Luego de su estreno en la Biblioteca Nacional y de un recorrido que incluyó proyecciones en el Festival Internacional de Cine Político, en el Centro Cultural de la Cooperación y en la Televisión Pública durante el último Día del Periodista, De la resistencia a la existencia, el documental que cuenta la historia de la lucha, recuperación y construcción de Tiempo Argentino como medio autogestivo, llega al Cine Gaumont.
Será este lunes a las 19:30 en una función especial, abierta al público, para mostrar una vez más este nuevo proyecto impulsado por los trabajadores y trabajadoras del diario, también desarrollado en parte por la cooperativa, y que logró plasmarse en una película gracias a la mirada y guía de Pablo Lecaros. Como documentalista dedicado a contar historias de lucha e impacto social, el realizador tradujo la experiencia única del colectivo en un relato cinematográfico, preciso y conmovedor.
«Me pareció una gran idea hacer un documental. Yo conocía la historia de Tiempo Argentino y que existiera un relato de su resistencia y de su lucha ameritaba un proyecto importante», recuerda el director. Convocado para la iniciativa, al profundizar en los acontecimientos que marcaron el camino de la que es hoy la cooperativa de medios más grande de la región, Lecaros advirtió que la idea original de hacer una entrega por capítulos, tal como se había planteado al recibir el apoyo financiero del Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA, dependiente de Enacom), merecía mutar a otro formato.
«Entendimos que tanto por la riqueza del material y los relatos de las compañeras y compañeros, en la historia de Tiempo Argentino teníamos una película para contar. Y con los mismos recursos disponibles, apostamos a narrarla en 90 minutos».
Es que el devenir de la cooperativa tiene una relación inalienable con sucesos trascendentales para el país. Desde que sucedió el vaciamiento del diario en 2015 por parte de los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, dueños del Grupo 23, y los trabajadores y trabajadoras decidieron recuperar el medio y luchar por su continuidad, la Argentina entera se enfrentó también a una época signada por enormes dificultades.
«La película atraviesa los inicios del macrismo y toda la virulencia en su avanzada contra los derechos laborales, así como también momentos de plena discusión sobre el rol del periodismo y la forma de organizarlo. Un largometraje permite generar un ruido mayor y abrir un debate en este contexto de extrema derechización; hacer memoria es fundamental para que no se vuelva a dar un avasallamiento con gobiernos neoliberales».
Lecaros, que varias veces se refiere a cómo se asombró, aun conociendo de antemano la historia de Tiempo Argentino, al toparse con detalles, testimonios y material de archivo sobre el derrotero que se inició a principios de 2016 con los reclamos frente al Ministerio de Trabajo y que culminó con la conformación de la cooperativa, destaca, del minucioso trabajo de reconstruir todo aquello, la potencia que tienen las imágenes del ataque a la redacción en julio de ese mismo año.
«A partir de lo que pude ver de la gente resistiendo, esa noche fría, de lluvia, al ataque de una patota, sentí que había un vértigo en el relato. Y quería que fuera contado por sus trabajadores y trabajadoras, con la mayor representatividad posible, y no sólo por la mesa chica. Tratamos de encontrar un equilibrio, y que también sea un equilibrio de género».
Esa circunstancia dramática, que configuró una de las mayores agresiones al ejercicio de la tarea periodística, para el director era también un «condimento especial» desde un punto de vista cinematográfico, junto con el gran aporte de las voces de Taty Almeida, Nora Cortiñas, Víctor Hugo Morales, Alejandro Bercovich, Julia Mengolini, Angela Lerena y otros referentes que participan del film.
Nuestra historia
Pablo Lecaros es chileno, pero desde hace más de 15 años está radicado en Buenos Aires, donde llegó para estudiar cine. Aquí se capacitó como realizador audiovisual y guionista en el Centro de Formación Profesional del Sindicato de la Industria Cinematográfica Argentina, y en la Universidad de Buenos Aires realizó una especialización en documental social.
Entre sus trabajos se destacan Fotos de la memoria, sobre los registros de Víctor Basterra en la ESMA; Juana, bronce y libertad, acerca de la creación del monumento a Juana Azurduy frente a la Casa Rosada; y Relatos de pandemia. De esta experiencia de vida en nuestro país, el director resalta, muy especialmente, su labor y militancia en el Centro Cultural Homero Manzi de Boedo, uno de los de más activos de la ciudad.
De la resistencia a la existencia implicó distintos desafíos. «Es la primera vez que hago un documental sobre un medio de comunicación y, además, sobre uno cooperativo, que no tiene patrón, donde los trabajadores y las trabajadoras se organizan en asamblea, debaten las noticias y mucho más». Sintetizar la dinámica de Tiempo Argentino tuvo sus dosis justas de realidad e imaginación.
«Yo no conocía cómo era una redacción y no sabía cómo iba a contarla; en la película fue una de las cosas más difíciles de pensar para mí. Entonces me remití a los lugares comunes de cómo eran los diarios antes, esa imagen de los periodistas tipeando, esa sensación de urgencia».
