Eloísa D’Herbil de Silva puede ser considerada la primera mujer compositora de tango, y quizás además haya sido quien compuso los primeros tangos conocidos, los de difusión popular, según reveló el reconocido musicólogo Napoleón Cabrera, en un artículo publicado en el diario Clarín, en 1991. A ella le atribuye la música de “El maco”, “La Multa”, “El güeco” (de 1876), y “Che, no calotiés”. Esta pianista nacida en España, pero radicada en nuestro país 75 años de los 101 que duró su vida, también les puso letra a algunas de sus composiciones, tal como “Yo soy la rubia”, una respuesta al tango “La morocha”, de Angel Villoldo y Enrique Saborido.
Dentro de la saga de las mujeres que inventaron el oficio de cancionista nacional, en las primeras décadas del siglo XX, sabemos que la voz de Rosita Quiroga es inolvidable, y que difundió más de 200 registros de diferentes compositores, cuando corrían los años 20, pero no se conoce lo suficiente sobre su faceta de compositora y autora. El tango “Oíme, Negro”, con música y letra de ella, da testimonio de que efectivamente, lo era.
A Azucena Maizani, otra de nuestras cancionistas pioneras, puede recordársela en el escenario con vestuario masculino, el típico traje del compadre, o del gaucho criollo, y por su repertorio de corte malevo, pero vale la pena señalar que también compuso música y letra de tangos como “Lejos de mi tierra”, allí donde decía “Por caminos del mundo/ paseo mi ansiedad/ llevando en lo profundo/ de mi alma, soledad.”
A Mercedes Simone, “la dama del tango” (antes de que el título pasara a Beba Bidart), la que conquistó a una audiencia enorme desde la radio con su estilo de canto, también es justo recordarla como compositora y autora de “Viejo Anguila”.
De Tita Merello se dijeron tantas cosas, pero no tantas sobre su condición de autora de las maravillosas “Llamarada pasional”, “Decime Dios donde estás” y “Al tango lo canto así”. De Libertad Lamarque es imposible olvidar su voz de soprana ligera, el magnetismo que irradiaba desde la pantalla de cine, y su repertorio no arrabalero del cual podemos subrayar que “Casi como jugando” fue compuesta y escrita por ella.
Maruja Pacheco Huergo nutrió al tango de muchas composiciones, como “El adiós”, “Dos Almas”, “Melancolía”, “Alas rotas”, “Sinfonía de arrabal”, “Muchachita buena”, entre otras tantas; Rosita Melo, que nació en Uruguay pero vivió en nuestro país desde los 3 años, compuso la música del entrañable vals “Desde el alma”.
Nelly Omar, la amada cantora nacional, dejó un legado artístico en el que, entre otros tesoros, como su voz única y su personalidad, están sus composiciones: por ejemplo el vals en homenaje a su pueblo titulado “A Guaminí”. Y claro que Eladia Blázquez dio cátedra en el arte de componer, y más que eso: “¿Acaso la facultad de sentir y expresar a la ciudad y a nuestra gente es un privilegio exclusivamente masculino?”, planteaba en su libro Mi ciudad y mi gente, cuando corrían los años 70.
Tangueras Siglo XXI
Las mujeres compositoras han sido grandes protagonistas durante toda la historia del tango, por más que la historiografía no les haya asignado ese lugar. Recientemente, las autoras Soledad Venegas y Julia Winokur han publicado un valioso songbook titulado Mujeres compositoras de tango. Desde los inicios hasta la actualidad, con prólogo de Mercedes Liska, que compila las creaciones musicales de las mujeres del tango, y pone así de manifiesto una genealogía, constituida en parte por las artistas que venimos de mencionar, pero también de muchas otras como Paquita Bernardo, Isolina Di Giovan Battista, Adela Trípoli, María Isolina Godard, Mary White, Herminia Velich, Marta Pizzo.
En su introducción las autoras plantean que pareciera que en toda la historia del tango no hubiera habido prácticamente compositoras ni directoras. Incluso, a simple vista, pareciera que (salvo por unas pocas personalidades excepcionales) estas figuras estuvieran comenzando a surgir como novedad con la cuarta ola feminista. Lo cierto es que siempre estuvieron. Y por supuesto, siguen estando
En las primeras dos décadas del siglo XXI, señalan Soledad Venegas y Julia Winokur, con la creciente notoriedad y expansión de los movimientos feministas y las reivindicaciones relacionadas a temáticas de género, comenzaron a circular, en las universidades y los conservatorios, pero también en las milongas, los festivales y las orquestas, una serie de ideas y cuestionamientos que movían el tablero de las certezas y los prejuicios del tango y la academia. Y una nueva generación de compositoras y letristas empezaron a crear la banda sonora para estos cambios.
Basta con recorrer las páginas del libro de Vanina Steiner “Mirada de mujer: las letristas del siglo XXI”, que recopila canciones de 36 autoras, en su mayoría también compositoras e intérpretes, para poder dimensionar cabalmente el aporte que han hecho las mujeres y diversidades a nuestra música popular, a pura reflexión y fuerza combativa desde la denuncia social.
