El cantante y compositor encabezará el primer show de Vanthra en CABA desde la llegada del coronavirus. En diálogo con Tiempo, el ex Catupecu Machu también reflexiona sobre la paternidad, su relación con las drogas y el incierto destino del mundo.
El cantante, compositor, guitarrista y bajista nunca se detuvo. Respetando normas y cuidados, encontrando las formas, lidiando con las ansiedades y buscando las mejores estrategias. Su «daleísmo» intrínseco –que también incluye un escepticismo activo– se basa en la convicción y en una forma de sentir la vida. Por eso no sorprende que Vanthra haya lanzado el simple «Bailan los diablos», un adelanto de su próximo álbum Visiones y re-visones; que en paralelo avance en otro disco con nuevas composiciones –¿incluirá una versión de «Miguel Santillán, El León», de Los Fabulosos Cadillacs?–; que hace pocas horas hayan estrenado el video de «El desierto de Dios» –registrado en vivo en Piedra del Aguila, durante el eclipse solar total–; y que este viernes den su primer show en CABA desde que llegó el coronavirus.
Hablar con Fernando Ruiz Díaz es una experiencia inusual. Sus reflexiones e historias se atropellan en una montaña rusa de altísima adrenalina, capaz de sobresaltar hasta a los más audaces.
–Sos una persona muy activa y el virus impuso muchos condicionamientos. ¿Cómo vas llevando la pandemia?
–Es raro. Al principio fue todo muy fuerte. Pero me acomodé bien, más allá de la angustia y la preocupación que esto nos genera a todos. Por un lado me vino perfecto parar de viajar. Yo vivo de gira, entre escenarios y aviones. Bajarme de ese ritmo fue bueno. Pero, por otro lado, no me gusta tirarme a mirar la tele. Al principio no podíamos ni ensayar. Así que me puse a tocar solo, pensar, imaginar ideas, diseñar proyectos. Así fue que mientras cada uno laburaba a distancia para el segundo disco de Vanthra se nos ocurrió sacar primero el tercero. A lo mejor es algo de ansiedad (risas). En las plataformas ya está el corte «Bailan los diablos», un tema que la gente ya conoce, pero reinterpretado con otra instrumentación y arreglos. Este tercer disco iba a ser un disco y un espectáculo, pero lo de este show en particular ahora está pausado por motivos obvios.
–Muchos soñaban que la pandemia iba a favorecer un despertar de la conciencia…
–Quizás programaron mal el despertador (risas). Puede que algunas personas hayan logrado revisar algunas cosas. Están más sensibles a los afectos, a las cosas más importantes. Yo creo en esas personas, creo en los buenos, aunque sé que son poquitos (risas). Pero el mundo sigue igual o más autodestructivo que antes. La pandemia confirmó que el verdadero virus somos los humanos.
–¿Qué más nos podés adelantar de Visiones y re-visones" layout="responsive" width="1000" height="400"> –Hace poco Cuentos decapitados cumplió veinte años. ¿Qué significó ese disco de Catupecu para vos? –Una locura de tiempo. Que rápido pasa todo. Fue un disco que implicó un salto artístico. Fuimos a más, nos arriesgamos y encontramos música que nos hizo muy bien. Creo que la gente lo sintió igual porque fue el disco que nos permitió viajar por primera vez a Latinoamérica y llegar a EE UU. Fue muy fuerte. Pero con Catupecu siempre fue así. Siempre crecimos, nunca parábamos. Hoy valoro mucho que, más allá de cambios lógicos, el espíritu sigue siendo el mismo. Si reviso el camino de Catupecu siento mucho orgullo. Le dimos siempre para adelante, no buscamos la cómoda jamás. Y mirá que nos pasaron cosas heavys. Vivo todo con mucha pasión. Por eso me alejo de las drogas. Las probé todas y me gustan casi todas. Pero no puede permitirme que algo no me deje hacer todo lo que quiero hacer con mi vida. –Mucha gente no entendió porqué separaste a Catupecu y formaste Vanthra. Vos eras el líder, la voz y el motor creativo de la banda y podías llevarla para donde quisieras. –Sí, pero en un momento sentí que no podía más. Estaba en una pileta de Mendoza y sentí que me moría, que ya no podía. Quiero mucho a los chicos, pero Catupecu se había transformado en algo muy grande y con muchas presiones. Decidí empezar de nuevo con Vanthra. Y lo hago a full, no me puedo tomar las cosas a medias. Hoy podría facturar más con Catupecu, pero nunca prioricé eso. Mucha gente no lo entiende, pero yo lo siento así. Vanthra venía agarrando mucha velocidad antes de la pandemia y vamos a retomar ese sendero. Hacer más discos, más shows y probar más cosas nuevas. De eso se trata mi vida. « La historia es conocida. Gabriel Ruiz Díaz manejaba la madrugada del 31 de marzo de 2006, perdió el control del auto y tuvo un grave accidente. Lo acompañaba César Andino, cantante de Cabezones. César sufrió lesiones importantes, pero la peor parte se la llevó el por entonces bajista de Catupecu Machu. Alejado de la música por las secuelas del accidente, una entrevista con Fernando también es una oportunidad para consultarle por la salud de su hermano y seguir esperando el milagro. «Dado todo lo que pasó, Gaby está bien, su situación es estable. En julio de 2019 mi vieja se fue a vivir con su familia a Santa Fe y se lo llevó para allá. Es lo mejor. Si no fuera por la pandemia, yo no estaría nunca en casa. Está muy bien cuidado por el cariño de todos y por los profesionales que lo atienden. Y él es un león: siempre pone la mejor. Pero nadie hubiera querido que pasara lo que pasó, no se lo merecía. Uno se pone a pensar muchas cosas… ¿Sabés todas las personas que piensan y rezan por Gaby? Muchísimas. Y no solo en la Argentina. Pero no hay cambios. Uno ve estas cosas y tantas otras, y no quedan muchas esperanzas de que exista alguien que nos escuche del otro lado «, confiesa Fernando. Fernando Ruiz Díaz es curioso por naturaleza. Su instrumento natural es la guitarra, pero le encanta tocar el bajo, algo de percusión, programar y bastante más. Una de sus últimas obsesiones es la trompeta. Un instrumento representativo y fundamental en el jazz, y con una historia más bien lateral en la cultura rock. «Siempre me gustaron los instrumentos de viento y en particular la trompeta. En mi casa, cuando era chico, se escuchaba mucho Louis Armstrong. Antes de la pandemia, me decidí a estudiar porque quería sumar ese sonido a Vanthra. Al menos experimentar y ver qué pasaba. Creo que en algunos temas puede quedar muy bien. Ya había conseguido una docente, la madre de un amigo que la tiene muy clara. Pero bueno, la pandemia puso las clases en pausa. Igualmente, sigo investigando e imaginando cómo sería la mejor formar de suma ese sonido a la banda», destaca –Es uno de los instrumento que más se parece a la voz humana. –Exacto. Hacés todo con la boca. Me encanta el sonido que tiene, pero sobre todo que con la trompeta no podés mentir. Todo lo que suena es real. No hay forma de taparte o engañar. Todo el mundo es fan de Miles Davis y obvio que me gusta. Pero me apasiona el sonido de Satchmo, Chet Baker y Lee Morgan.La salud y la pelea de Gabriel
La trompeta y la imposibilidad de mentir
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