El pianista y director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim cumple este martes 80 años y aunque una afección neurológica grave lo tiene alejado temporalmente de la música, su imagen artística y política mantiene una dimensión que invita a celebrarlo.

Nacido en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1942 en el seno de una familia judía de ascendencia rusa, fue en esta ciudad donde con apenas siete años dio su primer concierto, pero devino en ciudadano del mundo tanto por la trashumancia familiar como por sus dotes pianísticas y su activismo personal y musical a favor de la paz en Oriente Medio.

Nacionalizado español, israelí y palestino, su cumpleaños fue saludado por el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, quien a través de un comunicado, resaltó que Barenboim «vive y encarna el poder de la música para unir a los pueblos».

«La orquesta Divan Este-Oeste, fundada entre Usted, Edward Said y Bernd Kauffmann es una muestra de que el arte es un camino que puede conducir a la paz», añadió el mandatario en su saludo.

Sobre esa experiencia, el músico comentó durante la apertura del Festival Barenboim realizado en su tierra natal a mediado de 2019, que “la Argentina es el único país del mundo que acepta naturalmente identidades múltiples. Eso que no existe en ningún otro lugar del mundo es algo que yo aprendí aquí y lo que la orquesta pone en práctica podría ser la convivencia si todo fuera como la música”.



La formación musical, fundada en 1999 para agrupar a jóvenes músicos de Oriente Medio, tuvo su continuidad con la Academia Barenboim-Said, inaugurada en 2016, donde jóvenes árabes e israelíes además de música, aprenden filosofía, historia y literatura.

“No enseñamos solo música porque eso formaría únicamente especialistas que son personas que, como dijo Edward Said, ‘saben más y más sobre menos y menos’”, señaló al respecto tres años atrás en Buenos Aires. Fruto de la perseverancia y transparencia en esa iniciativa, en 2005 consiguió ofrecer en Ramala, Palestina, un concierto con sus músicos israelíes y árabes.

Pero, además, Barenboim es amante y excepcional cultor de la obra de Richard Wagner, un compositor maldito en Israel ya que su música era admirada por el régimen nazi, pese a lo cual y de la mano de su batuta sensible, en 2001 fue tocado en Jerusalén.

El creador tenía previsto celebrar su cumpleaños en la que es su casa desde hace 30 años, la Staatsoper Unter den Linden, la orquesta nacional berlinesa, con un concierto compartido con su amigo Zubin Mehta, pero su enfermedad lo privó del festejo.

«Con una mezcla de orgullo y tristeza anuncio hoy que me alejo de algunas de mis actividades del espectáculo, especialmente de los compromisos de dirección, durante los próximos meses», escribió el 4 de octubre pasado en su cuenta de Twitter donde alegó “una grave enfermedad neurológica”.



La señal de cable Film & Arts ofrecerá este martes una programación especial que comenzará a las 14 mostrando su encuentro con el cineasta Christopher Nupen para colaborar en una serie en conmemoración por los 200 años de Ludwig van Beethoven.

«Barenboim sobre Beethoven» es un viaje musical que traza la sucesión del compositor alemán en el contexto de sus contemporáneos como Mozart y Haydn, en episodios donde se interpretan y analizan más de 20 composiciones clave.

A su vez, se presentará una pequeña muestra de la trascendencia histórica de este músico argentino y sus múltiples capacidades profesionales, entre ellos, el legendario concierto del Muro de Berlín de la Filarmónica de Berlín, bajo su dirección, en noviembre de 1989.

También se recordará el concierto privado de Barenboim desde el interior de su casa en la capital de Alemania. Protagonista del Festival Barenboim realizado en julio de 2019 en Buenos Aires, donde desplegó su música y su pensamiento, el intérprete entregó en ese marco algunas reflexiones de enorme valor.


«El músico tiene que aprender a pensar. Lo importante es el coraje para no repetir, ya sin pensar, aquello que uno considera que hace bien. Aunque la intuición es un elemento fuerte, incluso hay algunos músicos que presentan un carácter sobrehumano en ese sentido, es necesaria la reflexión porque todo en la música es irrepetible. Y porque algo que está bien, pero se hace en forma mecánica, carece de contenido musical», postuló.

También por entonces subrayó que la música “es todo menos elitista. Es un lenguaje universal que funciona como una declaración de humanidad porque es la única cosa que une el lado emotivo con el racional y ello exige una disciplina permanente y una pasión permanente. Por eso, yo que la abracé de muy niño digo que aprendí de la música para la vida”.

Foto: Télam