El mundo está demasiado vertiginoso para la reflexión. Sin embargo, hay quienes se la proponen más allá de cualquier velocidad. Acaso impulsados por la propia naturaleza de su trabajo, tal vez porque sin ella no podrían vivir, lo cierto es que el grupo que de la obra Pieza para maniquíes y un actor de reparto. (Documental sobre el silencio), comandados por la prestigiosa directora Ana Alvarado (Periférico de Objetos) se encuentran entre quienes no renuncian a pensar y observar, como parte fundamental de la mismísima supervivencia. Después de una experiencia vía streaming, la pieza escrita por Gabriel Penner recupera la puesta en escena presencial en el Espacio Experimental Leonidas Barletta
“En principio hay un concepto muy grande de desmenuzar el teatro -cuenta a modo de breve racconto Alvarado-, preguntarse qué es un actor. El título de la obra tiene que ver con la relación entre el cuerpo del actor y el maniquí, como algo que no está vivo. Entonces hay una reflexión sobre la actuación, hay una reflexión muy grande sobre el arte, sobre la cultura: qué es útil, qué no es útil. Y en el 2019 a nosotros nos interesaban mucho todas estas preguntas. Imagínate cómo se reactualizó durante la pandemia.”
Y por cierto que así fue, al punto de que Alvarado en vez de esperar a ver qué pasaba con la emergencia sanitaria, se puso a trabajar en una puesta de la Pieza para maniquíes y un actor de reparto. (Documental sobre el silencio) para hacer en streaming. Quien piense en herejía, lejos está de disfrutar lo fascinante de la experimentación. “Cuando vimos que la pandemia seguía nos pusimos a ensayar por plataformas virtuales durante lo que quedaba de 2020. Y a fines de ese año se abrió un período con mucho protocolo, y ahí entramos a una sala para filmarlo. Estuvimos filmando durante un día entero y así lo transmitimos al año siguiente a través del teatro Payró.”
El cuerpo suele expresarse con una lógica que la cabeza le niega. Tal vez sea por eso del orden narrativo del que se fue impregnando desde que la imprenta de Gutenberg llevó a que la alfabetización se adueñara del mundo. Por eso este “texto que no es narrativo, que es una serie de fragmentos de situaciones en los que se puede estar hablando del actor, de Shakespeare, de la violencia, del poder, afectada por temáticas políticas”, que es después de todo sobre el cuerpo donde actúa. Y trata de perpetuarse para domesticarlo, adocenarlo, en definitiva, volverlo obediente.
“No me quedé quieta. Siento que con esta obra pude hacer un tránsito. Durante estos dos años pude seguir vinculada con el pensamiento, con la escena, con qué hay que hacer en cada momento, con cómo vincularse con el espectador, para que vea, para que participe, y elles me acompañaron todo el tiempo.”, cuenta la directora.
-Parecería que nadie se quedó quieto, pero lo hizo a partir del pensamiento o de una acción más bien individual, no una que compromete al cuerpo; como si hubiera habido una escisión.
-Este nuevo reestreno, creo que es retomar lo que no estaba. Con el riesgo: ¿la gente que vendrá tiene ganas de preguntarse estas cosas, tiene ganas de ver una puesta en escena con ciertas complejidades? No lo sabemos, pero sí que para nosotros algo se organiza y que es imprescindible para existir: la palabra, el cuerpo, la escena y lo que queremos decir con eso; si no hay presencia la escena es otra. Lo que vinimos a buscar a la Barletta es poder reencontrarnos con eso.
-¿Qué tipo de transformaciones observaste entre aquellos ensayos para el streaming y estos?
-Luego de la experiencia del streaming nos dijimos que si reestrenábamos íbamos a trabajar con una especialista del cuerpo, del movimiento. Entonces convocamos a Soledad Pérez Tranmar que sabe muchísimo de danza y movimiento y tiene un nivel de humor y riesgo parecido al nuestro, y ella empezó a trabajar de cero todas las escenas con les actores. Revisar todo lo que habíamos hecho, romper lo que hiciera falta, largar los cuerpos de los actores, mandarlos adelante. Cuando se volvió a los ensayos presenciales costó mucho recuperar la corporalidad. Primero, porque se ensayaba con barbijo (todavía se ensaya así) y todo eso crea una situación falsa, te tenés que inventar que estás ahí más que nunca. Entonces lo que tratamos fue de encontrar los vínculos, la sensualidad -trabajamos el género poéticamente-; la palabra sería desplegar. Eso era fundamental y fue lo que hicimos estos meses.
El regreso a una sala se trata, en suma, de saborear un momento teatral que, a fuerza de costumbre, se nos había hecho menos apetecible. “Buscamos lo experimental, lo multidisciplinar, ver cómo se puede jugar con los límites, cómo se hacen ciertas cosas. Más allá del público que quiero que venga, y que va a escuchar seguramente mucho de lo que se va a decir, está ese otro público que viene del campo de las artes, o intelectuales que piensan el teatro, que tienen intereses en eso. Es un público para esta creación: ponerse a pensar también en el teatro en sí.”
El cuerpo, ese archivo -como señala la obra-, dirá frente a la puesta cuánto de lo guardado quedó en el mismo sitio de hace años, y cuánto la pandemia cambió de lugar para abrir nuevas significaciones.
Pieza para maniquíes y un actor de reparto. (Documental sobre el silencio) Dramaturgia: Gabriel Penner. Con: Pablo Maidana, Luciano Mansur, Guillermo Tassara. Vestuario: Gabriella Gerdelics. Escenografía: Gabriella Gerdelics. Títeres y máscaras: Gabriella Gerdelics, Pablo Maidana y Luciano Mansur. Diseño de movimiento: Soledad Pérez Tranmar. Producción ejecutiva: Cristina Sisca. Dirección: Ana Alvarado. Los viernes a la 21, en la Sala Inda Ledesma del Espacio Experimental Leónidas Barletta, Av. Diagonal Norte 943.