Dos vaqueros, un mexicano (Pedro Pascal) y un sheriff (Ethan Hawke), se enamoran y deconstruyen todas las marcas tradicionales del western clásico en Extraña forma de vida un formidable mediometraje de 31 minutos que el español Pedro Almodóvar presentó ayer en Cannes, generando un notable suceso, que promete repercusiones a futuro.
Aunque rodado en Almería, territorio del spaghetti western o western a la europea, el autor de Todo sobre mi madre acude al relato y las formas de las películas de vaqueros de Hollywood, donde los hombres recios son muy recios, hablan poco, disparan, mueren, tienen altos grados de compromiso con lo que consideran su tierra y su honor y, en este caso, se enamoran entre ellos.
Pascal, el mexicano Silva, llega al pueblo donde Jake (Hawke), un antiguo médico, oficia actualmente de sheriff. Nadie sabe por qué regresa, «tengo un dolor de espalda y buscaba un médico», dice Silva para ocultar pistas. Lo cierto es que Jake y Silva se conocen de hace rato, tuvieron un intensa historia de amor e, incluso, se prometieron una vida juntos en un rancho.
Hay una noche de amor, un despertar y luego la historia sigue la trama oculta que la estaba animando. Una particularidad simpática, al inicio del filme: mientras Silva viene a caballo entrando al pueblo (cuántas imágenes de cuántos westerns evoca) un cantor con voz femenina junto a su guitarra entona un bellísimo fado.
«Es un western clásico que habla del deseo de dos cowboys, es extraño porque a pesar de que el género es absolutamente masculino nunca se habla del deseo entre los hombres», comentó Almodóvar al término de la función, aplaudida de pie por un teatro Debussy colmado y donde mantuvo una charla con los asistentes.
El comienzo fue caótico, este miércoles llueve en Cannes y hubo que hacer largas filas sobre la lluvia para una función ya abarrotada y colmada: Catherine Deneuve, el realizador Xavier Dolan, el propio Ethan Hawke que vino a acompañar la premiere, estaban en la sala.
«Es el mejor lugar del mundo para estar para mí, son la primera audiencia que verá la película y la de ustedes será la primera reacción que tenga», dijo un «adorado» Almodóvar antes de presentar el filme, que no decepcionó a nadie, entusiasmó a todos.
En la charla con el público aprovechó para marcar su decisión de darle a su western un tratamiento «clásico», aun cuando lo rodó en Almería, territorio del spaghetti western, y destacó que lejos de morir ve que el género tiene en la actualidad versiones de gran modernidad, señalando los trabajos de mujeres: la australiana Jane Campion con «El sueño del perro» y la estadounidense Kelly Reichardt con «First Cow».
Por la tarde tuvo su gala también «Monstruo», un nuevo filme de realizador japonés Hirokazu Kore-eda, que se dio a conocer mundialmente aquí en 2004 con «Nadie sabe» y que vuelve casi con todas sus películas a la Croisette, habiendo ganado la Palma de Oro en 2018 con «Somos una familia» y el Premio del Jurado en 2013 con la exquisita «De tal padre, tal hijo».
Habituado a trabajar con guiones propios, en este caso Kore-eda recurrió a Yuji Sakamoto y la diferencia se siente, la película se vuelve más compleja, «más pensada», pierde algo de la frescura y la ternura inconsolable que respiran los filmes del japonés, aun cuando mantiene su belleza y logra un filme que también atrapa y conmueve.
La cinta fue la primera en ingresar a la competencia por la Palma de Oro, después de la apertura fuera de competencia de «Jeanne du Barry», se explica de a partes y vuelve sobre los mismos hechos relatados desde miradas distintas.
Primero parece que está sucediendo una cosa con los personajes, sobre todo por lo que dicen, y luego se va develando la trama real que encadena los acontecimientos.
Gira en torno a la relación entre dos amigos de escuela, uno de ellos objeto de bullying por parte de sus compañeros y el otro que, acaso como en «Close» de Lucas D’Hont que se vio en 2022 en Cannes, prefiere evitar este rechazo y en público niega la amistad que profesa al niño agredido fuera de la escuela.
El primer niño (el que niega la amistad con el que es objeto de bullying) ha perdido a su padre y vive solo con su madre, es el centro de la primera parte de la película y junto con la madre acusan a un maestro de malos tratos, luego las cosas se van aclarando.
El maestro no es tan malo y la conducta del niño tiene sus explicaciones, hay también un incendio sobre el que se vuelve y que primero supone un causante y luego resulta otro.