El bandoneón, el instrumento al que se dedica desde hace más de veinte años, es parte de su vida desde que nació. Daniel Ruggiero, hijo de Osvaldo Ruggiero, histórico bandoneonista de la orquesta del maestro Osvaldo Pugliese, no sólo sigue la tradición familiar tocando el fueye, sino que además es director y compositor. Con la idea de experimentar dentro de un marco orquestal, Ruggiero entró finalmente al estudio para registrar Bandoneón de Concierto, su nuevo álbum, y el segundo de su carrera. El trabajo trae dos obras; «Bando y Banda», para bandoneón y ensamble, el cual contó con la dirección de Hernán Aranda; y «De Nácar», escrito para dos bandoneones solistas, orquesta de cuerdas y marimba, que el músico grabó bajo la guía de Javier Más.
“Creo que este es el final de un proceso de tres años de estudio, exploración, escritura, ensayo y grabación de temas, que explican de alguna manera el universo del instrumento que es parte de mi vida, y un emblema del tango. Ahora, es momento de que la gente lo disfrute”, comenta el músico. Con la intención de aportar una nueva perspectiva del bandoneón y del tango, Ruggiero busca en este disco encontrar nuevos colores sonoros, pero también indagar en el lenguaje tradicional del bandoneón, tanto en solitario como acompañado de otros instrumentos, así como su evolución a través de los años. “Todos los grandes exponentes del género tocaban de manera intuitiva, ninguno tenía formación académica y a eso, los que vinimos después, le fuimos agregando cada vez más información. Siempre creí que estaría bien mostrar eso de alguna manera. Este disco es el resultado de esos años de formación y de escucha. Es un homenaje a todo lo que nos dio el bandoneón”, explica Ruggiero, quien supo formarse con maestros de la talla de Walter Castro, Rodolfo Mederos y Néstor Marconi, entre otros.
En su quehacer, Ruggiero tiene en cuenta que el tango surgió desde los márgenes y con una instrumentación diferente, pero que alcanzó su esplendor cuando agregó a sus orquestas el sonido tan característico de este acordeón a botones. Instrumento musical de viento a fuelle, de la familia de la concertina, con una sección cuadrada y un timbre particular, el bandoneón logra transmitir una impresión entre sacra y melancólica. “Creo que el tango se enriqueció cuando incorporó este instrumento de origen alemán a sus filas, y que si bien no era de acá, se adaptó a la perfección al género. Hay que seguir estimulando la exploración sonora del bandoneón. Este disco quiere demostrar que nada está dicho, y que el género fue cambiando y tiene terreno por recorrer”, afirma con convicción.
De esa herencia familiar, Ruggiero comparte algunas de las impresiones más trascendentales. Su padre murió cuando él tenía 14 años, por lo que le tomó un tiempo apreciar el hecho de lo que significó haber convivido con Pugliese en situaciones cotidianas, rodeado de un riquísimo ambiente musical. “Recién de más grande pude valorar el hecho de haber recibido ese estímulo, y saber bien quién era mi viejo y qué aportó en los treinta años que tocó con Pugliese, que era como un abuelo para mí y para mi hermano”, rememora. “Ese tipo de relación había con él. Sin dudas, de todo eso sale algo que se ve en lo que yo hago, esa necesidad de ir evolucionando y de investigar. Viene de ahí”, explica el bandoneonista.
Aunque en todos estos años con la música Daniel Ruggiero probó otros instrumentos (por eejemplo, la guitarra), el fueye ganó por peso propio. El músico sigue un método en el que deja que la improvisación y lo lúdico se encuentren, para que la creatividad aparezca naturalmente. “Trato de tener algo de los artistas surrealistas, eso de escribir inconscientemente, para que aparezca una semilla que regar. Yo me grabo y le doy hasta que me olvido que me estoy grabando, y ahí aparece lo bueno. Tomo eso y luego lo trabajo, lo limpio de impurezas. Son maneras. Uno trata de buscar originalidad, creo que hay que dejarse llevar, eso es música en estado puro”, afirma sobre su abordaje.
En este tiempo hizo algunas presentaciones en Colombia, sigue escribiendo material para futuros discos y dedicándose a su tarea docente. “Pero lo tomo con calma”, avisa el creador multifácetico. “Este año me enseñó que la paciencia es clave, y que nada puede detener lo creativo. Y que todo lo malo tiene algo bueno. El tema de los aforos reducidos fue un conflicto para los lugares chicos y las milongas, pero por otro lado la pandemia nos unió, y se formaron asociaciones o entidades para darnos algún amparo y no quedarnos solos”, reflexiona Ruggiero, esperanzado. Como formador de músicos, además, reconoce que hay mucho futuro en el género. “Hay un crecimiento técnico y los más chicos están más preparados, porque hay más lugares para estudiar. Eso es positivo”, concluye.
«Bandoneón de concierto». Intérprete: Daniel Ruggiero. Disponible en todas las plataformas digitales.