Joaquín Furriel: «El fútbol es el único lugar donde la gente se fascina mirando a 22 millonarios»

Por: Adrián Melo

El actor encarna a un padre capaz de todo por hacer realidad los sueños de su hijo en "Robo mundial", la nueva serie de Star+ que también puede verse por El Trece. El valor de la comedia y la eterna pasión que genera la pelota.

A Joaquín Furriel se lo ve satisfecho y profundamente entusiasmado con su último proyecto. En Robo mundial interpreta a Lucho Buenaventura, un padre que, tras ahorrar para viajar con su hijo Sebastián (Matías Luque) al Mundial, queda pasmado cuando la Selección de Fútbol Argentina queda descalificada luego de una sanción en las eliminatorias por eventos desafortunados de violencia.

Ante ese escenario, pergeñan con un grupo de hermosos perdedores compuesto por sus compañeros de trabajo algo disparatado: robar la Copa del Mundial en su gira promocional por la Argentina y, de esa manera, intentar el reingreso de la Selección al Mundial y así salvar la ilusión de su hijo. Pero en ese sueño de su hijo se juega también el de todo un país, el orgullo de una Nación. El fútbol parece actuar como metáfora del ser argentino.   

–¿Qué te llevó a aceptar el personaje de Lucho Buenaventura? 

–Cuando leí los seis episodios, sentí que me gustaba mucho lo que les pasaba a los personajes. Es un compendio de antihéroes en busca de un objetivo sin ningún tipo de logística. También, como me gusta el fútbol, me parecía interesante hacer una serie sobre el Mundial. La serie también me daba la posibilidad de tener una especie de previa a lo que es el Mundial desde el lugar más conveniente del humor. Y me convenció todo lo que le pasaba al personaje: me daba ternura Lucho, un viudo con un hijo al que le promete algo y que, por razones ajenas a él, no puede cumplir. Tiene algo de películas que me conmovieron, como La vida es bella, que habla de padres que arman como realidades paralelas, ficcionalizan la realidad para que sus hijos puedan vivir algo que los llene de ilusión y tengan ráfagas de felicidad.  También, en un país como el nuestro, siempre me pareció necesario participar de una serie que entretenga, que haga reír, que haga reflexionar desde el humor. 

–¿Cómo construiste el personaje, más allá del trabajo con el director y con el guión? 

–Mi familia tiene sobrados antihéroes que se han comido la inflación, el efecto tequila, el corralito. Han tenido diferentes problemas económicos ajenos a ellos. Eso es lo que pasa y que a veces vuelve muy doloroso el hecho de ser argentino: hay cosas que son hermosas y las que no son tan hermosas tienen que ver con el dolor que te provoca no prever cuestiones que no tienen que ver con uno, que tienen que ver con el sistema, que no te la ves venir y te golpean en mayor o menor medida. 

–Si tuvieras que resumir la historia que quiere contar Robo mundial, ¿qué palabras utilizarías? 

–Gabriel Nicoli (creador, director y coguionista de la serie) propone una ucronía que tiene que ver con el mayor miedo que podemos tener en este momento la mayoría de los argentinos: que la Argentina quede fuera del Mundial. La serie se hace cargo, pone el miedo. Él, que es hincha de Racing como yo, tiene el miedo incorporado (risas). Yo disiento que otras hinchadas son las más argentinas. La más argentina es la de Racing porque siempre creemos que podemos ganar y muchas veces no ganamos. Pero, cuando ganamos es una felicidad extraordinaria. Es un club que ha ganado, que fue el primer campeón del mundo de los equipos argentinos. En la actualidad ha mejorado mucho, pero tuvo épocas oscuras. Yo entiendo que esta serie la escribió un hincha de Racing. Otras hinchadas están más acostumbradas a no ganar nada o a ganarlo casi todo. Nosotros somos más intermitentes, pero no como hinchas. En este sentido creo que hay algo del gen argentino que Gabi toma. Hay varios textos de la serie que, en el contexto de la comedia, nos están advirtiendo los personajes: los argentinos tenemos esto, aquello, pero siempre nos la dan a nosotros. El antiheroísmo que tenemos los argentinos/as parte de ahí. Ninguna injustica es tolerable, pero en la serie hay una idea de injusticia intolerable que actúa como motor de los personajes. El hijo es el sostén emocional de Lucho y para que aquel pueda estar cerca de la felicidad se juega el todo por el todo y llega a hacer algo que es cuestionable, como robar la Copa del Mundo. Hay una idea de que detrás de todo hay una injusticia mayor que sufrimos los argentinos y que él debe ser el redentor de esa injusticia. Hay algo de la crisis de lo que también habla la serie. Es una serie para épocas de crisis. 

–El primer capítulo alude en diferentes momentos a Maradona. Transcurrido un año de su muerte, ¿cómo lo sintieron durante la filmación? 

–Maradona está todo el tiempo presente, es inevitable. También Bilardo, que hasta tiene su propio capítulo que se llama Salvador Bilardo. Actúo con Goycochea y a mi generación le invaden los recuerdos de su épica atajando penales y personalmente me viene la imagen de ir en el tren eléctrico de Adrogué hacia el Obelisco, todos festejando. Para los futboleros, Maradona está muy presente y siempre me emociona. La existencia de Maradona también está representada como metáfora. Maradona era ese dios que conseguía lo imposible y la película trata del periplo de un grupo de antihéroes intentando logar algo imposible. 

Foto: Star+

–¿Cuál es la escena que más te conmovió interpretar? 

