La historia fue la protagonista de la jornada de hoy del 77o. Festival de Venecia con tres films llegados de Rusia, Estados Unidos y Brasil que reafirman la voluntad testimonial del cine.
Ellos son “Dorogie tovarischi!” (Queridos camaradas) del ruso Andrei Konchalovsky que recuerda la sangrienta represión de una huelga proletaria por el aumento de precios y la contemporánea reducción de salarios en junio de 1962, el encuentro del líder de las Panteras Negras, Malcolm X, el boxeador Cassius Clay, el rugbista Jim Brown y el cantante rock Sam Cooke en un hotel de Miami el 25 de febrero de 1964, ilustrado en “One Night in Miami…” de Regina KIng, y el arresto del cantautor Caetano Veloso de parte de la dictadura militar brasileña el 27 de diciembre de 1968 en “Narciso em férias” de Renato Terra y Ricardo Calil.
Tres fechas, tres momentos clave, aunque si se quiere menores, de la historia a veces trágica de estos tres países que coinciden en el programa de hoy del festival veneciano.
El veterano cineasta ruso, apenas cumplidos los 83 años, recuerda esta huelga que causó la muerte de 26 personas y heridas a otras 87, sepultada en la memoria soviética por orden de Nikita Khruschev, que pocos años antes había denunciado los crímenes estalinistas.
En efecto cada uno de los pobladores de la ciudad debieron firmar un pacto de silencio, cuya violación comportaba eventualmente la pena de muerte, mientras los cadáveres, sepultados en fosas comunes, solo fueron exhumados en 1994 y devueltos a sus familiares.
El film, fotografiado en blanco y negro en el formato clásico 4:3 para adecuarse al lenguaje cinematográgico de la época, está contado desde el punto de vista de una ferviente stalinista del Politburó local que descubre las falsedades del comunismo real, que persistía negando tozudamente, solo cuando su hija desaparece durante la represión.
Protagonizada por la misma esposa del director, Yuliya Visotskaya, hasta ahora la única candidata posible para la Copa Volpi a la mejor actriz, el film describe la corrupción, los privilegios y la obsecuencia de la clase dominante que de la metrópolis es imitada por todas las realidades locales y no olvida de culpar al KGB de la sangrienta represión.
La actriz premio Oscar Regina King debuta en la dirección llevando a la pantalla sin cambios perceptibles un drama de Kemp Powers (autor también del guión) la reunión que tuvo lugar en un hotel de tercera del ghetto negro de Miami de cuatro personalidades que marcarán las décadas del 60 y 70 de la historia norteamericana.
Ellas son Malcolm X que está por fundar el grupo de las Panteras Negras que tratará de acabar con la supremacía blanca, Clay, que esa misma noche le arrebatara la cintura de campeón mundial de los pesos máximos a Sonny Liston y que al día siguiente anunciará su afiliación a los Hermanos Musulmanes con el nombre de Muhammad Ali, Jim Brown, el formidable rugbista que está por abandonar el fútbol americano por el cine y Sam Cooke, el cantautor que desde su encumbrada posición de poder en la industria musical ayuda a la comunidad negra a afianzarse económicamente.
Un gran cuarteto de actores (respectivamente Kingsley Ben-Adir, Eli Goree, Aldis Hodge y Leslie Odom, Jr.) discuten según el autor todas las posibilidades de mejorar la condición de la minoría negra en una sociedad que ha desterrado solo en parte el racismo, desde la más violenta hasta la más conciliadora, sabiendo que será una tarea de décadas sino de siglos.
Caetano Veloso tenía apenas 27 años cuando fue arrestado por la policía sin conocer los cargos (que se basaban exclusivamente en la falsa denuncia de un disc-jockey de que el cantante había deshonrado al himno y la bandera brasileños durante un recital) pero que le valió seis meses de cárcel junto con su cuñado Gilberto Gil y su posterior exilio forzado de dos años en Londres.
Los directores se han limitado a filmar a Veloso contando su encierro, cantando algunas de sus canciones acompañándose con la guitarra, emocionándose hasta las lágrimas al leer la copia de su interrogatorio y riéndose de lo absurdo de algunas de sus acusaciones, como la de ser autor de una música desvirilizadora, pero sin intentar en lo más mínimo sintetizar el relato a través del montaje.
Pero la testimonianza se vuelve más actual y efectiva si se recuerda que Brasil tiene hoy un presidente que alaba la dictadura militar brasileña de los años 60/70 que trató de privar al país de dos de sus mejores artistas.