amable ejercicio de nostalgia sobre un mundo manipulado por los grandes poderes, que la serie nos ayudó a descubrir en una década –la del 90– llena de relecturas sobre nuestras vidas, historia y existencia.
Luego vino el regreso de la psicodélica (pero de drogas nuevas, no de las sesentistas) tercera temporada de “Twin Peaks”. David Lynch volvió a hacer de las suyas; esto es: la serie que quería, de la manera que quería, convirtiendo a la pantalla en un mundo de sensaciones que hacía caso omiso a las lógicas del relato, incluso a las narrativas.
Entre una y otra puede ubicarse “Las chicas de Gilmore” (Gilmore Girls), que sólo regresó en formato miniserie y a fin de dar cuentas de que aquellas mujeres que en su momento eran consideradas simpáticas desde una cultura bien masculina (por no decir machista), en realidad eran mujeres que llevaban su feminismo hasta donde podían, que al fin y al cabo no todas las épocas -ni las mujeres- son iguales.
El año pasado volvió “Will and Grace”, una serie icono de su tiempo: la movida gay que daría como resultado una igualdad de derechos nuevos, como el del matrimonio y la posibilidad de que las parejas homosexuales tuvieran hijos, tuvo en la serie (con un protagonistas abiertamente gay, algo a lo que era difícil encontrarle un antecedente), uno de los baluartes de su lucha. A diferencia de las mencionadas, se trata de una sitcom, o sea una serie episódica de no más de media hora y con todos los trucos de la comedia. En la original (o primigenia, parece más preciso), Will es un gay con una amiga inseparable, Grace (de hecho viven juntos, algo que se había puesto muy de moda en el período de la serie -1989-2006-, al menos en el primer mundo). Ambos muestran los vaivenes de sus vidas sentimentales aunque sin faltar a los tropiezos sociales, siempre con un humor que, para los tiempos, era considerado de alta dosis de cinismo.
Su regreso en 2018 contó con el reparto principal de Eric McCormack, Debra Messing, Sean Hayes y Megan Mullaly, y en un breve minuto, racontó los 11 años que pasaron entre aquella última temporada y este nuevo encuentro. Apoyándose en las ventajas que ofrece la sitcom sobre los dramas -en las que el espectador espera más coherencia-, resolvieron el paso de los años y la puesta a punto para lo que en verdad querían contar: el reencuentro entre grandes amigos. Y, como se esperaba, hicieron referencia a Donald Trump.
¿Por qué se esperaba? Porque un año antes, para la campaña presidencial estadounidense de 2016, el elenco de “Will and Grace” hizo un video de nueve minutos, con la misma estética y formato de la serie, para apoyar la candidatura de Hillary Clinton. Los resultados no fueron los que el grupo esperaba, pero al menos sirvió para verificar que el grado de aceptación de la series seguía siendo muy alto. De hecho fue el empujón final para su regreso.
Lo que se espera ver desde el próximo miércoles en Fox, es que Will, Grace y todos sus seres más queridos, con el humor que los caracteriza, vuelvan a la carga -y con más fuerza- en la defensa de los derechos de las minorías étnicas y de género, del medio ambiente y de todas las causas nobles por las que, por más graciosamente y en ficción que sea, siempre está bueno luchar.
Will and Grace, temporada 10. Miércoles a las 22, Canal Fox.