Tal es el caso del grupo Tangueadoras, formado por ocho cantautoras y compositoras, multipremiadas y con varios discos editados, que no sólo buscan deconstruir la histórica matriz patriarcal del tango a través de sus canciones si no también brindar un espacio de intercambio interpretativo donde poner su talento al servicio de hacer circular esas canciones que, por ser de mujeres, no suelen sonar en otras voces.
Una de ellas es Pamela Victoriano que, además de ser violinista y arregladora, dirige La Empoderada, orquesta atípica formada por 26 mujeres lesbianas, trans e identidades no binarias, con quienes está grabando el primer disco con composiciones de mujeres y disidencias del tango actual.
Claudia Levy, cantante, pianista y compositora, aporta desde sus letras nuevas temáticas para el género, tal el caso de “Me dijeron”, un tango que compuso hace más de 20 años, donde retrata un golpeador que es denunciado por su mujer: “No te hagas el pobre tipo/ porque todos ya sabemos/ que a vos no te importa un bledo/ si hacés mal o si hacés bien/ Que a la mina que llorabas/arrastrado por las calles/la fajaste siete veces/ y la maltrataste cien”.
La pianista y compositora Verónica Bellini, también escribe sobre violencia de género en su tango “Ni una menos”: “Sabés, me das pena porque te enseñaron/ todo dado vuelta, todo equivocado/ confundís violencia con virilidad/ confundís paciencia con debilidad”.
Andrea Bollof, cantante del trío Como Tres Extrañas, tiene en su haber más de 50 obras registradas; entre ellas, la conmovedora “Mate para tres” que nos remite a aquella sombra en el jardín de la que nos hablaba Eladia Blázquez con el corazón mirando al sur: “Cuando todo se complica/cuando todo está al revés/ vuelvo un rato a esa cocina / y a los mates del ayer.”
Marina Baigorria, cantante del grupo La Biyuya, letrista y compositora, describe sin eufemismos en su canción “Buenosairece” qué es ese famoso “qué sé yo” que tiene Buenos Aires: “Despide violencia, explota exigencias/ Se arrima a la muerte en cualquier vereda/Se cubre de miedos, se ahoga en sus deudas/Se insulta, se escupe, se afana y se trepa”.
Por su parte, Gisela Magri conmueve con producciones propias como “Ir a cero”, “Yo no puedo ni decir”, “La de Seguí” y “Después del giro” que brillan en su reciente tercer álbum entre versiones de tangos clásicos y otros del repertorio contemporáneo. Y Bárbara Grabinski, cantora, letrista, y gestora cultural en Club Social Cambalache, uno de los espacios que alberga al movimiento actual, en su milonga “Bien oeste” nos aleja del centralismo porteño y nos lleva al conurbano por el barrio de su infancia: “Oeste que me forjaste/ en esa calle austera/ Silencio de tarde amarga/de piba, bien de purreta”.
Cintia Trigo, cantante, letrista y compositora, aporta joyas como la desgarradora “Pendeja” que, como bien se señala en el ya mencionado libro Mirada de mujer, nos remite de inmediato a “Chiquilín de Bachín”; pero, si ese angelito con bluyín ya nos dolía, qué decir de esta chiquita que pide en el subte y que deja ver en su vientre “grito mudo por nacer”. Cintia visibiliza con poesía la pobreza y el abuso infantil.
Patricia Malanca, cantautora, letrista y compositora lanzó el disco Traerán ríos de tango las páginas de un libro (2021). Se trata de once tangos, milongas y valses inspirados en 11 novelas de autoras argentinas contemporáneas de la talla de Claudia Piñeiro y Mariana Enríquez. En su tango de 2018, Patricia nos habla de la “Mujer nueva”, la que ya no teme quedarse sin ilusión y sin fe: «Más liviana y sin mandatos / que el que dictan las entrañas. / La pobre solterona es cuento, / le temen a lo suelto y a lo impar».
Más compositoras como Bárbara Aguirre, Cintia Barrionuevo, Marcela Bublik, Belén Canestrari, Delfina Daverio, María José Demare, Victoria Di Raimondo, Natalí Di Vicenzo, Eva Fiori, Mijal Guinguis, Natalia Lagos, Juliana Manoukian, Katherina Mansilla, Elbi Olalla, Marta Pizzo, Nelli Saporitti, Regina Satz, Ana Sofía Stamponi, Marisa Vázquez, Beatriz Villar, María Volonté, Noelia Sinkunas y Julia Winkour. Y más letristas: Bibi Albert, Luz Balaña, Coni Banús, Patricia Barone, Vanina Steiner, entro otras tantas, son parte de una marea que vale la pena conocer gota por gota.
“Están lloviendo mujeres”, canta Cintia Trigo, “están lloviendo gurisas, dicen que no va a parar. Están lloviendo las risas, que ya no van a matar”.