La personalísima cantante y compositora despedirá su último álbum con el show "Adiós Halo. De pe a pa". Las nuevas composiciones que se vienen, la relación que la une con sus fans y el regreso part time a la actuación.
“En el mundo entero buscan que todo se parezca, como que están buscando manejar el asunto, y es una lástima porque me parece que cada uno debe tener su propia manera de comunicarse con la música y cada uno debería tener su lenguaje personal: no quiero decir original porque me parece un poco pretencioso, pero sí personal. Tu manera de hablar, de percibir las cosas, de expresarte”, analiza en diálogo con Tiempo.
Y arriesga: “Estaría muy bueno que se incentivara eso. No digo ser distinto, porque el objetivo no es ser distinto, sino ser uno. Si todos buscaran dentro de sí su relación personal con la música, sin estar tan conectados con la reacción que puede haber, habría muchísimas más cosas de las llamadas inclasificables. Sería muy saludable que hubiera más música inclasificable”.
Mientras tanto, la artista marca una vez más su poco interés en los usos y costumbres populares y decide realizar una serie de shows en los que, a modo de “despedida”, interpretará de manera completa el disco Halo, su última producción de 2017, tras haber realizado nueve giras, con más de 100 conciertos, por Japón, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.
Adiós Halo. De pe a pa es el nombre de este espectáculo –en el que estará acompañada por el baterista Diego López de Arcaute– que pasará por Mar del Plata, Uruguay, Mendoza, Córdoba, Chile y tendrá su epicentro el 13 de diciembre en el porteño Deseo Club. El repertorio incluirá cuatro “outtakes” que finalmente vieron la luz este año en un EP llamado Exhalo.
“Es una manera de apurarme a hacer el próximo disco, de terminarlo. Además, es un disco que nunca tocamos en su totalidad. A medida que vas acumulando discos, cuando armás un show van quedando temas importantes afuera. Como ya se viene un disco nuevo y se viene otra vez el recambio, y hay al menos cinco canciones de Halo que nunca tocamos en vivo, esta es una buena manera de hacerlo”, explica la artista.
“Es una despedida porque entero no lo voy a tocar nunca más. Es algo que no hice con ninguno de los otros discos. Es algo muy para fans porque es algo más jugado hacer solo un disco. El show como nos gusta, con los mejores temas todos enganchados, los ‘hits’, ya lo vieron muchas veces, así que este es un show único porque será esta vez y nada más”, advierte.
-Imagino que habrás tenido que volver a escuchar el disco para armar este show. ¿Cómo suele ser tu relación con tus álbumes una vez que son lanzados?
-Los escucho mucho cuando están listos o recién salen porque creo que tengo que ser mi primera fan, la primera entusiasmada para después poder entusiasmar a los demás. Si a mí no me gustan, ya está, se murió el disco. Entonces, al principio los escucho mucho y después me olvido de los discos. Ahora tuvimos que volver a las fuentes para partir de ahí y no del recuerdo que yo tenía de los temas. Así que estos días estuvimos escuchando esos temas que nunca tocamos para ver cómo los resolvemos. Y cada vez los resolvemos con más facilidad. Hace muchos años que toco con Diego y desarrollamos una manera de trabajar. Nos entendemos muy bien.
-¿Sentís que mutaron muchos los temas que tocás en vivo respecto de lo que habías grabado?
-Eso pasa con todos los temas, no es una particularidad de este disco. Es raro que los temas queden como en el disco cuando los llevo al vivo porque les voy metiendo cosas. Lo que sí pasa es que algunos, a fuerza de tocarlos de varias maneras, llegan a una forma definitiva y fraguan ahí, pero de una manera que no los hace rígidos, estancos, sino que, al contrario, llegan a un momento de perfección en donde el relato melódico o armónico siempre parece el mejor lugar al que podían ir.
-¿Y qué sensación tuviste cuando volviste a escuchar las versiones del disco?
-Lo que pasa es que cuando el tema está en el disco es una foto fija de un bebé, o de un marsupial que nació pero todavía se tiene que desarrollar en el bolsillo de la madre. Y algunos temas siento que salen y ya son adultos; ya están vestidos y los reconocés porque siempre están vestidos igual. En cambio hay otros que dicen ”no, ahora quiero el pelo más corto, no me gusta más cómo me queda esto”. De golpe descubro algunas partes que quedan mejor y las pongo. Durante muchos años temí que eso defraudara, pero también me di cuenta que no es que estoy cambiando tanto una canción que se transforma en otra, sino que la esencia está. La armonía es la misma, las cosas que pasan alrededor cambian: los accesorios, la ropa, el maquillaje. Una vez leí que uno de los miembros de Can decía que cada disco era un work in progress. Es como una foto de un trabajo que después sigue, no es algo que se congela ahí y todo muere. Después me doy cuenta que eso, a la gente que le gusta lo que hago, también le gusta. Cuando hay cosas nuevas, las festejan o las disfrutan como yo.
