Si las observaciones de situaciones cotidianas te divierten, el referente numero uno es él. Jerry Seinfeld (65 años) creó su estilo característico entre la poca expresividad y la sobreactuación, pero empujadas por una capacidad de observación y mordacidad irresistibles. Se trata de un comediante que interpela a su audiencia sobre sus propios problemas, contradicciones y frustraciones en la ridiculez de lo cotidiano. Reír es un asunto serio y Seinfeld lo entendió desde sus inicios en el stand-up y su consagración global en la sitecom que llevaba su apellido.

El ya legendario humorista, quien no hacia un acto desde 1998, aceitó la maquinaria y sacó lo nuevo de la mano de su productor de siempre: George Shapiro. El especial fue grabado en el Teatro Beacon de Nueva York, donde da su punto de vista de todo y de nada. En “23 Hours to kill” todo es muy Seinfeld. Inclusive la parodia a las cintas de James Bond con la que se promocionó y con la que comienza el especial tiene su sello: Jerry se lanza de un helicóptero al Rio Hudson para llegar al teatro a tiempo. Un escarnio al tráfico de la gran manzana pero también una leve ridiculización de sí mismo. Combinación clásica. Pero lo verdaderamente importante es lo que pasa frente al micrófono.

Los ítems son múltiples. Incluye, por ejemplo, la práctica constante de la queja, las amistades molestas  y los misterios de la costumbre de hacer planes para salir y la posterior necesidad de volver lo antes posible (el show es previo al covid19, pero aplica por añoranza o anhelo). Como resume el propio Seinfeld: a nadie le gusta nada, entonces hagamos algo para tener algo que decir. “Podría estar en cualquier lugar del mundo ahora, eso es un hecho, lo saben. ¿Si ustedes fueran yo estarían aquí?”, ironiza para arrancar a despotricar contra la vida que apesta, aunque  sabe que la suya un poco menos que las de la mayoría.

Restaurantes y sus interminables reducciones y aderezos, las redes sociales, los teléfonos y la dependencia para con ellos, y las opiniones sobre todo de cualquiera que tenga la chance de hacerlo también son asuntos que Seinfeld analiza con minuciosidad y cinismo. Las compras y los tenedores libres, las mascotas y claro, los cereales y el correo, temáticas clásicas en su material, también encuentran su lugar. Su dialéctica navega con el ritmo del que conoce el territorio durante los  casi 60 minutos que está en escena. 

Seinfeld  demuestra una vez más cómo logró convertirse en un ícono de los ’90 y como su figura sigue siendo respetada y aclamada. Como cuando en el 2012 (cuando pocos se atrevían) emprendió con una serie web llamada “Comedians in Cars Getting Coffee”, donde entrevistaba a colegas para reflexionar sobre el humor, y la vida. Netflix confirmó el año pasado, que obtuvo los derechos de los 180 episodios de la serie Seinfeld, que espera relanzar en 2021. Hay Jerry Seinfeld para rato.


«Jerry Seinfeld: 23 Hours to Kill”. Show de una más de media hora en el escenario del Teatro Beacon de Nueva York. Disponible en Netflix.