La banda llegará hoy por primera vez al estadio Obras y celebrará sus 20 discos en 27 años. Ariel Minimal reflexiona sobre un recorrido sin pausas y responde las acusaciones anónimas de abuso que el grupo recibió en 2018.
En casi tres décadas de historia, Pez alternó lineamientos, experimentó con géneros como el rock progresivo, el punk, el tango, el jazz y la canción, grabó y recorrió los escenarios de manera totalmente autogestiva y se hizo de un público que, aunque no masivo, permitió al grupo, en palabras de Sanzo, “ganar alguna vez un sueldo más acorde al de un obrero que al de una estrella de rock”.
Siempre en forma paralela a Pez, el guitarrista formó parte de los Fabulosos Cadillacs (durante fines de los ‘90 y principios de los ’00), El Siempreterno (en los ’10, junto a Sergio Rotman y Mimí Maura) y colaboró con músicos de la talla de Lito Nebbia, entre otras aventuras. Referente de varias generaciones de músicos y con un público creciente, en 2015 Pez también recibió un Premio Konex.
Pero en 2018 la banda atravesó una profunda crisis a partir de dos denuncias anónimas realizadas en el blog «Ya no nos callamos más», en las que se acusó de abuso a Salvador y a Sanzo. Las denuncias impactaron profundamente en la opinión pública y en la banda, y obligaron a la suspensión de múltiples shows. El grupo siempre negó las acusaciones y desde entonces a la fecha registró tres discos y volvió a tocar en vivo, aunque para un público mucho más acotado. Hasta el momento las denuncias no trascendieron el formato anónimo que propone el blog.
–¿Cómo surgió la posibilidad de tocar con Pez por primera vez en Obras?
–A principios de año, antes de que se vuelva a cerrar todo, nos ofrecieron tocar en Obras, pero al aire libre. Era una veta dentro de lo que se podía hacer, porque no había lugares para tocar. La fecha era el 1 de mayo. Después vino la segunda ola y finalmente ahora, con la reapertura, la propuesta es tocar adentro del mítico estadio de Obras Sanitarias.
–Acariciar el fuego también tiene la impronta de estos tiempos e incluso la canción “Cuarentena blues”.
–Es inevitable. A mí siempre me surge hablar de lo que me rodea, de lo que me pasa. En la época del confinamiento más duro, cuando estábamos todos haciendo pan casero, surgieron canciones y eso se terminó trasladando al disco.
–Celebran 20 discos en 27 años: ¿cómo lograron sobrevivir a los cambios del país, de la industria y de la escena?
–Es el deseo, las ganas. Nos gusta lo que hacemos y atrás de eso vamos encolumnados. Tampoco somos un emprendimiento megaexitoso ni superpopular, ni estamos primeros en ventas de nada. Creo que lo que nos mantiene funcionando es que nos gusta Pez, nos gusta la música que hacemos. Nunca tuvimos un plan, ni sueños inalcanzables.
–Pez cambió varias veces de formación: de trío a quinteto, de vuelta al trío… Más allá de la búsqueda artística, eso implica un movimiento importante. ¿Cómo lo manejás?
–Pasaron 30 años, casi. Eso, en la vida de todos nosotros, implica un montón de cambios. Lo mismo pasó con la banda. Pez es una idea elástica que no está atada a un formato puntual, ni a una sonoridad. Entonces, nos podemos dar el lujo de movernos de acuerdo a nuestros gustos y necesidades. Cuando se sumó alguien siempre tuvo más que ver con una cuestión de onda personal, porque nos caía bien. Por ejemplo, ahora somos trío, pero ya estamos pensando en sumar a alguien. Nunca estuvimos demasiado cómodos como trío, a mí me gustaría que haya un elemento más armónico, como un teclado, una guitarra…
–¿Alguna de las formaciones que te gustó más?