-Eso es algo muy común en el jazz pero no en la música más popular, como el rock o el pop, en donde se celebra la repetición.
-Pero ese público no es el que me viene a ver a mí. Mi mamá, que es muy fanática del jazz, me vino a ver en un momento en que yo estaba más libre, más haciendo lo que pintara, y me dijo: “Juana, lo que hacés vos es jazz”. Y viniendo de ella, que es una exigente insoportable, lo tomé como un gran cumplido. Me gustó porque nadie me catalogaría como una jazzera, pero tal vez la actitud es jazzera.
-¿Creés que esa actitud jugó en contra en los primeros años de tu carrera musical, en donde tal vez se esperaba algo en especial de vos?
-Yo tenía un lugar muy instalado, muy fuerte como actriz cómica y la gente, sobre todo los medios, no me perdonaron que dejara de ser actriz. Me condenaron. Es un hecho, no es que me queje. Pasó. Todas las notas que me hacían del disco hablaban de por qué había dejado la tele. Ninguna hablaba del disco, ni siquiera mal. Lo ignoraban al disco. Y la gente empezó a repetir lo que decían los medios. Pero bueno, yo no tenía las herramientas para salir a defender eso con seguridad.
-¿Esa inseguridad hizo que no salieras antes al ruedo? Porque en los `80 vos ya estabas conectada con la escena musical.
-Sí, sentía pánico, terror. Yo compuse mucho en esa época. Muchas de las canciones de Rara son de esa época, pero ya me resultaba muy distinto a lo que existía. Me acuerdo de estar mostrándole una canción a un amigo e interrumpirla todo el tiempo explicándole que esa parte podía ser distinta, que después le iba a poner un estribillo, que fue lo que hice en Rara, insertarle partes a esos loops tocados que yo hacía. Y le inserté todas esas partes porque sino sentía que me iban a dar con todo y no tenía la fortaleza ni la seguridad de poder bancarme eso. Me hubiera encantado tener otra personalidad antes, pero fue algo que forjé a fuerza de bancármela y sufrir en el escenario como una condenada. Hay shows memorables que quiero ir a la casa de cada uno de los que fue y pedirles disculpas. La pasé como el culo en muchísimos shows, no me la podía bancar. Y después con la televisión fue peor, porque encima ya era alguien: era “Juana Molina de la televisión” y no coincidía con lo que era en el escenario. Me temblaba la voz, las manos, y aún así, con esa inseguridad atroz, algunas personas podían percibir la música y fueron las que fundaron mi nueva camada de fans. Venían 400 personas a verme y quedaban 25: unos porque no se animaban a irse y otros porque les gustaba igual, pero los otros habían venido porque tenía un nombre. Si hubiese empezado de cero con esos 25 hubiera sido distinto porque no podía lidiar con esa presión. Ahora no me pasaría eso, pero bueno, pasaron algunos años. Soy de aprendizaje lento.
Presenta Adiós Halo. De pe a pa el viernes 13 de diciembre a las 21 en Deseo, Avenida Chorroarín 1040 (CABA).
Exactamente 30 años tuvieron que pasar para que Juana Molina regresara a la actuación luego de un largo proceso en el que finalmente se ganó un merecido lugar como música, a pesar del reclamo inicial de la crítica y de gran parte del público, y para que continuara en la senda de la actriz cómica.
Será en la serie En el barro, el spin-off de la exitosa El marginal, donde la artista que brilló en Juana y sus hermanas realizará un pequeño papel, tras largas charlas con el productor Pablo Cullel y el realizador Sebastián Ortega, responsables del ciclo que podrá verse por Netflix.
“Me ofrecieron hacer un papel, hubo una serie de encuentros y, al final, como no sabía muy bien cómo hacerlo, dije que no, que me había encantado la idea, pero no. Ahí me ofrecieron otro personaje que llevaba menos tiempo y compromiso y me pareció que estaba bien para volver, porque siempre me da miedo hacer las cosas que me salgan mal. No quiero después sufrir por algo que me parece que estuvo mal”, relata Juana Molina.
La experiencia resultó tan grata y disfrutó tanto del clima durante las filmaciones que reconoce que luego se arrepintió de no haber asumido el rol original.
–¿Las dudas iniciales tuvieron que ver con que lo sentías como un paso atrás luego de tantos años de dar pelea para ser reconocida como música?
–No, una cosa no afecta a la otra. Lo que no quiero es abandonar, que ofrezcan algo que sean tres años de televisión. Eso ni loca. Pero sí me atrae algo que sea un tiempo acotado. No me imaginaba que iba a ser tan placentero todo: pensé que iba a ser un proceso arduo, pero resultó todo lo contrario.
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