Fuera de radar: diez series para ganarle a la escasez de estrenos

Por: Adrián Melo

La pandemia todavía tiene a la industria audiovisual semiparalizada y por eso las novedades de peso son pocas y cada vez más espaciadas. A continuación, un puñado de historias no muy promocionadas que invitan a maratonear.

La pandemia no terminó. De hecho, la industria audiovisual ahora está administrando la escasez más que nunca. Si bien algunas producciones empezaron a filmarse, aún no están terminadas y la mayoría de los platos fuertes ya fueron estrenados. Por eso es un gran momento para rastrear y disfrutar de producciones menos conocidas y otras que pasaron casi desapercibidas al momento de su estreno. A continuación, una lista de opciones recomendables por su lectura política, originalidad y/o su capacidad para atrapar al espectador. En la mayoría de las ocasiones supone alejarnos del circuito más comercial y demostrar que hay ficción más allá de Hollywood.

Undone

Joya de la animación para adultos en la que el género se ponen al servicio del argumento de manera magistral. Tras sufrir un accidente vial, Alma (Rosa Salazar), una joven veinteañera empieza a vivir experiencias paranormales y a ver a su padre muerto. Una Wanda avant la lettre. A partir de entonces, como una bella Hamlet del siglo XXI aprovecha el fantasma paterno para investigar las circunstancias misteriosas que rodearon su muerte y le produjeron traumas infantiles. Como Alma conduce el relato, no se sabe si sus intermitencias entre la realidad y lo onírico son producto de sus fantasías, de sus necesidades psíquicas de reparar su mundo interior o de habilidades especiales heredadas por el misticismo de una madre mexicana y un padre de origen judío.
Disponible en Amazon.



Hacia el lago

Una producción del enemigo político por antonomasia del imperialismo estadounidense que ahora primerea en efectividad de vacunas para salvar al mundo. Hacia el lago, se inserta en la larga serie de ficciones que presagiaron la pandemia. El punto de arranque es el clásico de las narraciones posapocalípticas: en Moscú se desata un virus pulmonar que comienza con ataques de tos, fiebre alta, ojos inyectados en sangre y se transmite a gran velocidad por el aire. Los infectados tardan en morir lo que Jesús en resucitar y casi el mismo tiempo en devenir zombies. Para sumar más caos al caos, las fuerzas militares del Estado armadas hasta los dientes confinan a las ciudades mientras la solidaridad social se disuelve en saqueos. Pero la ficción hace hincapié en las relaciones humanas y las nuevas maneras de generar comunidades afectivas.
Disponible en Netflix.



La revolución
Combina diferentes géneros –el suspenso, el terror y el romántico, entre otros– para analizar el suceso histórico que terminó con la monarquía. Filmada antes que se desatara el Covid, el argumento gira en torno a una extraña pestilencia en 1787. Si en los discursos hegemónicos las pandemias son culpa de los extranjeros enemigos de EE UU, los habitantes del Tercer Mundo, los judíos, el hacinamiento de los humildes o la promiscuidad sexual de los marginales, la particularidad de esta ficción es que pone las cosas en su lugar y hace justicia poética responsabilizando del desastre sanitario a los sectores privilegiados. En efecto, la plaga se trasmite por la sangre azul y acarrea que los nobles la emprendan furiosamente contra los pobres. La primera víctima: una joven del pueblo que creía en la igualdad social.
Disponible en Netflix.



El jurado
Este hito de la ficción belga de diez episodios parte de un argumento fascinante y siniestro: una mujer es acusada de matar a su hija y a su mejor amiga.
Sin embargo, en una excelente vuelta de tuerca, la tensión no gira en torno a la culpabilidad o no de la mujer sino en la psique y los conflictos personales –que tienen incidencia y condicionan los veredictos– de algunos de los miembros del jurado. Así las cosas, además de preguntarse sobre esos crímenes que parecen ser la esencia del mal, la serie constituye una reflexión sobre la capacidad del ser humano de juzgar y sobre sus enormes dificultades para impartir una justicia que esté a la altura de sus propias expectativas.
Disponible en Netflix.



