Los ‘80 fueron los años más difíciles para los Rolling Stones. La génesis de Undercover (1983) estuvo atravesada por la creciente tensión entre Mick Jagger y Keith Richards. El éxito de las giras de 1981 y 1982 no ocultó las diferencias entre los Glimmer Twins. Mientras el cantante proponía incorporar cada vez más los sonidos de moda al repertorio Stone, ya que no quería que la banda perdiera vigencia o se viera desactualizada, el guitarrista, por su parte, prefería ser fiel a los orígenes bluseros y seguir despuntando el vicio de tocar rock and roll. El resultado fue una mezcla entre rock, hard rock, reggae, pop y new wave que no cautivó ni a los fans ni a la crítica y que se convirtió en el primer álbum de los Rolling Stones en no alcanzar el primer puesto en el ranking de los Estados Unidos desde Sticky Fingers. Su principal sencillo de difusión Undercover of the Night fue escrito poco después de la guerra de Malvinas, y constituye un grito contra las dictaduras en América Latina. No hubo gira para promocionar el trabajo y Mick se abocó a su carrera solista. Con She’s The Boss (1985) Jagger pudo desarrollar el estilo musical deseado y profundizar en la música dance sin la mirada crítica de Richards, que vivió con enojo la decisión de su compañero de no darle prioridad a los Stones.
Otra variable a analizar para entender el conflicto es que durante los ‘70, cuando Richards atravesaba una fuerte adicción a la heroína, los destinos del grupo descansaron sobre la responsabilidad de Jagger. No podía contar con su ladero de la manera deseada. Y cuando Keith logró salir de su infierno, el mecanismo ya estaba aceitado: todas las decisiones pasaban por Mick. Richrads quiso recompensarlo, pero se encontró cotidianamente con dos frases que lo lastimaban: “El que manda aquí soy yo” y “Cierra la boca, Keith, no digas tonterías”. Según palabras de Richards, “a principios de los ‘80, Mick empezó a resultar insoportable”.
Dirty Work (1986) conoció la luz en un clima aún más tenso en el seno de la banda. Richards seguía enfadado por las decisiones de Jagger, que casi no participó del trabajo compositivo del álbum. Bill Wyman asistió muy poco a las sesiones debido al ambiente reinante y Charlie Watts cayó sorpresivamente en las garras de la heroína. “No me di cuenta de los problemas que había entre Mick y Keith y del peligro que esto significaba para el futuro inmediato del grupo”, confesó años más tarde el baterista. En tanto, Ronnie fue el fiel acompañante de Keith durante la producción de este disco.
Tampoco hubo gira y si los rumores de separación tomaban cada vez más magnitud, la muerte de Ian Stewart, el 12 de diciembre de 1985 a causa de un infarto, hizo tambalear aún más a la banda. Es que Stu fue siempre un factor aglutinante del conjunto. El disco lleva una dedicatoria para el pianista agradeciéndole los 25 años de boogie – woogie.
“El grupo no estaba en condiciones de salir de gira y el álbum no era tan bueno como para planteárselo. Además, nuestras relaciones eran lamentables. Yo no estaba en buena forma, y si los otros no eran capaces de cruzar los Campos Elíseos, mucho menos de salir de gira”, fue la justificación de Jagger ante una nueva negativa a presentarse en vivo, la segunda de manera consecutiva.
Estas declaraciones y la decisión de Jagger de comunicarle al grupo, a través de una carta, que no habría gira porque se centraría en la producción de su segundo trabajo solista, Primitive Cool (1987), terminaron de colmar la paciencia de Richards: “Un tiempo después leí que Mick dijo que los Stones eran un lastre para él. Vete a la mierda, cabrón. Yo no tenía dudas de que pensaba irse, pero de ahí a decirlo públicamente era otra cosa. En ese momento empezó la Tercera Guerra Mundial”.
Y fue el turno de Richards, entonces, que produjo Hail! Hail! Rock and Roll (1987), el documental en el que, pese a los dolores de cabeza que le causó, volvió a reunir a Chuck Berry con Johnnie Johnson. Eric Clapton también participó de esa banda en la que Keith pudo disfrutar de tocar la música que le corre por las venas. También contó con la presencia de Steve Jordan con quien continuó trabajando y construyó los cimientos de su banda solista: The X-Pensive Winos. Talk Is Cheap (1988), su carta de presentación, es un compendio de rock and roll dotado de ADN Stone. “El disco no sólo me recargó las pilas. Me devolvió a la vida, sentí como si hubiera salido de la cárcel”, confesó Keith.
Mientras Jagger buscaba nuevos sonidos, Richards daba a los fans un repertorio que satisfacía sus paladares. «Quiero a Keith, lo admiro, pero tengo la sensación de que nunca más podremos volver a trabajar juntos». Las declaraciones de Mick Jagger anunciaban lo peor.
Sin embargo, la separación de los Rolling Stones fue siempre un rumor. Más fuerte o más débil según el clima, pero nunca pasó de esa categoría. Y así como trascendía esa información, también empezó a deslizarse la posibilidad de un encuentro entre los líderes del grupo para acercar posiciones. Luego de las experiencias en solitario, Jagger y Richards se reunieron en la isla de Barbados en enero de 1989. Quizás no se pusieron de acuerdo, ni se pidieron disculpas. Y si se las pidieron, quizás alguno no las aceptó. Pero lo que quedó claro fue que los Rolling Stones eran infinitamente más importantes que cualquiera de sus miembros. No hubo rencores y allanaron el camino para comenzar las grabaciones de Steel Wheels (1989), una propuesta esencialmente rockera con destellos de blues y con algunas baladas estremecedoras. Solo ‘Continental Drift’ escapa a la lógica de la obra y muestra una faceta musical digna de las ideas de Brian Jones, junto al conjunto marroquí The Master Musicians of Jajouka led by Bachir Attar. El padre de Attar conoció a Brian Jones con quien llegó a grabar en alguna de sus aventuras de experimentación musical. «Cuando nos reencontramos, los conflictos que hubiéramos podido tener se olvidaron y comenzamos a hablar de futuro. Todavía tenemos ideas que surgen cuando nos encontramos los dos solos. Hay como una especie de chispa electromagnética entre los dos. Siempre ha sido así», explicó Richards.
El disco no llegó a ser número uno, pero se posicionó en los primeros lugares de las listas más importantes del mundo (2° en Reino Unido y 3° en Estados Unidos) y sirvió para embarcar a la banda en una maratónica gira mundial que dejó atrás siete años sin presencia en los escenarios. Fueron más de una centena de conciertos entre agosto de 1989 y agosto de 1990, en Norteamérica, Europa y Japón y constituye uno de los tours más vitoreados por los fans, junto con el de 1981 y 1982, en cuanto a magnitud, puesta en escena, repertorio y sonido. El resultado de de la gira fue la edición de ‘Flashpoint’ (1991), una de las producciones en vivo más valoradas de los Rolling Stones que además contó con dos canciones nuevas: “Highwire” y “Sex Drive”. Fue lo último de Bill Wyman junto a la banda, quien oficializó su salida en 1993. Según el bajista, la última gira había significado lo mejor que habían hecho los Stones y sentía que era el mejor momento para retirarse. La incertidumbre sobre la continuidad del conjunto reapareció ante su salida, pero por poco tiempo, y con casi 30 años rodando, nadie imaginaba que esa sería, recién, la mitad del camino.