La "mala memoria" de los exfuncionarios y de los candidatos de JxC es impactante.
La ultraactividad, en rigor, constituye un reaseguro para el/la trabajador/a ya que cuando vence el plazo de un convenio, si por alguna razón las partes no lo renuevan, continúan vigentes los derechos existentes. En cambio, de prevalecer la idea que promociona Dante Sica, los mismos se caen, y hay que negociar todo de vuelta. Forma parte del amplio manual flexibilizador que promueve, además, los convenios por región, por rama de actividad, y por empresa. El objetivo: debilitar la capacidad negociadora de los/as trabajadores/as para que las grandes empresas incrementen sus ganancias.
La postura de Sica no sorprende y está en consonancia con lo que proponía en 2017 el secretario de Empleo del gobierno macrista, Miguel Ponte: «la posibilidad de entrada y salida del mundo laboral es una esencia del sistema laboral. Como en el organismo (humano) lo es comer y descomer».
La flexibilización laboral, las privatizaciones, el ajuste fiscal y el monetario forman parte de una misma receta, la que JxC tratará de imponer en caso de ganar las elecciones. De ser así la vamos a pasar muy mal y, además, ya nos lo están anunciando.
Por su parte, durante una charla virtual con un centro norteamericano muy vinculado al ala republicana, Luciano Laspina, referente económico de Bullrich, habló de las tres condiciones para el éxito de un gobierno de JxC. Ellas son: «un gobierno favorable al mercado», «suerte, necesitamos tener un contexto externo positivo para tener recursos en el corto plazo» y «mayoría en ambas cámaras».
En cuanto a las mayorías parlamentarias que persiguen, Laspina dijo tener «buenas conversaciones con los libertarios, personas como Diana Mondino» para lograr esas mayorías, lo que deja en claro que ambos son parte del mismo modelo y la misma orientación política.
Lo único que cambia al interior de JxC es el lenguaje. Por ejemplo, cuando Horacio Rodríguez Larreta o Patricia Bullrich hablan de dotar al Banco Central de total independencia de los políticos, o de prohibir que se emita para financiar al Tesoro, están pensando lo mismo que cuando Javier Milei propone cerrar el Banco Central.
La «mala memoria» de los exfuncionarios y candidatos de JxC es impactante. Suele ser usual su crítica al uso de yuanes, cuando fue el gobierno de Mauricio Macri el que renovó el swap con China en 2017 y lo incrementó en 2018. Lo que no tuvieron fue intención de defender los intereses de la Nación, y ello quedó demostrado con el gravoso crédito que firmaron con el FMI.
Por su parte, Bullrich continúa insistiendo con seguir endeudándose con el organismo, al comentar que, si fueran gobierno, «bajo un acuerdo con el Fondo Monetario que nos blinde en dólares vamos a abrir el cepo lo antes posible».
La democracia en peligro
En este contexto, me interesa resaltar una frase reciente de Luiz Inácio Lula da Silva sobre nuestro país: «pido a Dios que la democracia prevalezca, y venza la democracia, que sea electo un candidato con más perspectiva de inclusión social y desarrollo y no uno que crea que toda política pública es gasto o que resolver el problema de Argentina es privatizar». La disputa por los dos modelos, más presente que nunca.
Todo lo que presentan como algo novedoso ya ocurrió. En los ’90 la Argentina estuvo virtualmente dolarizada, ya pasó por las privatizaciones, la desregulación, el ajuste y el gran endeudamiento.
En cuanto a los sucesos más recientes, podríamos decir que no hubo un solo cariz de la gestión Macri en el que se haya mejorado respecto de cuando asumieron el gobierno. En todos los aspectos el país empeoró, y mucho. Entonces, hay que apelar a la memoria, esa memoria está fresquita, porque si hablamos del 2001, muchos no lo vivieron, tienen que mirar la película, pero lo que pasó entre diciembre de 2015 y de 2019 lo vivieron todos los que van a votar.
Por eso, cuando asumió el actual gobierno la primera ley que sancionó el Parlamento fue la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Pública. Allí quedaron plasmadas las nueve emergencias de la pandemia neoliberal y la necesidad de renegociar la deuda impagable heredada, que dejaron una mochila muy pesada, a lo que se sumó el Covid-19, el conflicto bélico Rusia-Ucrania y más tarde la sequía. A todo lo anterior cabe agregar la falta de mayorías en el Congreso, que impidió sacar varias leyes para profundizar el modelo. Pero así y todo el gobierno pudo encarar un proyecto tendiente a reactivar la economía y el empleo, y a negociar con firmeza con los acreedores externos.
En un acto de Apyme esta semana con 2000 empresarias/os MiPyMEs, Sergio Massa señaló: «estamos terminando de navegar en el proceso de tormenta más complejo que nos tocó transitar en los últimos años, y lo estamos haciendo con dificultades, pero sin dolor, sin tener que lamentar pérdida de puestos de trabajo ni cierres de empresas en Argentina». En cuanto a las perspectivas, señaló que el sistema energético va a pasar de un saldo deficitario de U$S 7 mil millones a uno superavitario de U$S 12 mil millones, es decir que habrá autosuficiencia energética. Este excedente no tiene que ver con la «suerte» sino con el rol del Estado, a través de distintas políticas. Además, mencionó que se sumarán el próximo año mayores exportaciones agropecuarias por un mejor clima, y también se incrementarán las ventas al exterior del complejo minero.
En general no es correcto recurrir a los razonamientos contrafácticos, pero creo no equivocarme al sostener que la situación socioeconómica sería absolutamente grave si en los últimos cuatro años la gestión hubiera continuado en cabeza de un gobierno neoliberal.
Es fundamental que se puedan acumular las fuerzas políticas necesarias para evitar el regreso del neoliberalismo al frente del Poder Ejecutivo y fortalecer a nivel parlamentario la representatividad del ideario que persigue una Argentina más justa.
Hoy la gran pelea de fondo pasa por la defensa del derecho a tener derechos, ya que lo que se está proponiendo desde las distintas vertientes de la oposición es la pérdida de derechos de nuestra ciudadanía, de los sectores más vulnerables, y, en un sentido más amplio, de nuestras economías regionales, de nuestras pymes.
El «primer tiempo» es este 13 de agosto. Tenemos que caminar, para explicar, para tratar de entusiasmar. Para mostrar que esto que tan sencillamente sostuvo el presidente de Brasil es lo que hay que tener en cuenta, más allá de todas las insatisfacciones existentes. Y también luego de las PASO continuar insistiendo ante la ciudadanía: el camino es por acá y hay que seguir profundizando las políticas para construir un país más justo e inclusivo, con más derecho. «
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