–Es como con los hijos: no hay uno que quieras más que otro. Lo mismo pasa en cuanto a los discos y a las formaciones. Cada músico que pasó dejó su impronta. Tuvimos una época con un saxofonista que tocaba muy bien freejazz y los discos tenían un vuelo que iba para ese lado. Después tuvimos un tecladista que era un maestro de los sintetizadores, y esos trabajos están cargados de ese sonido y de mucha psicodelia. Ahora tampoco sabemos para dónde vamos a ir en el próximo disco.
–Pero van a sumar, entonces, alguna instrumentación nueva…
–Sí, porque con el trío siempre nos pasa que terminamos haciendo algo muy parecido al hard rock, que nos encanta, pero en algún sentido nos encorseta, nos quedamos encerrados en esa sonoridad porque nos funciona, es la tentación de lo conocido. El entusiasmo por lo desconocido nos hizo la banda que somos.
–En 2018 Pez recibió dos denuncias de abuso. ¿Qué tenés para decir al respecto?
–Que fue un momento superoscuro, que la pasamos recontramal, no solo en la cuestión anímica personal, sino que dejamos de laburar prácticamente por tres años. Si bien seguíamos funcionando, sacando discos y yendo a tocar, era para mucha menos gente y solo en los lugares donde nos dejaban tocar. Hubo una movida, no sé si armada o espontánea, de listas negras, de mirar para otro lado, algo que me hacía acordar a las épocas más oscuras. Tenía mucho que ver con “ahí no te metás, de eso no hablés, por algo será”. Y fue mentira, es mentira, no hubo nunca una denuncia real en la Justicia, fue un mensaje anónimo en un blog de Internet. El que quiera hilar fino, que se fije cuándo y dónde salieron esas denuncias, a quiénes se las hicieron, porque no fuimos nosotros solos sino varias bandas.
–¿Vos pensás que hubo ensañamiento con algunos músicos?
–Mirá, hay cosas que no me interesa hablar demasiado porque son pensamientos míos que no puedo aseverar. Pero sí te puedo decir que, salvo algún caso muy puntual, que tampoco pasó a mayores ni nada, fueron siempre bandas independientes. Cuando intentaron tocar a alguna banda de sello discográfico, al toque bajó de arriba el mensaje “de esto no hablemos”, y lo sé porque tengo conocidos que laburan en medios. En lo personal, lo que tengo para decir es que fue una mentira horrible que nos hizo mucho daño.
–Con respecto al primer comunicado, que luego salieron a enmendar, ¿qué podés decir hoy?
–Con el diario del lunes, te digo que no tendría que haber dicho nada. Cuando nosotros salimos a decir “esto no es así cómo contaron”, fue peor. No tendríamos que haberle dado bola, pero eso lo veo hoy. En primera instancia, cuando te dicen que te mandaste una cagada y vos no te la mandaste, lo primero que te surge es poner la cara. Si no, nos hubiésemos escondido. Nuestra primera reacción fue decir “acá estamos los tres”. Pero no era el momento. Es un fenómeno muy de las redes. Yo entendía que en las redes están todos locos, pero pensé que los medios iban a tener un poco más de cuidado con salir a señalar gente. Mucho de eso voló por los aires por el miedo. La cultura de la cancelación va de la mano con el miedo. Algo de “si yo no me paro en este lugar, ¿qué van a decir los de enfrente?”. De ese modo quedamos aislados durante casi tres años, hasta que surgió hacer un Obras y ante la noticia, apareció gente que dijo ¿a ver en qué estaba Pez? Durante estos tres años no tuvimos mucha relación con los medios. La segunda vez que llamé a algún lado y sentí el rechazo, el miedo, no quise llamar más a nadie, ni buscar una nota, y hubo un momento en que ya no quería buscar más ni una fecha. De ese modo funciona también la cancelación, te gana por cansancio. Pero se ve que nosotros somos muy tercos. «
¿Cuándo?
Pez en el estadio Obras Sanitarias, Av. del Libertador 7395. Domingo 15 de agosto, 19 horas.
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