El film de la realizadora Matilde Michanie refleja el trabajo de la investigadora argentina Carolina Escudero sobre mujeres cuyos hijos fueron robados durante y después del franquismo. Una causa que más allá de las coincidencias con la de Madres y Abuelas, configura una problemática particular y silenciada por años. Se estrena en el Gaumont.
Así, Escudero se enteró de que la apropiación de bebés está vinculado al comienzo de la política eugenista del psiquiatra español Antonio Vallejo-Nájera, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Valladolid y popularmente conocido como ‘el Mengele español’. “Este tipo decía que a los bebés de las madres republicanas en las cárceles había que sacarles el ‘gen rojo’, pero que no era posible quitarles a los niños tan rápido; que había que dejarlos durante tres años, para que los amamanten, así se evitaban enfermedades, y después ya se los podían llevar. Fue una práctica sistematizada que se instaló de manera tan profunda que se continuó hasta fines de los ’90.»
Al escuchar los testimonios de estas mujeres, el espectador linkea de inmediato con la lucha de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Sin embargo, a diferencia de las mujeres que hicieron del pañuelo blanco un emblema mundial de la lucha por el reclamo contra las desapariciones, a las que preguntó, escuchó y dio espacio Escudero en la Universidad en la que trabajaba para que se reunieran, tenían una realidad diferente. En España, una vez extendida la práctica ya durante la democracia (hay testimonios de madres a las que les apropiaron los hijos a fines de los ‘70, inicios de los ‘80 y durante los ‘90), la cruenta justificación del gen rojo por ser hijos de republicanas había perdido todo sustento. “Después de 40 años de dictadura vos no contradecías a tu médico. Porque tampoco se había hecho un trabajo de denuncia ni de justicia. Entonces, agachabas la cabeza: ‘el médico sabrá’. No estaban marcadas políticamente, y esto promueve la idea eugenista: eran jóvenes, primerizas, sanas, eran elegidas también por eso. En un estudio que publiqué hace unos años basándome en madres de Pamplona, Cataluña y Andalucía, lo que observo es que hay tres estrategias para silenciar. La psicológica, medicarlas y dejarlas atontadas, y luego la combinación entre medicación y manipulación psicológica. La manipulación no se quedaba sólo en ellas, sino que abarcaba a toda la familia: ‘no le hablen del tema, tiren o regalen todo, se tienen que ir de viaje y en tres meses hacer otro bebé.”
Y si bien el componente clasista es evidente (“no tenemos gente de la alta sociedad que haya padecido el robo o apropiación de alguno de sus hijos”), también es cierto que, además de la falta de denuncia en el posfranquismo, al no ceñirse a un período concreto de la historia, la práctica no levantaba tantas sospechas como lo hizo en la Argentina durante la dictadura militar. “Es una población muy amplia y diversa. Es muy difícil para todos ellos aunar y decir: es político. Hoy nos acercamos más a esto. Pero hasta hace unos años no tanto.» Y agrega otra diferencia: «Está el Opus Dei, y eso no es un detalle.”
-¿Tenés alguna hipótesis de por qué esta práctica se dio en España y tuvo esa continuidad hasta hace poco?
–Médicos, enfermeras y personal eclesiástico, todos siguieron ocupando su lugar, no hubo un cambio de conciencia. Y acá está muy naturalizada la idea de que no hay que volver atrás. ‘Ya estuvimos muy divididos, no se vuelve atrás’. Es el tema de las dos Españas. Y fue también la implementación de este acuerdo que se hace en la Transición, que muchos llamaron la transacción. Esta ley de la transición implica que no se vuelve atrás, lo que pasó quedó en el pasado. Y no se juzga. Pero también ves en los relatos, que a algunas madres les dicen: ‘tu bebé murió. no te lo muestro y es así’. Después de tantos años de dictadura la gente se quedaba paralizada. No es que salían y empezaban a gritar que tienen derechos. Y no es que no sucede en Cataluña o en el País Vasco donde el franquismo fue durísimo, sino en todo el país, porque también está este miedo latente. Recién ahora se modifica esta idea y sí vamos a volver hacia atrás: 2022. Y esto para mí también fue muy sorprendente.
Y como ejemplo de esa situación tan difícil de revertir, cuenta que aún no hay una oficina oficial que atienda el reclamo de las víctimas: “La atención te la da una organización liderada por víctimas como vos. ¿Y cómo iniciás tu búsqueda si necesitás abogados, que tenés que pagarlos y no ténés cómo pagarlos? No iniciás tu búsqueda. Y yo, lo que intenté hacer y aportar con mi trabajo, es plantear cómo podemos reparar cuando no hay apoyo institucional».
Cómo decirte que te quiero
Documental. Guión, dirección y producción ejecutiva: Matilde Michanie. Investigación: Carolina Escudero. Estreno 4 de mayo a las 17.50 en Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.
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