Gabriela Villalonga dirige “Ensoñada 1968”, un retrato de la huelga de tres meses que conmocionó a la refinería y ciudad de Ensenada.
La obra se estrenó el 13 de abril y desde ese momento generó una muy buena respuesta en la sala No Avestruz. Los sucesos de “Ensoñada 1968” son representados por niños, que mediante juegos ponen en escena los acontecimientos, miedos y conflictos de aquel momento. Esto hace que muchos espectadores se emocionen, sientan todo lo que ven como si lo hubieran vivido en carne propia y, en algunos casos, salgan del teatro al canto de “el pueblo unido jamásserá vencido”.
–¿Cómo surgió la idea de hacer esta obra de teatro?
–Surgió porque de alguna manera fue surgiendo la necesidad de expresar algo social y político, porque con los años para mí fue cobrando más sentido lo que fue aquella pueblada. Es decir, lo que son los dispositivos sociales en la horizontalidad y cómo surgen en momentos de crisis, porque antes no existían. Por ejemplo: después del estallido del 2001, salieron las asambleas barriales y el trueque. No sólo satisfacían una necesidad específica, sino que era una necesidad de registro de uno hacia el otro. La necesidad surgía por la falta de sostén del Estado. En épocas de crisis aparecen estos nuevos dispositivos sociales en la comunidad. En el caso que trata la obra, la huelga se mantuvo tres meses en la horizontalidad gremial. Pero lamentablemente al final fracasó porque no podían seguir reuniéndose en asambleas. En ese momento estaba prohibido y era casi imposible juntarse porque no había tanta masividad de celulares como hoy en día.
–¿Quisiste mostrar estos hechos desde tu mirada o te juntaste con algunosque estuvieron en la misma situación?
–Luego de valorar de todo el trabajo del año pasado con “Yo Ramón”, empecé a contactarme en las redes a los que eran chicos en ese tiempo, a mis amiguitos, compañeros de escuela que tenían involucrados a sus papás en la huelga. Me contaron los episodios que pasaban en diferentes contextos: cómo estaban sus padres, quiénes les daban de comer y qué comían. Al inicio de la conversación fue gracioso porque me decían que no se acordaban y después me contaron a lujo de detalles cosas entrañables, tristes y emocionantes. Reuní múltiples testimonios y los puse en escena, así puedo trabajarlo con los actores. Normalmente llevo propuestas para ponerlo en escena y con los actores que formé hace mucho tiempo, vemos los detalles y de esta manera escribí el guion.
–Si bien en “Mujeres Terrestres” y “Yo Ramón” usas diferentes metáforas, ¿cómo surgió la metáfora de esta obra?
–Tuve la necesidad de contar esta historia desde la ternura y el humor porque contarlo de otra manera me angustia recordar el miedo, las reuniones clandestinas, la angustia de mis papás y tíos al despedirse de alguien. Fue la única manera de mostrar un hecho tan triste, que atravesé a temprana edad, que fue a partir de producir distancia de lo triste desde los niños y el lenguaje que usan. Hace mucho tiempo trabajé con chicos y chicas, eso me facilitó para capacitar a todos los actores para que hagan el rol de niños donde hablan, se relacionan, cuentan las cosas que pasan en sus casas y juegan. En esos mismos juegos muestro lo que sucedieron en sus casas, la huelga, las situaciones que generaron este paro que duró tres meses.
–Es como no contar la historia tan en crudo
–Exactamente, es así. Últimamente trabajo mucho con teorías de “línea de fuga” y la “descaptura” de Fernando Ulloa. Es decir, “descapturarse” de la tragedia o de esos hechos que al principio no tiene salida y que después empieza a tener salida desde la línea de ternura y humor.
–¿Qué significa hacer esta obra?
–Para mí esta obra es un homenaje a las luchas obreras y sus protagonistas. Los que tienen la posibilidad de desarrollar esta potencia que tienen en épocas de crisis, pero también aparece lo familiar, porque muchos de ellos fueron mis familiares, vi lo que hacían y lo que compartían, lo que sufrían. Por ejemplo: mi papá con un amigo habían puesto unas escaleras en la medianera del fondo de mi casa, porque a los carneros en realidad, los iban a buscar y los llevaban de prepo a trabajar. Por si lo venían a buscar se subía y pasaba la medianera. No solo él lo hacía, sino también varios de ellos y todos se organizaban con un vecino.
–¿Ves alguna coincidencia en las tres obras?
–Yo creo que el dicho de “los procesos creadores pasamos de lo siniestro a lo maravilloso” de Pichon-Rivière (psicólogo social en Argentina). Lo viví en carne en propia y creo que en “Mujeres Terrestres” y “Yo Ramón” también hay un poco de esto, hay un proceso artístico creador que va de lo siniestro a lo maravilloso porque en las tres hablamos de emergentes sociales.
“Ensoñada 1968”. Sábados a las 22.30 en No Avestruz, Humboldt 1857.
* Articulo realizado en el marco de las prácticas de estudiantes de la Universidad Nacional de Avellaneda en Tiempo Argentino.
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