–Hay una escena que no me voy a olvidar en mi vida porque me pasó algo inédito.  Había muchísimos extras en una locación ordenados para un momento en que mi personaje con la máscara de Bilardo aparece con la Copa del Mundo y hace algo. Es en el último episodio por eso no puedo spoilear, pero, por primera vez sucedió que todos los que estábamos ahí presentes hicimos el ensayo, fuimos a la toma y no podíamos parar la toma. Porque nadie actuó nada y lo que ocurrió ahí parecía real. Todos lo que estábamos ahí deseábamos que eso ocurriera y estábamos sublimando ese momento. Muy pocas cosas pueden provocar ese nivel de comunión, de sintonía fina como el fútbol. Eso de abrazarte con alguien que no conocés, pero que parece que conocés en ese momento y que él conoce algo de vos. Ese desconocido no es desconocido porque es argentino, como uno. Te estás abrazando en la cancha con un extraño al que podés llegar a decirle palabras de amor por la felicidad de estar compartiendo ese momento. Ahí pensé lo importante que habrá sido para Maradona volver con la copa del mundo en el 86 y vernos a todos festejando como lo hicimos. Es como los juicios a los militares en 1985, es algo que los argentinos hicimos bien y no nos saca nadie. Algo que no pudo hacer ni España y ni siquiera Alemania. Creo que la película simbólicamente tiene que ver con esto: lo hicimos bien y no puede ser que estemos tan lejos de lograr algunas otras victorias como sociedad. Ojalá que podamos. Me emociona porque me duele lo que estamos viviendo. Es el primer mundial sin Maradona, es el último de Messi. Simbólicamente se juegan tantas cosas y yo tuve la oportunidad en este mundial de ser parte de esta ucronía, de este tentempié previo a la realidad del Mundial. 

–¿Qué relación encontrás entre el fútbol y la política? 

–No sé si lo puedo resumir en este contexto, podría decirte algo para empezar a dialogar. El fútbol es el único lugar donde la gente se fascina mirando a 22 millonarios. No creo que hoy eso exista en ningún otro lugar. Cuando veo que Jeff Bezos gasta millones para pasar unos segundos en la estratosfera me parece algo muy estúpido y hasta insultante. Pero con los millones que se gastan en el fútbol se producen pasiones que resumió muy bien Galeano en su libro El futbol a sol y sombra. Por otro lado, el fútbol coincide con la política en que ambos devinieron en espectáculo y casi una forma de entretenimiento, lo cual me parece muy peligroso. Porque los líderes de ultraderecha suelen montar un espectáculo a manera de showman, como el Joker. Históricamente, los líderes de ultraderecha montaron shows como estrategia. Parece que surgen para captar la atención de quienes están desahuciados o descreídos con la política en general y, de diferentes maneras, se plantean como ajenos a la política o antipolíticos. En definitiva, no es esa especie de maraña tan compleja entre las barra bravas, los policías y los políticos lo que más refleja la relación entre fútbol y política. Sino que, es interesante ver cómo el fútbol se transformó en espectáculo y la política intentó también hacer eso, pero en el caso de la política con consecuencias mucho más nefastas como el avance de la ultraderecha en el mundo donde capta quince o veinte por ciento del electorado y, en el caso de Italia gane la elección presidencial. Para los que tenemos la idea de pensar un mundo diferente eso es lo más acuciante y peligroso. «

Foto: Star+



Robo mundial

Creada y dirigida por Gabriel Nicoli. Escrita por Gabriel Nicoli, Jesús Braceras, Martín Caamaño, Marcela Guerty. Con Joaquín Furriel, Benjamín Amadeo, Carla Quevedo, Javier Gómez y Agustina Tremari, entre otros. Disponible en Star + y los viernes a las 23 en El Trece.



Eternos perdedores en busca de la redención

Hay una tradición de ficciones argentinas en las cuales fracasados recurrentes, reventados, rebeldes, subversivos, antisistemas y eternos perdedores que tienen algo de poetas y de locos, emprenden una aventura extraordinaria, un delito para escapar de la vida gris, de la dependencia, del trabajo alienado, una ilusión que les permita salvarse de las injusticias estructurales propias de los avatares y vicisitudes de la economía nacional.
Así se puede trazar un arco que va desde Apenas un delincuente (Hugo Fregonese, 1949), pasando por El dependiente (Favio, 1969), Soñar soñar (Favio, 1976), La parte del león (Aristarain, 1978), Perdido por perdido (Lecchi, 1993) hasta películas como Nueve reinas (Bielinsky, 2000), entre otras. Pero, a diferencia del clásico pistolero, justiciero o guerrero de las películas comerciales norteamericanas donde el objetivo final es dominar o conquistar el mundo, parece haber en estos antihéroes y delitos argentinos la redención de una ancestral injusticia mayor.
Robo Mundial se inscribe en esta tradición. Tal como lo señala Furriel: “Hay algo de supervivencia en el hecho de ser argentinos que se ve reflejado en la ficción. Los argentinos tenemos una manera de vivir que es sobrevivir, lo cual padecemos y, al mismo tiempo, es la herramienta que encontramos muchas veces para salir adelante en momentos difíciles”.

Foto: Star+

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  • El desprecio de este muchacho por los ritos populares es monumental. En cualquier canchita de barrio o de pueblo va a encontrar la misma fascinación frente a 22 pendejitos de 10 años o 22 jovatos excedidos de peso y escasos de entrenamiento.

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