El colapso

Una obra de arte del cine apocalíptico francés que tiene el plus de organizarse en verdaderos cortometrajes autoconclusivos de inusual calidad audiovisual, precisión de relojería en la dirección y un manejo de cámara impecable que genera tensión y un clima asfixiante de intensos veinte minutos. El punto en común de los ocho capítulos es el contexto: por razones desconocidas, la sociedad industrial colapsó y las personas tienen que huir en busca de nuevos horizontes. Como toda maravilla de ciencia ficción se ubica en el futuro para hacer una reflexión sobre el presente y el drama humano. La hipótesis es que el capitalismo lleva en sí mismo los gérmenes de su destrucción y que las relaciones humanas aparecen viciadas por la voracidad del dinero y la alienación del trabajo. Moraleja: mientras haya capitalismo y burguesía no existe poesía ni amor redentores.
Disponible en Flow.



Diez por ciento

Para no hacer solamente catarsis por la pandemia poniendo en escena la piedad y el terror, un poco de humor francés con mucho de sociología. Diez por ciento se centra en una agencia de representantes de actores para hacer una radiografía de la sociedad francesa con sus luces y sombras. El argumento da pie a un desfile de estrellas del firmamento artístico local tales como Juliette Binoche, Isabel Huppert y Jean Renor. El título alude al porcentaje que cobran los representantes de los artistas. Bellas imágenes de París y un panorama de arquetipos y de sentimientos arquetípicos presentados con mucha gracia: el gay bien intencionado pero envidioso, el racismo, y el machismo del mundo empresarial y del espectáculo, entre otros.
Disponible en Netflix.



Rita
Lo interesante de la producción danesa Rita es que parece contar una historia diferente en cada temporada, sin que el personaje principal pierda su esencia díscola, su impredecibilidad y su encanto de eterna perdedora. En la grieta docente Rita -Merlí, la nórdica se destaca porque es progre-antiprogre, contradictoria y carece de la arrogancia del profesor catalán. En la quinta temporada la maestra parece haber encontrado su paraíso: es dueña de su propia escuela con un sistema de enseñanza colectivo, mucha libertad, pocos manuales y nada de exámenes represores para los estudiantes. Sin embargo, todo sale mal. Y Rita, la mujer libre y pansexual, termina acusada de discriminación y homofobia por un comentario burlón mal interpretado. La serie critica la actual policía de mentes y cuerpos, en ocasiones disfrazada de izquierda y progresismo.
Disponible en Netflix.



El camino de la noche

Esta ficción belga funciona como un buen entretenimiento de seis episodios cortos con ritmo trepidante. Con reminiscencias a los bodrios de la saga Aeropuerto, narra el secuestro de un avión en Bruselas por parte de un extraño personaje que, lejos de intenciones terroristas, quiere salvarse y de paso salvar a una decena de pasajeros de una extraña catástrofe natural que extermina a la humanidad por los efectos de la luz solar. Para continuar con vida, los supervivientes emprenden vuelos nocturnos constantes y evitan el contacto con el mortífero sol. A pesar de algunas agujeros negros en la trama, entretiene y produce cierta adictiva curiosidad de saber con qué se saldrán en cada episodio.
Disponible en Netflix.



Tabula rasa

Para concluir la trilogía de iniciación a la ficción belga, un thriller psicológico que comienza con una reconocida bailarina clásica, Mie D’Haeze (Veerle Baetens), recluida en un hospital psiquiátrico e involucrada en el caso policial de un hombre desaparecido. El problema es que, tres meses antes de los hechos, Mie fue víctima de un accidente y a partir entonces padece de amnesia anterógrada que la condena a un eterno presente. Por lo tanto, la muchacha no sabe quién es ese hombre que busca la policía y que posa en una foto junto a ella. Para salir del entuerto y recuperar la libertad, Mie debe reconstruir su pasado inmediato. Pero cuanto más recuerda Míe, más desconfía de aquellos que supone sus seres más próximos. Tal como planteó de manera magistral Agatha Christie en su obra teatral La ratonera, quizás todos nos encontramos en un mundo de desconocidos.
Disponible en Netflix.



Normal People

“No se puede vivir del amor”. Normal People confirma la afirmación de la canción homónima de Andrés Calamaro de la manera más desgarradora. La serie irlandesa gira en torno a los encuentros y desencuentros entre Marianne, una muchacha con dinero, y Connell, el joven hijo de la mujer que hace limpieza en su casa. Hasta acá una fórmula remanida: chica rica se enamora de chico pobre. Pero las variables que se interponen en esta historia de amor son más complejas y realistas que en los culebrones clásicos. Marianne y Connell asisten a la misma escuela pero Connell no le habla dentro de la institución porque él es popular y carismático y ella es la altanera de clase acomodada a la que no quiere nadie. Esa situación clandestina signa una relación de amor que nunca se formaliza como tal, pero que está llena de sentimientos profundos.
Disponible en Starzplay.

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