El influyente dúo se reencuentra para darle una nueva dimensión a su histórico álbum Acorralar a la bestia. Mujeres fuertes con las convicciones bien claras.
“Actitud surgió en plena cultura neoliberal, en tiempos del indulto, las leyes de impunidad y cierta apatía social. Podríamos decir que son tiempos equiparables aunque quizás los peores valores de la cultura capitalista como el individualismo, la insensibilidad social y la alienación están más exacerbados hoy que ayer”, reflexiona Malena D’Alessio. Y es verdad: recorrer el álbum en 2024 resulta, cuanto menos, alarmante, por aquello de la historia que se repite. Siempre como tragedia. En ese sentido, Malena –hija de José Luis D’Alessio, secuestrado y desaparecido en 1977– cuenta que la preocupan las similitudes de este presente con el pasado “con un gobierno que no solamente es negacionista, sino que quiere reinstalar la teoría de los dos demonios, y hasta reivindicar la dictadura abiertamente”. Alika, por su parte, aporta algo de esperanza: “Es un bajón que el contexto sea parecido al de tantos años atrás, pero la toma de conciencia y las transformaciones no son cosas que pasen de la noche a la mañana. Como dijo Tupac: ‘No es que por hacer canciones vamos a cambiar el mundo pero vamos a encender la mente de las personas que lo harán’”. Tocar alguna fibra con su música es lo que las sostiene y las impulsa: “Plantarnos con furia frente al clima depresivo que quieren imponernos, y con la fuerza de las convicciones frente a patéticos derrotismos, también es una forma de resistir, sublevarnos”, asegura D’Alessio: “Este homenaje es una mirada hacia atrás reivindicando nuestra historia. Pero también una mirada desde el presente, proyectando el futuro que queremos”.
“Confusión”, “Estado resignado”, “Hijo de desaparecido”, “Manifiesto”. Funk, ritmos latinoamericanos, reggae, punk. Las canciones de Acorralar a la bestia son el arrebato de un mensaje transparente, como las verdades cuando se gritan, rapeadas originalmente desde las entrañas de dos jóvenes verborrágicas e incendiarias. Hoy, esas chicas son mujeres con vastos recorridos artísticos, que vuelven sobre esos temas con otro tipo de aplomo, otro vínculo. Alika cuenta que se siente orgullosa de su yo de hace 28 años y que su hija escuchó el disco y le encantó. Malena se ríe cuando afirma que sigue igual de furiosa y aclara que con ese álbum se divirtieron muchísimo, que la música fue su mejor terapia: “La furia y las risas siempre estuvieron de la mano. Fueron una forma de alivianar un poco la existencia y canalizar todas las broncas en una energía poderosa y vital cómo lo es el hip hop”.
Malena y Alika son ya veteranas de una escena que en los últimos años en la Argentina creció exponencialmente, pero que a mediados de los noventa casi no existía como tal. Una escena que se engloba bajo la resbalosa etiqueta de “música urbana”, que ambas artistas reivindican como música negra, de raíz afro, aunque con los reparos que imponen los usos y costumbres de los artistas de hoy. Dice Alika: “Me encanta que crezca y también me gustaría que se reconozca su origen y se le dé lugar a sus creadores fundacionales. De la escena actual considero que las temáticas son mayormente de entretenimiento y de promoción de marcas de moda. No soy muy fan de esos tópicos pero a un par escucho”, y Malena completa: “A mí me da una gran alegría que, en el país donde la música negra parecía impenetrable a nivel masivo y donde el imperio del rock parecía imposible de destronar, por fin llegaron estos géneros musicales de origen afro para quedarse. En nuestra época, los que consumíamos estos géneros éramos tres gatos locos. Había una movida súper under, purista, interesante pero muy de gueto. Eran poquitas las personas con las que podíamos compartir esta música que en general se vive con mucha pasión. El hip hop que nosotras escuchábamos, en cuanto al contenido, estaba un poco en las antípodas de lo que hoy conocemos cómo música urbana. Porque en aquel momento era un movimiento muy reivindicativo de los reclamos sociales de sus protagonistas. Y así lo asumimos nosotras cuando empezamos a rapear, pero traído a nuestra realidad. Yo no soy muy de demonizar la música contemporánea. Pienso que la música siempre expresa el espíritu de una época. Y si esos géneros, que en su momento eran combativos y confrontaban, hoy se hacen de una manera complaciente y hasta cómplice del poder de turno, es un reflejo de todo lo que está pasando políticamente en el mundo y, en particular, da cuenta de la profunda desconexión de los jóvenes con la política”.
Raperas, pioneras, mujeres fuertes, con una convicción que explota en cada verso, los reclamos de Actitud María Marta retumban en su retórica, su música fue (es) una caja de resonancia, un amplificador de su activismo y su militancia. “Me gusta ser el soundtrack de las personas que van a cambiar al mundo, que lo van a llenar de arte, de creatividad, de plantas, que van a luchar por sus derechos, que quieren aprender y que están llenas de curiosidad”, se entusiasma Alika. Y Malena agrega: “En estos tiempos en que la antipolítica está tan en boga, y presidentes ganan elecciones montados sobre ese falso argumento, si por política se entiende defender a nuestros jubilados, la educación y la salud pública, poder salir a manifestarnos sin ser reprimidos y defender la memoria de los 30.000, entre otras cosas, entonces aguante la política y el hip hop. Yo lo vivo con mucho orgullo y alegría”. «
Homenajean su disco Acorralar a la bestia (1996) el viernes 20 de diciembre a las 19 en Groove, Av. Santa Fe 4389, CABA.
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