De una problemática que afecta a miles de argentinos surgió una película que mucho dice sobre la constante búsqueda de un hogar. “Amanecer en mi tierra”, el film de Ulises de la Orden estrenado recientemente, da cuenta del proceso de construcción de casas en el barrio intercultural LihuntunInchin Mapu, en pleno corazón de San Martín de los Andes.
El núcleo de ese hacer es el modo autogestivo en que todo se materializa por parte de la organización Vecinos sin techo y la Comunidad Mapuche Curruhinca. Ambos grupos sociales fueron los que lograron concretar el sueño de la vivienda propia en un espacio geográfico codiciado por desarrolladores turísticos. En la película las cámaras del director se meten de lleno en la obra en construcción y en cada una de las relaciones que los sectores involucrados desarrollan para cumplir el sueño de la casa propia.
Más allá del reciente estreno, para Ulises de la Orden todo comenzó unos diez años atrás cuando el director filmaba “Tierra Adentro”, la producción que finalmente estrenaría en 2011. En ese contexto conoció a las organizaciones involucradas que ya expresaban su interés por contar con un lote de 400 hectáreas en manos del ejército que querían recuperar para la comunidad y sus vecinos. Todo avanzó tanto que en los últimos diez años lograron una ley que los habilitó como organización y como comunidad para obtener el usufructo de ese lote. En la actualidad son 54 casas las que se están terminando de construir de manera cooperativa y respetando la naturaleza del lugar.
“Yo conocía el proyecto del barrio intercultural desde su génesis y lo venía siguiendo desde hace más de 10 años. Los responsables consiguieron el lote para hacer el barrio que fue un logro impresionante, así que en algún momento lo que parecía una utopía comenzaba a hacerse realidad y me dieron ganas de contar esa historia. Así le propuse a las dos organizaciones hacer una película y ellos aceptaron con total confianza, algo que generó una mejor relación porque lo que hicimos no hubiese sido posible sin su confianza y colaboración”, sostiene el realizador.
Con la libertad para poder colocar las cámaras en muchas de las situaciones sociales de las que deja constancia el film, para el director este factor se transformó en una instancia determinante y a la vez muy buscada para exhibir todo lo que “Amanecer en mi tierra” expone en pantalla: “En líneas más que generales nos permitieron avanzar sobre muchas situaciones. La comunidad Curruhinca y Vecinos sin techo confiaron en que lo que estábamos haciendo iba reflejar virtuosamente lo que ellos estaban construyendo, y siento que esa fue la gran colaboración que le dieron a todos los que trabajamos en la película. Con excepción de alguna cosa puntual y muy íntima, siempre tuvimos acceso a la cocina del asunto. Ahora bien, en el único lugar donde no me dejaron filmar fue en la Secretaría de vivienda de San Martín de los Andes. Esa fue la única vez en mi vida que me echaron de una locación, porque salió el Secretario de vivienda directamente a echarnos, argumentando que no teníamos permiso para filmar. Me ha pasado en otras películas que hice que filmé en la Catedral de Bariloche, sin permiso ni nada, pero nunca hubo un mal trato como pasó esta vez. Luego me enteré que quien nos echó estuvo involucrado en unos hechos de corrupción junto con el intendente interino de ese momento, Sergio Winkelman”.
Para lograr los climas que consigue la película, el trabajo de campo realizado por el director se volvió fundamental. Tal vez por eso la instancia de seguimiento e investigación constante sobre la problemática terminó siendo uno de los factores que bien quedan plasmados en “Amancecer en mi tierra”. “Ser parte de la construcción de forma asamblearia fue muy importante. El documental muestra como un pueblo se unió hasta conseguir sus objetivos. Antes de ir a filmar había investigado mucho, inclusive participé de asambleas. Siempre hago trabajo de campo exhaustivo para lograr lo que afortunadamente verán en pantalla”, concluye De la Orden.