El cantante es uno de los participantes más queridos y carismáticos de Masterchef Celebrity, el programa más exitoso de la TV argentina. "Desde que estoy en el ciclo, ir a comprar leche al chino me toma mínimo dos horas", desliza risueño. Mientras tanto, hoy dará un show en el Hipódromo de Palermo para festejar los 25 años de su banda.
Pero 2020 no solo es un año especial para Kapanga (cuya formación se completa con Miguel «Maikel» de Luna Campos en guitarra, Claudio Maffia en batería y Javier «Memo» Manera en bajo). El Mono terminó sacando chapa de celebridad para toda la familia gracias a su participación en Masterchef Celibrity» (Telefe, lunes a jueves a las 22:30 y domingos a las 22), el reality culinario donde cocina junto a figuras como Vicky Xipolitakis, Claudia Villafañe, Federico Bal y Roberto Moldavsky, entre muchos otros.
El concierto de hoy –que también se transmitirá por streaming– será una oportunidad para volver a escuchar los clásicos de la banda que combinan rock, ska, cuarteto y mucho más. “Este regreso y este festejo es algo que estamos viviendo con mucha felicidad. Si bien no es volver a la normalidad, por lo menos por un rato vamos a divertirnos y a pasarla bien con gente presente. Para la banda es una gran oportunidad porque después tanto tiempo necesitamos vernos de nuevo. Por supuesto que todo se hará bajo protocolo, las distancias no son lo que más nos gusta, pero las cosas cambian día a día y hoy tenemos esta posibilidad. Estoy contento por desempolvar un poco el esqueleto”, dice el Mono a Tiempo.
–¿Cuándo fue el último show de la banda con público presencial?
–Ironías del destino, el último show de Kapanga fue el 9 de marzo en Río Cuarto, junto a la Mona Giménez. Fue una fiesta tremenda del Mono y la Mona (risas), sobre todo porque para mí fue muy emocionante tocar con él. Después pasaron un mes, dos, tres y más… Llegué a pensar que el de Río Cuarto iba a ser el último show de Kapanga. Soy muy pesimista y de verdad pensé eso. Pero por suerte pasó todo eso y este domingo me voy a sacar las ganas.
–Los 25 años de la banda se cumplieron en noviembre de 2019 y el plan era festejar este año. ¿Cómo era la idea original?
-Teníamos reservadas dos fechas en el Luna Park. Es un lugar que nos gusta a todos y queríamos festejarlo ahí, a lo grande. Pero la pandemia nos paró eso y también una gira por México y Colombia. El 2020 lo armamos para festejar los 25 años, es una cifra redonda a la que no llegan muchas bandas ni muchos matrimonios (risas).
–Después de tanto tiempo sin tocar, ¿cómo fue el reencuentro y el primer ensayo?
–Nosotros nos pudimos recién reunir en agosto. Estábamos todos asustados y temerosos, con barbijo y gel. Al día de hoy ni nos abrazamos todavía: es algo muy loco. Supimos esperar y cuidarnos, y hasta el día de hoy en nuestra sala estamos muy atentos a los protocolos, hacemos todo con mucho codito, barbijo y alcohol en gel. Es la única manera para poder funcionar como banda y poder celebrar.
–Estás participando de Masterchef Celebrity, ¿lo hubieras imaginado un par de años atrás?
–No, la verdad que no. Yo siempre iba a la tele como invitado, por una nota o algo así… No podría haber imaginado jamás ser parte de un programa de tanto éxito.
–¿Te sorprendió la propuesta o dijiste que sí enseguida?
–Cuando me hicieron la propuesta no dije nada. Me quedé pensando. Y después lo analicé con mis seres queridos más íntimos, como mi vieja, mi hijo, la mamá de mi hijo, los Kapanga y tres o cuatro amigos de confianza. El llamado de Masterchef llegó a los cuatro meses de pandemia y te cuento que la venía pasando mal en mi casa porque estaba triste, deprimido y sin perspectiva de futuro con la banda. Todos me dijeron que si lo que siempre hacía no se movía, entonces que agarrase esta propuesta, por lo menos para poner la mente en otra cosa. Así que dije sí. Además, si no hubiese sido por la pandemia no habría podido aceptar, sobre todo porque yo siempre estoy con Kapanga tocando, de un lado para el otro. La tele también es un compromiso de muchas horas, cada capítulo te lleva entre ocho y diez, así que es algo muy exigente y eso me sorprendió. Con Masterchef cambié el chip. También ayuda mucho trabajar con un grupo excelente, pegué buena onda con todos y la relación es muy amena.
–Pero con Rocío Marengo te sacaste algunas chispas.
–Sí, pero eso es un juego. Ella era la que mejor jugaba y le ponía al programa lo que mi personaje no le metía. A mí no me interesa entrar en conflicto con nadie, pero en un momento me propuse jugar un rato, entonces me prendí al juego de Rocío. Tomarte en serio la fama que te da la tele es una locura.
–¿Sentís que aprendiste a cocinar durante este tiempo o que solo fuiste zafando?
-Aprendí un montón. Originalmente, yo me fui en la segunda gala de eliminación, no tuve ninguna buena devolución y después tuve un mes de vacaciones. En ese mes, desde mi casa, fui aprendiendo. Ahora me las rebusco bastante mejor. Incluso con cosas que no tenía idea.
–¿Y cómo es la tele para alguien que no está metido en ese ambiente? ¿Encontraste más egos ahí que en el mundo de la música?
-No sé, esa es la verdad. Cada uno es lo que ves en el programa, así que como cocinás sos en la vida, pero no hay alguien que va a un camarín exclusivo y tiene cuatro asistentes. Cada uno llega con su bolsito, las chicas se maquillan solas y compartimos camarines entre cuatro que no siempre somos los mismos. Siento que mis compañeros conmigo son excelentes personas.
–¿Sentís que la televisión te llevó a otro nivel de reconocimiento?
–Por Kapanga, sé lo que es el cariño del público y que te reconozcan en la calle, pero ahora todo se potenció más. Dicen que la tele está en decadencia y que los chicos no la miran, pero la verdad es que yo lo dudo. Antes de Masterchef yo iba al negocio de los chinos, saludaba a algunos, compraba y me iba. Desde que estoy en el ciclo, ir a comprar leche al chino me toma mínimo dos horas (risas). Estoy con el barbijo, pero me reconocen igual, te charlan y te expresan su cariño. Más allá de que todos se sienten como directores técnicos y la tienen re clara, sobre todo cuando te vieron hacer algo mal (risas).
–Te cambió la vida, entonces.
–Mirá, yo tengo mi vida, pero también tengo una mamá grande a quien ayudo. Soy de hacer cosas simples, como hacer las compras. Pero ahora, cuando encaro ese tipo de cosas, tengo que pensarlo dos veces: lo que antes me llevaba una hora, después de la tele me lleva el doble o el triple. Cada vez que entro a un negocio se arma como una reunión a mi alrededor (risas). No importa si es en la estación de servicio, en el kiosco o cuando voy a tomar un café. Más allá de eso, siento que la gente es muy cariñosa conmigo y eso es muy bueno porque el que me saluda me hace sentir que ahora o antes pude entretenerlo. «
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