Ping pong con Cristina Banegas: «Todo actor debe tener una gran capacidad de observación»

Es una de las intérpretes y docentes más respetadas de la Argentina. También practica el cada vez menos frecuente arte de ser consecuente con sus convicciones.

Su nombre es sinónimo de teatro de calidad y mucho más: Cristina Banegas  se ganó el reconocimiento de sus pares y del público con muchos años de carrera. Es actriz, directora, maestra de teatro y cantora de tangos. Nació en Buenos Aires, el 26 de febrero de 1948, en el barrio de Constitución. Se casó muy joven con otro actor: Alberto Fernández de Rosa.

A lo largo de su gran carrera interpretó obras de autores como William Shakespeare, Fedor Dostoievski, Griselda Gambaro, August Strindberg, Juan Gelman, Ingmar Bergman, Federico García Lorca y Antón Chéjov, entre muchos otros.

También se destacó en la televisión, en ciclos como Vulnerables, Locas de amor, Tratame bien, El pacto, Doce casas y El Marginal.

En cine fue dirigida por Jorge Coscia, Jorge Polaco, Marcelo Piñeyro, Pino Solanas, Sergio Bizzio y Benjamín Ávila, entre otros.

Actualmente protagoniza la obra Molly Bloom, basada en textos de James Joyce, los sábados a las 20, en El Excéntrico de la 18, Lerma 420.

Ingmar Bergman.

-¿Cómo le iba en el colegio?

-Nunca fui una alumna brillante, no era de mi interés. Salvo algunas materias, iba por compromiso. Siempre fui un desastre en matemáticas, por ejemplo, pero me las arreglaba. No me hallaba. Fui a un colegio alemán, el Cangallo Schule, y era la única morocha, destacaba entre tantos rubios, que en sus casas hablaban en alemán o en yiddish, no tenía nada que ver. Estaba muy perdida, entonces me aislaba. Mi abuela de un lado era andaluza, por el otro lado eran más criollos, no tenía que estar ahí. Pero bueno, a mi padres les pareció una oportunidad. No sé si la aproveché.

-¿Cuáles eran sus juegos favoritos en la niñez?

-Tenía muchísimas muñecas. Me gustaba mucho jugar abajo de la mesa. Era solitaria, hija única y me las arreglaba. Empecé a escribir poesía a los 10 años y me compraban varios libros por semana.

-¿Alguna vez soñó con ser algo fuera de lo artístico?

-Mi madre fue pionera de la televisión y artista de tango, y mi padre un importante productor de televisión. Fue difícil escapar a eso. Jugaba entre los decorados del viejo Canal 7. Ese era mi verdadero hogar, el estudio de grabación. Además hacía danza, cantaba, me gustaba la música, todo se dio naturalmente. Desde que nací estuve en el teatro, en la televisión, en los set de cine. Era inexorable, siempre fue mi ambiente, no podía ir muy lejos.

-¿Se casó con un actor por eso?

-Me casé porque lo conocí ahí y me enamoré. Me casé a los 16 años, estando en cuarto año de la secundaria, y fui madre a los 18 años. Di quinto año libre, y me dediqué a hacer mi vida. Siempre hice lo que sentí.

-¿Por qué tan joven se casó con Paco Fernández de Rosa?

-Queríamos irnos de nuestras casas, no la pasábamos tan bien con nuestras respectivas familias y nos llevábamos bien. Además él estaba trabajando en un programa muy famoso, La familia Falcón. Entonces  pudimos alquilar un departamento en San Telmo, teníamos un cochecito para movernos, tuvimos facilidad para ser independientes y nos mandamos. Estuvo bueno, me parece que es lo que mejor que pude hacer. Como persona y como profesional.

Pino Solanas.

-¿Qué característica no puede faltar en una buena actriz según su criterio?

-Todo actor debe tener una gran capacidad de observación. Ahí nace todo.

-¿Se actúa en la vida real para sobrellevar alguna incomodidad?

-Yo creo que sí. A algunos se les nota y otros disimulamos mejor.

-¿Cómo fue que pensó en abrir El excéntrico de la 18?

-Compré una casita en Villa Crespo que tenía un galpón de 100 metros cuadrados en el fondo. Apenas lo vi imaginé una sala y terminó siendo la principal. Y ahora lo que era el living es una sala más chica. Empecé a ensayar ahí, a dar clases, y lo fui armando. Estrenamos una obra con (Alberto) Ure y fue el primer paso.

-¿Qué obra?

Cristina Benegas.

El padre, de (August) Strindberg, actuada sólo por mujeres, una locura para los ’80. Todo arrancó en 1986, no nos dimos cuenta que éramos un espacio pionero en Buenos Aires como modelo de producción, que combina la actividad pedagógica –talleres, cursos, seminarios– con la producción como espacio teatral. Hicimos de todo: obras, conciertos, performances, shows, muestras, recitales, lo que se te ocurra. Hoy hay espacios así por toda la ciudad, por suerte. Es hermoso lo que pasó. Pasó de todo y seguirá pasando.

-¿Cómo nació el nombre?

-Un día Ure trajo una lista de posibles nombres. Como estaba lejísimos del centro, de donde estaban los teatros más reconocidos, se nos ocurrió  que  haga referencia a eso… Excéntrico tuvo más que ver con eso.  Y de la 18 viene de la circunscripción política, de donde votabas, que antes tenía otras divisiones.

Banegas en Edipo rey.

-¿No fue por la comisaría?

-No, jamás, no somos ningunos botones (risas).

-¿Volverá a cantar?

-No, tras la muerte de mi madre y de mi hija Valentina, estoy sin muchas ganas. El duelo es fuerte y todavía lo estoy transitando.  «

Cristina y su elegancia inalterable.

Ping pong con Cristina Banegas

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