En 1973, cinco décadas atrás, se editaba el quinto álbum de estudio de Vox Dei. El trío conformado por Ricardo Soulé, Willy Quiroga y Rubén Basoalto plasmaron en ese decisivo trabajo para su carrera grandes temas que hoy ya son clásicos, como “Prométeme que nunca me dirás adiós”, “Loco, hacela callar”, “La verdadera historia de Sam el montañés” y la canción que da el título al disco.
Con este álbum, los de Quilmes concretaban su primera edición para una compañía discográfica multinacional (la famosa CBS), luego de haber comenzado con sellos locales como el célebre Mandioca y después, Disc-Jockey. El cambio se vio reflejado en un ambiciosa producción, en un tracklist incluyó sólo ocho temas que marcaban, sobre todo, una nueva faceta de experimentación musical donde la interpretación y la calidad del sonido pasarían a cobrar una importancia mayor que en los discos anteriores.
Con Es una nube, no hay duda, Vox Dei contabilizaba, nada más ni nada menos, su quinto lanzamiento en tres años. Entre ellos, uno de los más importantes no sólo para el proyecto del grupo, sino para para el rock argentino: La Biblia. Editado en 1971, se trató de un trabajo que marcó la historia de la música popular argentina más allá de su valor fundacional para el género.
No hay que olvidar, además, el contexto social, de dictadura, en el que se inscribieron estas canciones. Hace algunos años atrás, Quiroga, mítico bajista y cantante, recordaba en una entrevista con la Agencia Paco Urondo: “Nos decían qué era lo que teníamos que escribir y qué no, y teníamos que buscar la manera de decir cosas y que ellos no se den cuenta. Por ejemplo, de lo que quiere decir realmente ‘Es una nube, no hay duda’, porque parece una cancioncita, pero al final dice ‘atrapé una nube en una jaula de alambre y además si me da la gana me lo creo’, que era el derecho al libre pensar”.