De nuevo, el director tuvo la posibilidad de ampliar esos cruces entre la tarea del medio cooperativo y la realidad del país. «Durante la filmación se dio un hecho muy importante, que fue terrible. Hablamos de cuando el sábado 27 de agosto del año pasado derribaron las vallas en el departamento de Cristina Fernández de Kirchner y se desató la represión de la policía, poco menos de una semana antes del atentado. Si bien ese día ya estaba planeado rodar, que justo se dieran esas situaciones fue muy fuerte porque nos ayudó mucho a mostrar cómo se vive en una redacción una noticia tan trascendente», afirmó. «
«Ahí se conjugaron muchos elementos, desde las discusiones que se establecían entre los periodistas hasta cómo se iba diagramando el papel y la web en ese momento tan vertiginoso, la imprenta. Me parece que lo que define a un medio de comunicación es ese vértigo, y más en el caso de Tiempo Argentino, que es una cooperativa donde todos ponen el cuerpo y cumplen más de una función».
La construcción colectiva del diario fue clave para la puesta de Lecaros y uno de los puntos centrales de la conexión con el público (ver recuadro). “En ese relato casi coral, donde está la presencia y la voz de los trabajadores y trabajadoras, en esa especie de cadáver exquisito de frases donde cada uno va armando ciertas partes de las escenas del documental y de la historia, está el resumen de casi siete años de lucha. Se genera no sólo un ímpetu sino también una sensación de tener que detenerse y escuchar la palabra, eso que dice el otro».
«En una época de información rápida, el documental invita a repensar y debatir. Se desfrivoliza el oficio, es una película donde se ve gente trabajando, luchando, que se para desde un lugar determinado para hacer comunicación y contar las noticias. Hay un momento en que el periodista Diego Pietrafesa dice que Tiempo Argentino hace ‘periodismo decente’: esa frase me parece hermosa y creo que resume todo en este momento de fake news y de un periodismo que responde a otros intereses, de gente poderosa, de medios hegemónicos», dijo el director.
«Por todo eso, me parece tan importante el lugar donde el diario planta bandera y crece, porque además tiene su programa de radio en la AM 530, los talleres y más. Como dicen Taty Almeida y de Norita Cortiñas, ‘la única lucha que se pierde es la que abandona’; y qu que no hay cansarse, sino luchar todos los días”, concluyó Lecaros.«
De la resistencia a la existencia
Dirección: Pablo Lecaros. Guión: Guido Molinari. Jefa de producción: Ayelén Barberis. Producción ejecutiva: Malena Winer. Función especial gratuita: lunes 3 de julio a las 19:30 en el cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.
Espacio Incaa
Después del estreno en la Biblioteca Nacional el 26 de abril pasado, fecha en la que se conmemoraron siete años de la asamblea fundacional en la que los trabajadores y trabajadoras decidieron conformar la Cooperativa Por Más Tiempo, De la resistencia a la existencia tuvo distintas proyecciones, y todas muy significativas. Sin embargo, el próximo lunes 3 de julio será una ocasión distinta en el derrotero del documental, ya que ese día habrá una función especial, libre y gratuita en una de las más emblemáticas salas porteñas.
“Esta película nos dios mucho, y estar en el Gaumont va a ser otro gran momento, al que seguro seguirán más, porque vamos a continuar recorriendo lugares y ciudades. Yo creo en esa forma de hacer cine”, dice Lecaros.
El espacio, uno de los más importantes bajo la órbita del Incaa, fue un refugio para el director. “Cuando yo estaba estudiando, salía de cursar y me iba todos los días a ver algo al Gaumont; y de verdad que eran todos los días, sin falta. Ahora, llegar con De la resistencia a la existencia a esa sala es como una graduación, un sueño del pibe, y esperamos que tenga mucha repercusión”.
Debates y empatía
Lecaros rescata los debates con el público y su empatía al conocer la historia de la cooperativa, donde el material de archivo juega un rol central. Por ejemplo, el peso que tienen las imágenes de la irrupción de la patota a Amenábar 23, donde en 2016 funcionaban la redacción tanto de Tiempo Argentino como de Radio América. El ataque fue pergeñado por el empresario Mariano Martínez Rojas después del vaciamiento, y comandado por Juan Carlos Blander con la complicidad del comisario Jorge Azzolina, tal como fue denunciado por la cooperativa.
“La devolución de la gente al ver el documental es de mucho asombro. Un poco como me ocurría a mí antes de involucrarme en la realización, tenían retazos de la historia de Tiempo Argentino, pero al ver todo tal como fue, se quedan impresionados. Resulta increíble que un medio de comunicación haya vivido ese ataque. Bucear en la memoria de Tiempo Argentino fue un trabajo importante y también difícil, fueron horas buscando y revisando, pero yo soy un enamorado de trabajar con material de archivo”.
También se genera una cercanía necesaria en tiempos de vulneración de derechos. “El público que ve el documental se reconoce como un trabajador, un obrero, un par. La historia de Tiempo Argentino logra que todos nos sintamos parte de su lucha. Hay una fibra humana en De la resistencia a la existencia que conecta con el otro”.